El primer round lo ganó desde muy joven. Esmeralda Falcón es hoy reconocida porque será la primera boxeadora mexicana en unos Juegos Olímpicos, pero ese camino empezó en la sala de su casa de Santiago Tulyehualco, Xochimilco, en donde su papá se ponía a ver películas de Bruce Lee con ella y con sus hermanos.
“En un inicio yo quería, desde niña, ser como Bruce Lee, brincar como Bruce Lee, defender y atacar como Bruce Lee. Así que quería practicar kung fu pero en la búsqueda de un gimnasio con ese deporte fui a dar con uno de box”, cuenta Falcón, quien actualmente es elemento de la Marina-Armada de México.
Falcón Reyes estudia la licenciatura en Docencia en Educación Física en la Universidad Naval y tiene claro que su participación en los Olímpicos de Tokio 2021 tiene un mérito especial por ser la primera mujer que gana una plaza para México en el boxeo. Lo sabe porque cuando entró en aquel gimnasio donde buscaba kung fu y encontró box, Esmeralda notó una peculiaridad: “Me llamó mucho la atención que casi no había mujeres, todo el material estaba destinado para los hombres. Fue una especie de reto”.
Ese fue su primer round ganado. El segundo sucedió a los 18 años, cuando decidió que el boxeo no sólo era una actividad recreativa, sino su proyecto de vida. Entonces aparecieron las dudas.
“En un inicio, mi madre y mi hermana no estaban de acuerdo porque decían que era un deporte peligroso en el que la mayoría son hombres y que me podían lastimar”, explica Esmeralda.
Otra vez, curiosamente, fueron los hombres de la familia los que se volcaron en entusiasmo: “Mi papá y mis hermanos me dijeron que pensara bien la decisión pero que si era lo que yo quería, me iban a apoyar y que me cuidara siempre”.
Así fue porque, además, descubrió nuevas fortalezas. “Es fundamental entender que nadie tiene la capacidad de decirte para qué eres bueno y para qué no. El límite lo pone uno mismo. Cuando uno se pone metas, se establece que se está dispuesto a hacer lo que requiera esa meta”.
Lo dice porque los 18 años de edad parece demasiado tarde para empezar un proyecto profesional en el deporte. “Muchos me decían que ya estaba grande pero yo les dije que sí se podía, nada más era cuestión de que yo le dedicara más tiempo”. Y en ese mismo año fue campeona nacional.
Su categoría es la de los 60 kilogramos, en la que ha ganado la medalla de bronce en los Panamericanos de Lima 2019 y la de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018.
Fue en Barranquilla (donde venció en la final a la panameña Elisa Williams) que Esmeralda se sintió atraída por un uniforme que portaban algunos de los otros deportistas mexicanos de la delegación que compitió en esos juegos.
“México Marina”, decía en algunas de esas ropas deportivas de entrenamiento. Alejandra Ortega, marchista que fue medalla de plata en la Copa del Mundo de Marcha Atlética de 2012, le explicó que era porque pertenecían a la Secretaría de Marina-Armada de México, una institución que ha participado con sus deportistas desde los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 hasta los de Río de Janeiro 2016.
La curiosidad de Esmeralda no era casual: “Desde antes de que fuera deportista, mi intención era estudiar dentro de la Marina”, cuenta.
La boxeadora realizó el proceso de evaluación para convertirse en candidata a atleta naval, lo cual consiguió en septiembre de 2019.
La pandemia de covid-19 significó una pausa en su entrenamiento, pues Esmeralda y los seis integrantes de su hogar enfermaron. La alerta se encendió porque la boxeadora es asmática. “Sin embargo, el médico que me trató, tomó buenas decisiones ya que empezó con un cuadro de antibiótico e hizo un buen seguimiento. La enfermedad mermó un poco mi regreso para los entrenamientos pero también hubo un periodo de adaptación que fue óptimo para regresar a mi condición de deportista”.
Enterarse de que había ganado la selección para competir por México en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (que fueron pospuestos por la pandemia hasta este 2021 pero conservan el nombre original) fue otro round ganado y que compartió primero con su madre. “Ella me dijo que se sentía muy orgullosa, que siguiera echándole ganas, que no decayera, que era un gran logro pero también una gran responsabilidad y por eso tenía que actuar madura, consciente y con los pies sobre la tierra para seguir trabajando”.
Con ese consejo en mente, Esmeralda tiene claro que el siguiente round en su carrera de boxeadora es Tokio pero tiene ya planes para después. “Quiero competir en los siguientes Juegos Olímpicos, a mediano plazo quiero ser medallista olímpica, no me quiero conformar con solamente participar; y quiero terminar mi carrera para subir de grado en la Marina y ejercer mis servicios como docente”.
Está, por cierto, en el último año de su licenciatura. Es decir, ha llegado a un punto alto de su vida pero sabedora de que no es la última. “Porque mi mamá y mi papá dicen que muchos podemos estar en busca de la cima, pero la vida es como un triángulo, muchos nos podemos acercar al vértice pero solamente uno llega”.
DMZ