Rondaba los 15 años de edad, cuando Juan Villoro tuvo sus primeros acercamientos al teatro, incluso, llegó a escribir alguna pieza por aquellos años, pero fue hasta que celebró sus cinco décadas de existencia, hace ya 12 años, que tomó la decisión de dedicar mucho más tiempo a la dramaturgia.
“Es una pasión muy temprana y, al mismo tiempo, muy tardía. Empecé escribiendo teatro, participaba en un grupo de adolescentes, hacia 1970, y en imitación de nuestro gigante teatral, Alejandro Jodorowsky, hicimos una obra colectiva que se llamó Crisol, le pusimos así porque al modo de un crisol en un laboratorio químico, nosotros pensábamos fundir allí todas nuestras almas. Estuvimos en muchos lugares, siempre como actores y dramaturgos aficionados, pero siempre pensando en tener un porvenir teatral”, señaló en entrevista con M2.
Si bien muy pronto descubrió que era muy difícil montar obras, que los gastos de escenografía resultaban enormes y parecía casi imposible conseguir un foro, esa pasión no lo abandonó, aun cuando tardó mucho tiempo en poder reunir varias de sus obras, como ahora sucede con La guerra fría y otras batallas: teatro reunido de Juan Villoro.
“El primer sueldo que recibí fue como actor en el Teatro Comonfort. Nos pagaban tan poco que en el sobre había monedas, ni siquiera había billetes. El trabajo teatral se convirtió en algo muy difícil; entonces, al descubrir el cuento y la crónica, pensé que era muchísimo más fácil expresarme por esa vía, sin tener tantas voluntades para llevar a escena una obra de teatro”.
Coeditado por Paso de Gato, la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, con apoyo del Fonca y en colaboración con el Instituto Veracruzano de la Cultura, la Universidad Autónoma del Estado de México y la Universidad de Guadalajara, el volumen reúne las obras El filósofo declara, Muerte parcial, Conferencia sobre la lluvia, La desobediencia de Marte, Cremación y La guerra fría, acompañadas de un prólogo del investigador teatral Víctor Molina, y una entrevista con Villoro de la historiadora y crítica teatral Zavel Castro.
Un mundo temible
Si tardó casi cuatro décadas en volver al teatro fue por razones que estaban más allá del interés por el género.“En cierta forma me acobardé”, confiesa Villoro, aunque con el paso de los años no dejó de asistir al teatro y tradujo algunas obras. “Fue una de mis grandes pasiones, pero básicamente como espectador. Fue hasta que cumplí 50 años, hace ya 12, que empecé a escribir teatro y a ponerlo en escena”.
“Entonces, esta vocación temprana se convirtió, en realidad, en una vocación tardía. Por eso he dicho que mi vejez será dramática, porque pienso que estará asociada a las tablas, a lo que Rodolfo Usigli definía como el maravilloso infierno del teatro”.
Juan Villoro define al universo del teatro como uno absolutamente seductor, sugerente, estimulante, donde se tiene que batallar una y otra vez para lograr que la obra llegue a escena y, en especial, que conecte con la gente, a diferencia de lo que puede suceder en un libro de crónicas o en una novela, que pueden fracasar en secreto, “sin que yo me dé cuenta”.
“En cambio, en el teatro todo es un acto de presencia: si no hay gente en las butacas hay una sensación de desamparo muy grande. Y si hay gente y no conecta con la obra, ocurre lo mismo. El teatro tiene un tribunal inmediato y eso lo hace apasionante, pero también temible”.
La guerra fría y otras batallas: teatro reunido de Juan Villoro responde a una de las pasiones que domina la actualidad del escritor: “En los últimos años ha sido una pasión muy grande, quizá por la posibilidad de darle rienda vuelta a emociones largamente preservadas en algún cajón. El teatro es muy emocional, es muy directo, un acto muy ritual en donde afloran sentimientos y quizá eso sí ha sido más intenso en los últimos tiempos”.
El futbol, ese tema pendiente
Si el fútbol también es una pasión en Villoro, no tiene una obra donde aparezca el tema, aun cuando recuerda que alguna vez escribió un monólogo con las declaraciones del portero alemán Harald Schumacher. “Es uno de los pendientes: acercarme al futbol, una de mis grandes pasiones”.
Su argumento es que ya el futbol es una forma de teatralidad, incluso un exfutbolista como Jorge Valdano ha dicho que, a veces, los jugadores tienen pánico escénico, como si fueran actores.