Para Coopia —cooperativa creada en 2019— existe “una urgencia por imaginar otras formas de vida y de relacionarnos”. Inicialmente el grupo estaba conformado por arquitectos interesados en generar proyectos que impactaran directamente en la transformación del territorio, pero poco a poco su práctica fue cambiando.
Con integrantes que radican en México, Colombia, Perú y España, Coopia participa actualmente en la exposición colectiva Ciudad (in)Sostenible, que presenta 20 propuestas de despachos de arquitectura que reflexionan sobre el presente y el futuro de Ciudad de México ante la emergencia de la crisis climática.
La idea de la que parte la pieza que presentan en la exhibición surge a partir del rechazo de las prácticas de poder: “Estamos exhaustas de sostener lo insostenible y eso insostenible es este mundo heteropatriarcal, capitalista, que se nos ha impuesto”, dice Felipe Guerra, integrante de la cooperativa.
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La arquitectura, añade Guerra, “siempre ha sido una manera en la que se espacializa el poder económico, el poder político, y tiene una conciencia muy pobre sobre las prácticas laborales; hay una dificultad muy grande porque los arquitectos realmente se identifiquen como trabajadores. Se identifican siempre como autores, como creativos, como artistas —hablando del artista en un sentido muy romántico— porque las prácticas artísticas contemporáneas ya tienen esa conciencia laboral que no tiene aún la arquitectura”.
A partir de esta reflexión, las integrantes de Coopia buscan repensar la arquitectura para erradicar las prácticas jerárquicas de trabajo asalariado “donde una persona domina a otra, donde se dan órdenes sin ningún tipo de colaboración y en este sentido vemos que la cooperación, no sólo desde diferentes disciplinas, sino desde diferentes formas de entender el mundo, puede transformar el territorio y ayudar a imaginar otro futuros”.
Contra la arquitectura segregacionista
Para Marielsa Castro, también integrante de la cooperativa, la autoconstrucción es muchas veces la única opción que la mayoría de las personas tienen para acceder a una casa ya que los costos para acceder a la planeación de la vivienda desde la arquitectura son insostenibles.
“Es importante —afirma— entender que la arquitectura es para muy pocos. El rol del arquitecto aparece solamente en un 30 por ciento de las construcciones de vivienda; el 70 por ciento —al menos en México— o tal vez un poco menos de las de las construcciones de vivienda las hacen las mismas personas que las van a habitar”.
“En ese sentido podemos ver que la arquitectura es completamente exclusiva para cierto grupo social y empieza a segregar a esta otra mayoría de la población que no puede acceder a pagar por un arquitecto. Entonces, sí creemos que la arquitectura puede llegar a segregar bastante y que las prácticas arquitectónicas de manera tradicional no han sabido reconciliarse con este carácter colectivo, cooperativo o un carácter más horizontal”.
Lo que se busca hacer desde la cooperativa es reunir diferentes voces para transformar el territorio desde la pedagogía y desde prácticas espaciales, “ya no necesariamente desde la arquitectura, sino desde muchas otras maneras de entender el espacio y el territorio”, explica Felipe Guerra.
Estas dos líneas de trabajo que se han desarrollado dentro de Coopia han dado espacio a laboratorios y cursos en los que el aprendizaje colectivo ha sido uno de los elementos clave “no sólo para arquitectas, sino para personas que estén interesadas en la transformación de su territorio, empezando por el cuerpo como territorio, el espacio doméstico o la colonia o barrio donde vivimos”.
“Tenemos otra que es la línea de prácticas espaciales, que se empieza a cruzar hasta cierto punto con la de pedagogías, porque usa ciertos formatos de aprendizaje, pero lo que intenta es espacializar desde otras maneras. Por ejemplo, ahora en Ciudad de México estamos trabajando en un proyecto alrededor del Canal Nacional, es una serie de talleres que buscan abrir espacios de acción colectiva para grupos que han sido históricamente excluidos, como grupos de personas con discapacidad cognitiva que han sido excluidos de la toma de decisiones en la ciudad”.
Con la mira puesta en Latinoamérica
Otras de las prácticas espaciales que Coopia reconoce como acciones para transformar el territorio a nivel Latinoamericano, por ejemplo, es la producción social del hábitat “que inició en México y que ahora existe una red completa en Latinoamérica que trata de entender que la producción del espacio y del territorio se da de manera colectiva y social, se da entre muchas agencias y, sobre todo, por aquellas personas que van a habitar a las que no se les debe impone una manera de hacerlo”.
La vivienda cooperativa es otra de las acciones que Coopia reconoce como alternativa para la transformación del territorio. Como ejemplo mencionan a la Federación Uruguaya de Cooperativas de Viviendas por Ayuda Mutua (FUCVAM) “donde hay una una serie de intercooperación: tienen federaciones de cooperativas de vivienda, cooperativas que forman a quienes quieren ser parte de una cooperativa y federaciones que reúnen a técnicas que lo que hacen es llevar a cabo el trabajo y la realización de diseño, construcción y trabajo comunitario de las cooperativas”. También, dicen, existen prácticas que se desprenden de la economía social y solidaria como la minga, en Colombia o el tequio, en México, que desarrollan su actividad alrededor del trabajo colectivo para construir el espacio.
La propuesta de Coopia se puede ver en la exposición Ciudad (in)Sostenible hasta el 15 de octubre en Laguna, espacio colaborativo ubicado en la calle Doctor Erazo 172, en la colonia Doctores.
PCL