Tengo miedo hasta de cruzar la línea amarilla del Metro: Bernardo Esquinca

Entrevista

El tapatío avecindado en Ciudad de México desde hace 16 años asegura que es vegano, tiene cierta obsesión por el esoterismo y considera toda una aventura ser papá de Pía, su hija.

El tapatío también se asume como padre de ‘Ramona’, una perrita xoloitzcuintle. (Especial)
Abraham Reza
Guadalajara /

Bernardo Esquinca tiene 48 años, es el hijo menor de una familia de seis hermanos, donde cuatro son mujeres y dos varones. Es capricornio y confiesa que tiene un cierto nivel de obsesión por el esoterismo, sí, es de los que te ven y te leen tu carta astral. Considera que las actuales generaciones deben dejar de pensar que lo merecen todo y desprenderse de las redes sociales porque “estas son el reino de los malos entendidos y la vanidad”.

Es tapatío, hijo de un padre escritor que se autopublicaba y hermano de Jorge Esquivel, otro ensayista y escritor al que le leía sus cuentos para que le ayudara a corregirlos cuando eran niños.

Conversamos con él en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde confesó que prefiere las entrevistas sobre su vida, porque de ahí, de sus experiencias cotidianas, han surgido sus mejores personajes.

Su color favorito es el negro. Desde hace 16 años vive en Ciudad de México y asegura que aún cree en la administración de Andrés Manuel López Obrador, pero “estoy a dos segundos de que pierdan mi confianza”.

¿A qué te refieres cuando dices que creciste en una familia convencional?

En mi casa el catolicismo estaba muy bien arraigado, pero no lo digo de forma peyorativa, sino todo lo contrario, porque eso fue parteaguas. De ese catolicismo surgen mis personajes, porque no puedes escribir de los temas sobrenaturales si no crees que existe un más allá, si no crees en el diablo o al menos si no creciste con estos terrores que te mete la religión católica, de que te vas a ir al infierno o de que hay un purgatorio.

¿Cómo eras de niño y cómo decides convertirte en escritor de novelas de terror?

Vengo de una familia de escritores, mi papá era escritor y devoto de los sonetos, se autopublicó algunos libros y mi hermano Jorge es un poeta muy importante, crecí en una casa llena de libros, yendo a las presentaciones.

Mi padre y mi hermano eran a quienes les leía mis cuentos y eso terminaba siendo una cátedra privada, yo aprendía a escribir a partir de su opinión.

A diferencia de otros autores él no estudió letras, sino ciencias de la comunicación.

El periodismo sin duda fue fundamental en mi vida. Me formó en redacciones de periódicos en Guadalajara y en Ciudad de México. Ese estrés de hay que entregar, hay que cerrar, hay una adrenalina y además lo tienes que hacer bien, eso me formó. Pero también tuve la oportunidad, como editor de suplementos culturales, de haber sido editor en concreto de Juan Villoro, que tiene una columna, y de Rodrigo Fresán, el solo hecho de leerlos a ellos fue una gran escuela.

¿Por qué escribir novela policiaca y de terror?

Me gusta porque no quiero imitar la realidad, sino reinventarla desde la óptica sobrenatural. No me interesa el realismo, porque éste ha sido sumamente socorrido en la literatura mexicana, desde la novela de la Revolución para acá. Pero lo mío es aquello que es objeto de estudio para los psiquiatras. Entonces me interesa que mis historias tengan enigmas. Como en Inframundo (Almadía, 2017), por ejemplo. Me gustan esas historias.

¿Cómo es un día normal en tu vida?

Por las mañanas escribo y por las tardes cuido a mi hija Pía, de cinco años. Estar con ella es toda una aventura porque es de ambiente: le encanta platicar con adultos, es muy inteligente y también la llevo con mis amigos; en fin, me acompaña. Y cuando eso no pasa estoy con mi otra hija, una perra xoloitzcuintle que se llama Ramona.

Bernardo asegura que le encantan el mezcal, la cerveza y platicar con amigos sobre la vida y sus complicaciones.

¿Tus películas favoritas?

Me encanta David Lynch, pues ha ejercido gran influencia en mi manera de escribir; de él una de mis favoritas es Blue Velvet (1986) y Barton Fink, de los hermanos Coen.

¿Qué hay del feminismo y sus protestas?

Lo apoyo al ciento por ciento y lo entiendo, incluso las manifestaciones más extremas son entendibles porque sé de dónde viene el enojo.

¿Vegetariano o carnívoro?

Vegano, tengo consciencia planetaria y quiero que mi hija herede un mejor planeta. Además es triste ver cómo los animales son terriblemente maltratados para satisfacer nuestros placeres y eso me parece reprobable.

¿Qué hay de tus fobias?

Tengo miedo hasta de cruzar la línea amarilla del Metro porque siento que alguien va a llegar a empujarme y por eso en mi literatura tengo tanta riqueza en cuanto a aquello que causa miedo, terror o paranoia. Todo el tiempo siento que me va a pasar una tragedia.

¿Y sí lees a otros autores?

Sí, porque si no lo hiciera no podría escribir medianamente bien; hay escritores que leen poco y se nota. Yo leo lo que puedo, autores clásicos, jóvenes y mexicanos. Ahora estoy fascinado con este boom de latinoamericanas que están haciendo la mejor literatura del continente, como Liliana Colanzi (Bolivia), Mónica Ojeda (Ecuador) y la mexicana Liliana V. Blum.

¿Qué estás leyendo ahora?

Un libro de Diana del Ángel que se llama Procesos de la noche.

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