Las miserias, base de lo que debemos corregir: Claudia Piñeiro

“A veces se llega a pactos sociales y se ponen reglas que no son las más indicadas para la vida de las mujeres o de otras personas”, dice la escritora y guionista argentina sobre su novela “Catedrales”.

“Mis personajes están muy apegados al aquí y al ahora”, afirma la narradora. (Alejandra López)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

La imagen que disparó todo fue la de una niña sentada en una iglesia a la espera de algo. A partir de ella, Claudia Piñeiro se planteó varias preguntas: ¿cuáles son sus conflictos? ¿Qué voces escucha en ese lugar? ¿Quiénes son las personas a las que espera? “De a poco salió esta familia, muy atravesada en su forma de vivir con la religión”, dice la escritora, guionista y dramaturga.

Además de la religión está la familia, pero también la violencia contra las mujeres y el ejercicio de la memoria. Así construyó Catedrales (Alfaguara, 2021), dentro de una reflexión que se sustenta en la naturaleza del ser humano como el origen de los problemas de las sociedades contemporáneas, en palabras de la autora argentina.

“Las propias miserias y las contradicciones son la base de cosas que todavía tenemos que corregir. Hemos hecho un pacto para vivir todos juntos, llevándonos bien y entendiéndonos, pero a veces no funciona y, en el caso de las mujeres, esos pactos a veces no son adecuados para nosotras. A veces se llega a pactos sociales y se ponen reglas que no son las más indicadas para la vida de las mujeres o de otras personas dentro de la sociedad, quienes se ven perjudicadas por decisiones tomadas hace mucho tiempo y que algunos no están dispuestos a cambiar”.

Catedrales trata la historia de una familia clase media, educada, formal y católica, que terminó por resquebrajarse desde que la más pequeña de las hijas apareció muerta y es hasta 30 años después cuando empiezan a repartirse las culpas de aquel episodio.

“Me di a la tarea de estructurar la novela a partir de voces de los personajes, porque cada uno de ellos se acerca a la historia de distinta manera, la cuenta de distinta manera, elige distintas palabras y también le duele de distinta manera. Cada uno de esos personajes tenía que ver qué le pasó a Ana, contar cuál es el dolor que eso le produjo para entender qué es lo que pasó: si no hubiera aceptado cada uno la parte de pequeña o gran responsabilidad que tiene sobre el hecho en sí mismo, la verdad hubiera seguido sin aparecer”.

Son varios los temas que pueden encontrarse en la novela, uno de ellos el de la religión, en una parte muy relacionada con los problemas contemporáneos, en especial de las mujeres, asegura Claudia Piñeiro, en entrevista con M2: “Las religiones, en cuanto a la fe individual, no son materia opinable, no pasan por la razón.

“Lo que sí me parece es que muchas religiones han hecho mucho daño a las sociedades tratando de imponer normas que no necesariamente tienen que ver con la religión, sino con lo que a lo largo de los tiempos han decidido los hombres que pertenecen a las instituciones religiosas. Y cuando digo los hombres no hablo de forma genérica, porque las instituciones religiosas en general están dirigidas por varones: los que ponen las normas no han sido los dioses o los profetas de esa religión, sino los hombres que la interpretan y nos van diciendo qué tenemos que hacer”.

Catedrales es una novela que se arma desde la intimidad de una familia y adquiere tintes de literatura negra cuando comienza la investigación por el asesinato que detona la historia, para llegar de nuevo a una introspección de cada uno de los personajes, asegura la escritora, aunque en un diálogo con la realidad, con lo que sucede hacia afuera: “Como todas las novelas que escribo, mis personajes están muy apegados al aquí y al ahora”, reconoce Claudia Piñeiro.

Y ADEMÁS

ANÁLISIS EN ÉPOCA DE PANDEMIA

La dramaturga sudamericana tiene una preocupación que va más allá de lo personal o lo familiar. Al principio de la pandemia, uno trataba de aceptar el hecho y después intentaba vivir en esas circunstancias, pero también hay que ver por los otros, dice. “Ahora estamos muy preocupados por los niños y los jóvenes que no han tenido actividad presencial en las escuelas. Uno a veces se centra mucho en cómo le afectó a uno mismo, pero los niños, que a lo mejor no tienen el miedo de que vayan a morir de coronavirus, han sufrido mucho por esa cosa del encierro y de la falta de sociabilidad con sus padres. Un problema que apenas saldrá a la luz con todo”.