Cuando se inició el encierro por la pandemia, Jorge F. Hernández se dio a la tarea de recuperar una serie de textos breves que se habían quedado perdidos en su computadora, historias que no llegaron a convertirse en cuentos, mucho menos en novelas, con todo lo necesario para desarrollar un género, bajo el nombre de Cuentínimos, un poco bajo la forma de los poemínimos, de Efraín Huerta.
“Hubo momentos en que me servía de alivio frente al horror que ya invadía el balcón. Cuando la morgue se puso en la pista de hielo, dije ‘esto se está poniendo horrible’; vi que los policías son muy agresivos con el toque de queda, y para mí resultaba ser un antídoto y un alivio para la desolación”.
- Te recomendamos Filarmónica del Desierto ofrecerá concierto híbrido Valses y Oberturas Cultura
Al principio, recuerda el también colaborador de MILENIO, se trataba de dar testimonio de que seguía trabajando desde el escritorio, y luego se convirtió en esta travesura: darle la vuelta al gran hermano y empezar a recibir retroalimentación de todas partes del planeta, “de personas que nos escuchaban y mandaban comentarios de voz. Lo curioso es que empezaron a mandar audios”.
Ello, porque en su primera etapa, se trataba de grabar esos relatos y compartirlos en sus redes sociales, lo que se convirtió en el punto de partida para proyectos mucho más ambiciosos, como la elaboración de un libro de realidad aumentada, en el que se da la colaboración entre el narrador y el ilustrador argentino Miguel Rep, mejor conocido como REP, con el título de Cuarentínimos para la cuentena (Minerva Editorial/UANL, 2020).
“Una de las enseñanzas que me deja la pandemia es que no volveré a hacer nada que no sienta realmente, porque la vida es más finita, es más corta que la frase. No hay más patrones, si acaso compromisos que tendremos para cumplir con los intercambios, pero ya no invertir nuestra creatividad, nuestra vitalidad, cuando muchos admirados y admiradas se han quedado en el camino: te das cuenta de que no vale la pena hacer lo que otros quieren”, cuenta Jorge F. Hernández al hacer una reflexión sobre lo que han sido estos días de pandemia.
Para el ilustrador argentino, toda la experiencia de colaboración, en especial este libro, se convirtió en “una concreción de los sueños”, porque logró movilizarlo de otra manera y no quedarse encerrado en esa nebulosa de la realidad, “al quedar estampados en formatos que conocemos bien, como el papel, realmente podemos explicar esta experiencia, aunque tendríamos que volver a lo inexplicable".
“La pandemia es un elemento de miedo, y el miedo es contrario a la libertad. Esta isla que generamos juntos es todo lo contrario, es libertad pura, el antídoto del miedo que fue la covid: el antídoto, el jolgorio y el disfrute. No lo voy a relacionar en el tiempo con la pandemia, y sí con un océano Atlántico borrado por los elementos tecnológicos”, en palabras de REP.
Pelíbrula = libro + película
La historia de los Cuarentínimos para la Cuentena es propia de nuestro tiempo: una amistad, una creación colaborativa en la distancia, cada uno desde su espacio; Jorge mandaba relatos y REP imágenes para comenzar el diálogo, lo que vino después es resultado de un esfuerzo mucho más amplio: un audio-video-libro físico que se escribió, dibujó, grabó y editó entre Madrid, Buenos Aires, Monterrey y Ciudad de México.
“Nos estuvimos comunicando a unas cuadras, con texto, audio, dibujo y edición, viviendo casi en la misma ciudad, porque el océano Atlántico ha sido borrado: un libro, resultado más de la tecnología que de la pandemia. Lo veo por el lado más luminoso del tema de las redes, que el lado más ominoso de la covid”, asegura el argentino.
“Estoy echando de menos el envión –dice el mexicano–, cuando mandabas la ilustración había ciertos elementos visuales, pero no una clara indicación de por dónde puedo inventar esto. Fue afortunado no tener tantos tropiezos, fluía. La parte que más me alucina es el abecedario involuntario: con REP, con quien ya había sintonía, hubo sincronía. Intuía que teníamos muchas cosas en común, habíamos coincidido en varias partes, pero ya el ejercicio diario, con la consigna de cumplir con ciertos tiempos y formato, le da otro sentido al ejercicio”.
En ello coincidió REP en este diálogo triple: tienen su profesión, la seriedad cuando resulta indispensable y, al mismo tiempo, habitan mundos paralelos que tienen que ver con el humor y el juego, dentro de una atmósfera cultural muy parecida, más allá de lo que cada uno de ellos se exprese en distintas disciplinas.
“Si bien él es escritor y tiene mucho andamiaje, mientras en las artes visuales yo podría tener alguna ventajita, en el mundo de la cultura empática no le tengo que decir nada: propongo algo, él ya sabe qué es, y viceversa. Eso es muy importante para jugar, porque de niños jugábamos con quienes nos entendíamos”.
Jorge F. Hernández va un poco más allá: formaron una pareja como la de Lennon y McCartney, como la de El gordo y El flaco, porque ya tenían guiños y motivos para, sin necesidad de un manual, “saber por dónde va la tonada o las palabras que le quedan a ese sketch”.
Es el juego de la infancia, aquel en el que no se admiten técnicas premeditadas, en el que la velocidad de las cosas hace parecer que se está renunciando a la técnica para dejar salir lo esencial de cada uno de los creadores: hay dibujos que son tan brutales, “que si hubiera tenido una semana para elaborarlos me habría salido hasta de una forma mentirosa, porque tuve tiempo de pensarlos. En el juego aparece una verdad, un trazo salvaje que no te esperabas”.
Me siento muy dibujante a partir de esta experiencia. No olvides que desde hace más de 30 años trabajo en Página 12, todos los santos días haciendo mi propio argumento, y esta renuncia a argumentar, a plantear con palabras, a tener una idea, a renunciar de ilustrarme a mí mismo, me ha dado mucha libertad. Es verdad lo que decías de la línea, porque el dibujo es línea y la línea es caligrafía: entonces, hay una cosa de narración”, dice REP.
Al mismo tiempo se trata de una manera distintas de narrar, a decir de Jorge F. Hernández, desarrollada para una gran generación que ya se acostumbró a mensajes muy rápidos, sean fantasía o noticias, lo que les interesa es de máximo ocho minutos, y la propuesta literaria y gráfica es para ser consumida en tres minutos.
“Y ya que anda circulando el libro, sé de muchos que brincaron de ver a Pessoa en tinta a buscarlo en libro, o a buscar una película de Agatha Christie”, comparte el escritor, dentro de lo que podría definirse como parte de una nueva realidad para la lectura, en su sentido más amplio, entre la palabra y los trazos.
Claves...
*Gracias a su formato digital, Cuarentínimos se puede leer, escuchar, mirar y sentir.*Se desarrolló una aplicación que permite acceder a los contenidos audiovisuales en el libro: Lápiz App
*Para el impreso, Minerva propuso una encuadernación de tapas independientes y lomo flexible para sostenerlo sin necesidad de usar las manos.
amt