Salón Los Ángeles, un museo viviente: Miguel Nieto

Edición Fin de Semana

El legendario recinto de la colonia Guerrero vive momentos difíciles por la pandemia, pero su director se niega a cerrarlo; “no vamos a dejarlo morir”, dice en una conversación que revisita momentos estelares de una historia de 83 años.

El Salón Los Ángeles, un museo viviente (Especial).
Ciudad de México /

El Salón Los Ángeles cumplió 83 años el 2 de agosto. Se inauguró el 31 de julio de 1937, pero como los festejos se alargaron tres días seguidos para culminar el día de Nuestra Señora de Los Ángeles, advocación de la Virgen María que da nombre a la parroquia y al barrio de la colonia Guerrero, donde se encuentra el legendario recinto, un templo para los amantes del baile, sus propietarios eligieron esa fecha para celebrar su aniversario, que este año tuvo que ser suspendido por la pandemia.

Salón Los Ángeles surge en una época en la que el baile era una de las más grandes diversiones de los habitantes de Ciudad de México, y sus devotos encontraban espacios para practicarlo, para bailar sobre todo danzón y algunos ritmos llegados de Estados Unidos. En la década de 1920, salones como el México, Colonia, La Normal, El Yate, El Pirata, que después sería el Smyrna, y La Playa convocaban a las mejores orquestas y a los mejores bailadores de la ciudad y sus alrededores. A ellos se sumó el Salón Los Ángeles.

El baile de las generaciones

El empresario Miguel Nieto, director del histórico salón de Lerdo 206, que ahora enfrenta serios problemas económicos tras cuatro meses cerrado por la crisis sanitaria, recuerda:

—Mi abuelo, Miguel Nieto Alcántara, tenía una bodega de carbón que convirtió en salón de baile por insistencia de su socio Alberto Rojas, homónimo del comediante El Caballo Rojas. Venía de trabajar en un salón llamado La Playa, en el Centro, y convenció a mi abuelo de crear Los Ángeles. En la inauguración hubo gente de la embajada cubana, de Estados Unidos, de la radio y de todos los sectores sociales. Desde el principio fue un lugar democrático, como lo sigue siendo. 

Como en tantos otros salones, en Los Ángeles se bailaba danzón, blues, foxtrot, swing. Durante la guerra y la posguerra, con el cine mexicano en su llamada época de oro y la radio en su esplendor, llegaron nuevos ritmos —algunos de ellos afroantillanos— que hicieron furor en el Salón Los Ángeles, que en 1948 cambió de administración, se redecoró y se modernizó la programación.

—Ese año —comenta el empresario— mi abuelo deja el salón en manos de mi papá (Miguel Nieto Hernández), que tenía 24 años. Él mete los neones, los espejitos en las columnas y, poco después, el mambo. 

El mambo, frenético, audaz, erótico, llegó a México en octubre de 1949 con Dámaso Pérez Prado, quien exhibió como carta de presentación un sencillo con dos temas: “Qué rico mambo” y “Mambo número 5”. Fue una de las luminarias del Salón Los Ángeles. 

El salón ganaba cada vez más prestigio y comenzó a recibir visitas de personalidades como Mario Moreno Cantinflas, quien iba a bailar. También acudían Diego Rivera, Frida Kahlo y políticos como Miguel Alemán Valdés y su hijo Miguel Alemán Velasco, “al que le gustaba bailar mambo e incluso compuso uno”.

Durante la administración de su padre, Miguel menciona que el salón tuvo sobre su tarima conjuntos como la Orquesta América de Enrique Jorrín, en pleno auge del chachachá. Ahí estuvo la Sonora Santanera en su despegue en 1960, año en que grabó “La boa”, uno de sus mayores éxitos.

El padre de Miguel murió en 1961 y su abuelo regresó como administrador, auxiliado por Sacramento Parrales, quien había sido “la mano derecha” del segundo empresario de la dinastía Nieto. Con su hijo Luis, “don Sacramento se encarga de la programación y entonces hay un nuevo cambio de estilo en Los Ángeles”, la Santanera toca varias veces al año, se incluyen grupos como Los Gatos Negros y el salón se vuelve cada vez más popular con la cumbia y otros ritmos que atraen a los jóvenes. 

En 1972 muere el fundador y el Salón Los Ángeles queda a cargo de Miguel Nieto Applebaun, entonces de 22 años.

—A mí me gusta otra música y empiezo a meterla: salsa neoyorquina, colombiana, puertorriqueña, un poco de merengue dominicano, música cubana de Irakere y los Van Van…

Miguel no oculta su entusiasmo cuando dice:

—Los Ángeles siempre ha estado de moda, porque con los cambios de administración se pone lo que está de moda. 

Más allá de la nostalgia

Los Ángeles es el único salón vigente de los salones de los años 30 en la ciudad.

—Todos los demás han desaparecido. El que le sigue en antigüedad es el California, que es de 1954 —dice Nieto. Para Miguel, toda la comunidad de Los Ángeles —la empresa, los empleados, los músicos, los compositores, los clientes, el propio barrio— forma una fuerza “facilitadora de la preservación del patrimonio tangible e intangible de la ciudad”. Por lo mismo:

—Aunque el edificio desapareciera, existe un registro de todo lo que hemos hecho durante 83 años promoviendo el mambo, el chachachá, el rock en español, el ska. La importancia de Los Ángeles no es el edificio, es su historia y la fuerza intangible que tiene, las corrientes que ha generado, como los nuevos salones de baile en el corredor de Puente de Alvarado. 

“Los Ángeles no se queda sólo en la memoria de lo que ocurrió hace 80, 50, 40 años, sino participa en lo que hoy está pasando. Por eso no vamos a dejarlo morir, no vamos a cerrar y construir un edificio, de ninguna manera. Tenemos un enorme gusto por hacer cosas que son importantes, cuando menos para algunos grupos de gente; cosas que mantienen nuestra identidad. 

Para nosotros, es muy satisfactorio que Arturo Márquez compusiera el “Danzón número 2”, la pieza sinfónica mexicana de autor vivo más escuchada en todo el mundo, inspirado en el Salón Los Ángeles. O que Elisa Carrillo, ganadora del Premio Benois de la danza (en 2019) se haya acercado al salón para dar una clase para niños y adolescentes y nos haya regalado las zapatillas con las que ganó ese premio y que están en las paredes de Los Ángeles. 

El salón ha motivado que surjan clubes de salsa, de danzón, en muchas ciudades de la República e incluso en países como Canadá. En Los Ángeles hay muchas cosas, no solo los bailes de los martes con personas de la tercera edad o los domingos con un público más joven pero mayor de 50 años. Los Ángeles también propone cosas nuevas, es un museo viviente y en eso radica su fuerza”.

El resurgimiento

Los problemas económicos de Los Ángeles no llegaron con la pandemia, reconoce Miguel Nieto, pero esta los agravó. Durante años el salón ha tenido pérdidas, sufragadas con rentas de inmuebles que forman parte del patrimonio familiar.

—Los Ángeles se ha comido muchos millones de pesos de la familia Nieto en estos 83 años —comenta Miguel—, por eso ha sobrevivido. En términos financieros no es un buen negocio, pero queremos que sobreviva, que deje una utilidad razonable, que aproveche su historia promoviendo música, alegría, una forma de ser, de entender la vida. Muchas veces, la gente ahorra toda la semana para comprar su boleto y venir a bailar.

“Así que estamos trabajando para el resurgimiento del salón. No va a desaparecer; estamos haciendo todo para que resurja como motor económico de un barrio. La primera tarea es sobrevivir” y para lograrlo han emprendido una campaña para obtener recursos. Hasta el momento hay quienes han donado 10 mil pesos para que su nombre, el de su empresa o institución aparezca en una placa que será colocada en las paredes del Salón, porque “Quien no conoce Los Ángeles, no conoce México”. 

Claves...

Transición

El salón fue fundado el 31 de julio de 1937 por Miguel Nieto Alcántara en Lerdo 206, colonia Guerrero, donde durante años tuvo una bodega de carbón. 

Capacidad 

El recinto tiene capacidad para 2 mil personas. Los martes entraban unas 250, 300 los domingos y lleno en el final de Roma, de Alfonso Cuarón. 

Donativos 

La cuenta para realizar donativos es la 3609419, clabe 002180700736094197, de CitiBanamex, sucursal 7007, a nombre de María Armida Applebaun Santos.

amt

  • José Luis Martínez S.
  • Periodista y editor. Su libro más reciente es Herejías. Lecturas para tiempos difíciles (Madre Editorial, 2022). Publica su columna “El Santo Oficio” en Milenio todos los sábados.

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