Literalmente el fuego nos es cercano.
A veces lo sientes en las plantas de los pies.
Eso es una señal de que alguna vez todo fue un océano divino.
Pero el profundo tiempo de la tierra se expresa en cifras tan preocupantes
que su descubrimiento ha cambiado el curso del pensamiento humano.
Que, claro está, aguarda tierra firme
bajo los pies y un aura favorable.
Desde esta perspectiva, el sol es algo así como una especie de eternidad,
y el mar un testarudo subtexto.
Un lugar
tiene sentido si es posible excavar ahí una tumba.
Solo en alguno que otro sitio se pueden construir casas.
A pesar de todo se cree en la permanencia de estas huellas,
aunque todo el mundo sabe que es mejor un puñado de paz.
Aun otras versiones hablan de la atendida plegaria de los peces.
Sea como sea, la vorágine tiene sus leyes.
Cuerpos en cierto modo estables, finalmente tenemos lágrimas, y están en cada palabra:
porque la sal está en la punta de la lengua y es el punto sobre la i.
Traducción de Gerardo Beltrán
ÁSS