Un espacio en donde se unen música, teatro, artes plásticas, danza, literatura, cine, creación de graffitis, instalaciones, conferencias, un periódico de barrio y otras expresiones de la contracultura internacional pareciera imposible de existir, pero es una realidad en Zúrich, la ciudad más importante de Suiza. Se llama Rote Fabrik y está conformado por todas las áreas internas y externas de lo que fuera una fábrica ubicada a las orillas del lago local, en su costa oeste.
Construida en 1892 por la compañía Seidenfirma Henneberg bajo el diseño del arquitecto Carl Arnold Séquin-Bronner —especializado en edificios industriales—, cambió de dueños hasta que en 1972 la ciudad la adquirió con la intención de demolerla para ampliar la avenida en donde se ubica; sin embargo, dos años después el Partido Socialdemócrata de Suiza lanzó una propuesta para transformarla en un centro cultural con propuestas alternativas y no clásicas.
Tras una protesta en la plaza donde se ubica la ópera (una suerte de Palacio de Bellas Artes) de 200 jóvenes que abogaban por tener un espacio para ellos, a la que arribó la policía con gases, cañones de agua y balas de salva, se revocó el plan de aportar 61 millones de francos suizos para ese espacio que se veía como propio de la clase alta, los cuales se invirtieron en la adecuación de la Rote Fabrik, que abrió sus puertas el 25 de octubre de 1980, comenzando así su nueva leyenda.
Del punk a la cultura cannábica
Fueron los grupos de teatro independiente los primeros en apropiarse de sus paredes construidas con ladrillos rojos (de ahí su nombre, aunque también se dice que fue por el apoyo que recibió de los grupos de izquierda), aunque para 1987 se decidió que sería usado como centro de cultura alternativa subsidiado por el gobierno. En 2002, la inversión se ajustó a 2.3 millones de francos suizos, monto que complementaron las organizaciones que anualmente realizan cerca de 300 eventos a su beneficio. Hoy en día están integrados también un espacio para la nueva cultura de medios electrónicos, Dock 18, y el restaurante Ziegel oh Lac.
Su oferta cultural es infinita y sus precios, mínimos, pues por ley su costo no puede superar los 30 francos (aproximadamente 600 pesos), así se trate de un artista multipremiado que en otras latitudes cobraría cinco veces más por show.
Entre sus paredes, el punk tuvo una guarida para presentar sus propuestas, aunadas a las de la new wave y el rock de los ochenta, cuando, por ejemplo, se llevó a cabo el I Festival Europeo de Música no Comercial. También ha visto pasar a activistas que analizan asuntos políticos, alberga una biblioteca con ejemplares sobre pensamiento crítico social y cultura contemporánea, además de hospedar eventos a beneficio o solidarios.
El 1 de julio de 2008, la Rote Fabrik lanzó un programa de residencias artísticas de tres meses para creadores extranjeros y trabajadores de la cultura, mismo que busca inspirarlos y permitir que se ayuden unos a los otros para que tengan más posibilidades laborales. Provee de infraestructura para sus creaciones, difusión en medios, hospedaje, manutención y un ambiente artístico inigualable.
Además, hoy en día es un espacio donde es posible fumar libremente cigarrillos de CBD (cannabis medicinal sin efecto psicoactivo), que se pueden comprar en una máquina expendedora. Para los niños también resulta un área divertida pues su plaza infantil muestra la hermosa vista del Lago de Zúrich frente a sus asombrados ojos.
Rote Fabrik
Seestrasse 395, Zürich, 8038
info@rotefabrik.ch
www.rotefabrik.ch