Un bichito tiró el mito del mundo sólido: Martín Caparrós

El escritor habla de ‘Sinfín’, su novela publicada antes del encierro y un llamado a sacudirse el miedo a los otros en este periodo de pandemia.

La religión ya no alcanza a ocuparlo todo, tampoco la ciencia, asegura. (Omar Franco)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Sinfín apareció en España en marzo del presente año, apenas una semana antes de que se decretara el confinamiento en aquel país y en muchas otras partes del mundo. La novela de Martín Caparrós se había escrito mucho tiempo antes y, sin embargo, pareciera responder a los tiempos que vivimos.

“Uno de los grandes hitos de la pandemia es que no hubo respuestas religiosas. Hasta hace unas décadas, por mucho menos que esto se hubiera llenado el mundo de misas, procesiones y rogatorias. En este caso no solo no hubo eso, sino hasta hay una fecha que se recordará: el 6 de abril de 2020 cerraron las iglesias de Roma. No se dio un reemplazo para el lugar que ocupaba la creencia en nuestras vidas. Estamos bastante desnudos y eso trataba de reproducirlo en la novela”, cuenta el escritor y periodista a MILENIO.

La pandemia alcanzó para producir efectos inusitados, como encerrar al mundo, lo cual se relaciona con este momento extraño de transición, lo que Sinfín (Literatura Random House, 2020) quiere pintar: “un momento en que la religión ya no alcanza para ocupar todo el espacio que ocupó durante miles de años y la ciencia no ha logrado ocupar ese espacio.

“Lo que más me alienta dentro de toda esta etapa de desaliento es la comprobación de que ese mundo en el que vivíamos, que nos parecía tan sólido, tan inconmovible, es muy frágil y, por lo tanto, es posible de ser cambiado”, a decir de Martín Caparrós.

“La aparición de un bichito cambió todo, lo que demuestra que sí existe la posibilidad de cambiarlo. Por supuesto, no todos los cambios son buenos, no todos son factibles, pero el mito de que este mundo era sólidamente inamovible, yo creo que se derrumbó en los últimos meses y eso es lo más alentador de un periodo muy desalentador”.

Uno de los aspectos que más preocupan en la novela, también una especie de diálogo con el presente, es la idea de que debemos ver a todos los demás como enemigos, como amenazas: una de las bases de la historia es que hay alguna gente, sobre todo los multimillonarios californianos, que la están pasando muy bien y detestan la idea de que se vaya a terminar su vida y quieren que dure, les encanta lo que están viviendo.

Una forma de seguir es poniendo a la mente en unas computadoras, aunque solo sobreviven si están confinados. “Publiqué un libro con eso y, a los 15 días, nos dicen: ‘si usted quiere seguir viviendo tiene que aislarse, no puede relacionarse más con nadie’. Hay que aprender a sacudirse ese miedo, recuperar la idea de que los otros no son el enemigo: el infierno no lo son los otros, pero la parte mínimamente alentadora es que todo puede cambiar”, a decir de Caparrós.

Y ADEMÁS

LA NUEVA VIDA QUE NOS TRAE LA MUERTE

En su obra, la muerte aparece de manera constante, no tanto porque piense en ella, sino porque está convencido de que es una forma de explicar la vida: Sinfín se basa en el invento de una forma nueva de la vida después de la muerte, que permitiría que los cerebros se transporten a computadoras y sigan viviendo, lo que es una reflexión sobre el poder: la muerte se supera dejando de lado al cuerpo, “lo que nos vienen contando las religiones desde hace miles de años”.