Frente al celular, los zombis somos nosotros: Richard Zela

Cuando Zela comenzó a desarrollar ‘Cosas que nunca cambian’ asumió que su principal interés estaba en la familia, más allá de los zombis o de la aventura, porque es el núcleo de nuestra sociedad.

Ilustraciones de "Cosas que nunca cambian". (Cortesía Océano)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Historias de zombis pueblan los estantes de las librerías, las pantallas de cine o de televisión, más allá de que en los últimos años se perciba una especie de boom en la aproximación a esa temática. El escritor e ilustrador Richard Zela tenía esta certeza cuando empezó a trabajar en Cosas que nunca cambian (Océano, 2021).

Sin embargo, en su novela gráfica las cosas sí cambian: en su propuesta, los muertos vivientes son mucho más observadores que los seres vivos, mucho más atentos: “Los zombis somos nosotros cuando estamos frente al celular y ya no platicamos con los demás; cuando hablamos ni siquiera alzamos la mirada y, a veces, es más fácil mandar un mensaje que hablarle a alguna persona”.

“Nosotros, como vivos, estamos como en un estado zombificado con el celular. La otra cara de la moneda es que estos zombis son cero tecnología, lo que buscan es tener contacto con los otros, ver las plantas, ver el atardecer, comer de la ofrenda. Mi propuesta es un ideal, algo anarquista, porque estos no necesitan tener el dinero, ni las redes sociales ni estar conectados todo el tiempo, porque ya no funcionan: cuando te mueres te olvidas de toda esta onda capitalista, cuando estamos vivos seguimos en una prisión en la que sobrevivimos al capitalismo”.

Dedicado a la ilustración y la narrativa gráfica, que se ha desempeñado como ilustrador y portadista freelance en una decena de editoriales mexicanas e internacionales, Richard Zela trabajó alrededor de ocho años hasta concretar esta historia gráfica, en la que buscaba darle un toque un tanto mexicano a la trama, desde el hecho de que la familia y el Día de Muertos son el eje de la novela.

“El hecho de conectarnos a los teléfonos hace que nuestra humanidad se proyecte a través de los medios electrónicos, pero al final es como una curaduría, una ilusión de lo que nosotros somos, porque lo que mostramos en las cámaras es lo que queremos que la gente vea. De alguna forma hay una máscara en esto”, a decir del artista.

Lo más importante es interpretar cómo sería nuestra vida sin esa tecnología y cómo podríamos acercarnos también a la naturaleza, lo que ya no hacemos de forma tan cotidiana.

Y ADEMÁS

UNA HISTORIA MUY MEXICANA

Cuando Zela comenzó a desarrollar Cosas que nunca cambian asumió que su principal interés estaba en la familia, más allá de los zombis o de la aventura, porque es el núcleo de nuestra sociedad. “Es importante mostrar que hay muchos tipos de familia, algunas veces rotas, que se configuran de una manera diferente. Hay muchos hogares diferentes, no hay un papá o una mamá, pero sí alguien que puede sustituir a esa figura”. Al usar el Día de Muertos como eje de la novela gráfica, apostó por escribir una historia muy mexicana, incluso como una metáfora de la importancia que le damos a nuestras tradiciones.