Nuevos ojos espías

Artes Visuales

Una exposición compuesta por aquellas realidades que capturan las maquinas que nos observan

Dentro del Museo Tamayo, esta fotografía forma parte de la primera exposición de Paglen en América Latina (Fotografía: Cortesía Trevor Paglen)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

El Museo Tamayo presenta Visiones de máquina. Trevor Paglen, primera exposición de este fotógrafo y geógrafo estadunidense en América Latina, quien desde hace más de 20 años se ha enfocado en cómo las tecnologías digitales han afectado los procesos de uso, interpretación, acopio, consumo y producción de imágenes. Su obra es el resultado de esta investigación que impacta por su fuerza visual y la prospección de su trabajo, porque sus piezas analizan y captan el terreno invisible que espían los sistemas de vigilancia y documenta las formas de entrenamiento de las máquinas para aprender a ver.

La propuesta de Paglen (1974) lleva al visitante a transitar por puntos “vacíos” de los mapas, a imaginar como un imposible imágenes reales captadas con instrumentos sofisticados. Sobre todo, nos detiene y nos incita a escudriñar lo visto, a preguntarnos cómo esa fotografía “armada” por algoritmos (por ejemplo, Cerca de Nogales, regiones extremales máximamente estables) es una perspectiva de la frontera “no vista”, aunque nos recuerde más a un paisaje. ¿Cómo es que esa hiperrealidad coquetea más con la fantasía? En este margen —entre las visiones humana y artificial— está la complejidad y la belleza.

Mientras recorremos la muestra, la curiosidad aumenta. ¿De verdad esos cientos de retratos no repiten un gesto y su disección algorítmica puede averiguar la edad de la fotografiada? (Holly Herndon legible por una máquina). El artista nos guía por una geografía visual desconocida. Lo que contemplamos son paisajes de un mundo vigilado ya no por el ojo humano, sino por las máquinas, un mapa de control en el que los vacíos ya no existen. Nos conduce a formas geográficas de ver el arte. 

Paglen fotografía a los sistemas y máquinas que nos fotografían, y en este acto cuestiona quién ve a quién. Más que el “qué es”, le intriga el “cómo es”. Así como su obra exhibe la invisibilidad de las tecnologías de vigilancia —haciendo una crítica política—, también recupera la materialidad de la fotografía de una forma “escultural”, como él mismo ha comentado. Al retomar la formalidad fotográfica, al analizar y preocuparse por los procesos de toma e impresión, asume la influencia de la técnica al armar el texto visual. Este acto llena de asombro porque vemos imágenes de un fotógrafo que no se contenta con captar algo o apuntar hacia un punto, sino que, como el artista dice, se ocupa de “que propiamente sean ese algo”. 

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