Tokio, la ciudad que será cede los próximos Juegos Olímpicos a partir del 23 de julio, tiene dos formas de conocerse: una, a ras de suelo, y otra desde las alturas, con las perspectivas que ofrecen sus rascacielos.
La torre Tokyo Skytree, el edificio más alto de Japón con 634 metros e inaugurado en 2012, tiene dos plataformas de observación que, antes de la pandemia, atraían un promedio de 4.5 millones de visitantes por año.
El "Tembo Deck", a poco más de la mitad de la altura de la torre, ofrece una vista de 360 grados de la selva urbana más abajo, mientras que la segunda plataforma lleva a los visitantes a una altura de 450 metros.
En días despejados, la vista desde Tokyo Skytree alcanza hasta 70 kilómetros, con el Monte Fuji de fondo como velando por la capital.
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Otro edificio emblemático de la capital, la Torre de Tokio, es una estructura metálica inspirada en la Torre Eiffel.
De los colores rojo y blanco de la bandera japonesa, la Torre de Tokio ofrece dos observatorios, el más alto a 250 metros de altura.
Inaugurado en 1958, el monumento conoció en su juventud los primeros Juegos Olímpicos organizados en Tokio, en 1964.
Fue una época de efervescencia económica para Japón, que levantaba cabeza después de la Segunda Guerra Mundial. El ambiente era muy diferente al de los "Juegos de la Pandemia", que se anuncian con restricciones a granel para todos los participantes.
"Shibuya Sky", el más reciente puesto de observación de Tokio, está situado encima de la célebre encrucijada del barrio de moda Shibuya, con sus cinco pasajes peatonales gigantes siempre repletos.
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Esta plataforma abrió en 2019 en la cumbre de un nuevo edificio de 230 metros de altura y cuenta con hamacas, para aquellos que prefieren tener la cabeza en las nubes.
DMZ