A simple vista, se ve un mosaico multicolor de 300 metros lineales en una parte del muro fronterizo que divide a México de Estados Unidos, cuya continuación promovió Donald Trump con el pretexto de la seguridad nacional. Sin embargo, la intervención artística es más que eso: su autor, Erick Meyenberg, explicó que esta gama multicolor representa a 120 especies de flora y fauna de estos hábitats cuya existencia se ha visto impactada por la construcción de la cerca de más de 3 mil kilómetros de extensión.
Como esta muralla de acero ha afectado a 62 especies que ya se encuentran en peligro de extinción, el artista visual decidió abordar la problemática a través de su obra: Las flores palidecen al atardecer.
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“La idea fue coleccionar colores de la flora y de la fauna en peligro por medio de una colorimetría, antes de que palidezcan y que caigan en la extinción. Pensamos que no había mejor lienzo para plasmarlo que el muro mismo que está rompiendo esta conectividad, y de esa manera generar conciencia”, asegura el artista.
Meyenberg eligió pintar durante la semana pasada una parte del muro de seis metros de altura que atraviesa las montañas de Tecate, Baja California, aunque previamente hizo un recorrido desde las playas de Tijuana, inspirado en el artículo científico La naturaleza dividió a los científicos unidos, que habla de los daños a la biodiversidad, y de los impactos negativos del muro fronterizo en el hábitat de plantas y animales.
Fue así como concibió la obra Las flores palidecen al atardecer, título que retomó del ciclo de canciones en forma de sinfonía La canción de la tierra, de Gustav Mahler.
Darle otro sentido
“Me pareció que era una metáfora perfecta para hablar de esta situación de desaparición, de crepúsculo en el que están varias de las especies que tenemos representadas cromáticamente en el muro. La idea de la pieza era hacer una colección de estas combinaciones de color, y esta es una colorimetría de todas esas especies que habitan a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, en distintos espacios climáticos”, detalló Meyenberg a unos metros de algunos objetos personales que son testimonio del paso de los migrantes y de sus terribles historias.
Reconoció la filosofía del artista plástico y promotor cultural Enrique Chiu, quien pintó en Tijuana, con la ayuda de más de 4 mil personas, el monumental Mural de la hermandad, de referencia mundial.
“En este proceso nos encontramos la increíble labor que ha hecho Enrique Chiu y decidimos sumarnos a seguir pintando el muro y darle otro sentido”, indicó Meyenberg.
El artista afirma que siempre ha tenido una relación muy cercana con la música. “De hecho, siempre he soñado con ser compositor y más bien caí en las artes visuales, por eso en casi todos mis proyectos la música está involucrada. Si vemos el muro se vuelve casi una partitura, donde lo que existe es una armonía en los colores. Mi proyecto refiere cómo esta biodiversidad se ve afectada al momento de que el muro bloquea y rompe la conectividad entre el paisaje y las zonas de importancia vital de las especies en su apareamiento, en la búsqueda del agua y otras actividades”.
Con motivo de su 40 aniversario, el Museo Rufino Tamayo le comisionó una obra multidisciplinaria al artista Erick Meyenberg para su exhibición en el mes de diciembre, la cual contará con la participación del Coro de Madrigalistas del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. De forma paralela, adelanta el creador, ya trabaja en su próxima intervención que realizará en el Museo Luis Barragán.
yhc