Todas las invasiones han tenido distintos grados de violencia, pero tampoco podemos rechazar lo que nos define: “No podemos negar nuestra historia, porque negar la intervención de Cortés es tanto como apelar al indigenismo puro: no hay indigenismo puro”, aseguró el escritor Francisco Martín Moreno durante un diálogo con Carlos Marín en el programa El asalto a la razón.
El pretexto fue la aparición de la novela Ladrón de esperanzas, pero el eje de la charla fue la carta enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador al rey de España para exigir una disculpa por los hechos sangrientos en la Conquista de México, a lo que el divulgador de la historia recordó que todas las invasiones se han acompañado de violencia.
“Si piensas en la invasión romana o la árabe en España, fueron de una violencia tremenda. También cuando los vikingos invadieron Inglaterra en el siglo XI fue terrible. No te quiero contar lo que fue la invasión alemana a Polonia, cuando no quedó en pie ni un edificio. Sí creo que hubo mucho salvajismo por parte de los españoles, pero era parte del proceso intimidatorio que se requería”.
Antes, Carlos Marín advirtió que se debían reconocer los “crímenes atroces” que se cometieron en aquella época, pero además el hecho de que una buena parte de la sociedad es mestiza, “hijo de hombres aventureros, de mucho carácter y muy sanguinarios cuando era necesario, y de indígenas mujeres que fueron violadas por ese padre que tenemos.
“Somos hijos de mujeres violadas y de padres abusivos, pero, al mismo tiempo, tienen sus méritos unos y otros hablando de lo que fueron las culturas hace 500 años”.
Martín Moreno, con cerca de una treintena de novelas publicadas, la gran mayoría de ellas con tema histórico, insistió en que en las invasiones y en las conquistas los salvajismos están a la orden del día, pero ello no significa que se deba exigir un perdón.
“Si vas al Parque del Retiro en Madrid, hay un monumento al Padre Hidalgo, el padre de la Independencia de México, que en la toma de la Alhóndiga de Granaditas dijo ‘a coger gachupines’. También habría que pedir disculpas por eso: en esa condena que se quiere hacer a los españoles es muy importante que se tome en cuenta que sus principales aliados fueron los tlaxcaltecas, los otomís, los xochimilcas…”.
MIRADA AL PRESENTE
Una conversación dividida en dos programas, donde Francisco Martín Moreno recordó que al padre de doña Marina, una de las 20 indígenas que fueron entregadas a Cortés en la batalla de Centla y quien se convirtió en la traductora de los españoles, lo habían asesinado los recaudadores de impuestos de los tlatoanis mexicas porque se negaba a pagar los tributos, “entonces el rencor que tenía ella era infinito, y la llegada de los españoles se convirtió en su oportunidad para vengarse de todos aquellos que vejaron a su padre y a su pueblo”.
Dentro del diálogo, Ladrón de esperanzas, la novela más reciente del escritor, es una historia que implica una crítica a Andrés Manuel López Obrador —sin que ese sea el nombre del protagonista, los nombres son diferentes: Antonio M. Lugo Olea (AMLO) o Ernesto Pazos Narro (EPN)—, pero también a la sociedad mexicana.
“Una sociedad que está harta de lo que sucede y en su hartazgo estoy de acuerdo que hubieran votado por López Obrador, pero no que le hubieran dado el Congreso, ni 19 congresos locales, porque los mexicanos debimos aprender el significado del gobierno de un solo hombre”, enfatizó Martín Moreno, cuya novela apareció hace apenas tres semanas y ya se acabó el primer tiraje, de alrededor de 50 mil ejemplares.
Un volumen que se convierte en una voz de alerta, asegura el escritor, frente a lo que viene en nuestro país, aun cuando al mismo tiempo matiza al señalar que se trata de una novela, no de un ensayo político.
CLAVES
PASIONES
Antes de dedicarse a la literatura, Francisco Martín Moreno fue editor-fundador del semanario MILENIO, en 1997.
HISTORIA
Su primera novela fue México negro (1986), a la que le siguieron 24, la mayoría revisiones del pasado en contra de la llamada historia oficial.
REVISIÓN
Ante “la falta de elementos probatorios claros, que además nunca se van a obtener”, buscó desarrollar una novela periodística en tiempo presente.
BIBLIOGRAFÍA
Arrebatos carnales es la trilogía que más lo divirtió: es como si “me hubiera escondido debajo de la cama para espiar a los personajes”.