La Ceiba Gráfica es el paraíso de la creatividad. Sin importar la época del año, siempre ofrece al visitante —y al morador— un deleite. Si ya en sí es un gozo recorrer —en una visita guiada— los rincones de esta ex hacienda ubicada en La Orduña, Veracruz, contemplar los grabados de artistas-amigos-colaborares-cómplices de este proyecto repartidos en el inmueble son un descubrimiento.
Un Aceves Navarro le da paso a un Cuevas o a un Irma Palacios, todos exhibiendo las posibilidades de la litografía y aplaudiendo el esfuerzo de un devoto del género: Per Anderson, quien junto con Martin Vinaver inició el proyecto. Bajo la dirección de Rafael Ruiz, La Ceiba se ha posicionado como un espacio de experimentación gráfica en México. Durante doce años ha enriquecido su propuesta integrando cerámica, moku hanga y el Museo del Papel, donde Anderson ha volcado su pasión, homenajeando al papel japonés, plantando árboles de kozo, luchando contra la humedad y contribuyendo a un hacer gráfica con materiales producidos localmente.
Si algo es posible en La Ceiba es la multiplicación de los proyectos. Quien ha sido residente ha encontrado inspiración, disciplina y trabajo en la cotidianidad. Quien la ha visitado ha descubierto las aportaciones de la gráfica y proyectos interdisciplinarios como Haciendas, poder y memoria, de Víctor Martínez Díaz y el Colectivo Post Kaput, cuya huella ha quedado marcada en la otrora Hacienda de La Orduña, nombre que la acompaña desde 1593, cuando Francisco de Orduña la compró al español Pedro de Acosta, primer dueño según un título de propiedad otorgado por el primer virrey de la Nueva España en 1547.
A manera de rompecabezas, aún se observan imágenes históricas de las dimensiones de un pliego de papel —fragmentadas en tamaño oficio o carta— de haciendas veracruzanas (Tuzumapan, Texolo, Palzoquapan, Mazuixtlán y Zimpizahua, entre otras) que han empezado a desgastarse y a integrarse a las ruinas, asumiendo el rol de registro y testimonio una intervención sonora-gráfica en agosto de 2018.
Así, lo que empezara con un álbum familiar se ha extendido a un plan de recuperación de la memoria que al archivo suma ficción, arte sonoro y performance, la impartición de talleres en las comunidades aledañas, así como la creación de un fanzine y un sitio web, que son la continuación de esta propuesta artística cuyo iniciador, Víctor Martínez, llama “Programa Nacional de Acciones para la Disolución de la Apatía”.