Su nombre no resultará familiar para muchos, pero ha estado relacionado con Philadelphia Eagles por 25 años. Dom DiSandro saltó a la fama el domingo 3 de diciembre, cuando protagonizó un altercado con el linebacker Drew Greenlaw y la expulsión de ambos en la victoria de San Francisco sobre Filadelfia (42-19).
Dicha acción también podrá costarle una sanción tanto a DiSandro como a los Eagles. ¿Por qué intervinó? Fue debido a una pelea del jugador de los 49ers con DeVonta Smith, receptor de Filadelfia, en la que se interpusó y recibió un golpe en la cara por parte del apoyador.
Pese a que tiene casi un cuarto de siglo dentro de la organización, muy pocos conocen en realidad a este personaje, que está muy relacionado con la directiva, al ser el asesor principal de Howie Roseman, el gerente general de los Eagles.
De acuerdo con el portal oficial de Philadelphia Eagles, Big Dom, como es conocido, trabaja como director de seguridad y el asesor general de los Eagles y sus funciones se definen como “supervisar todos los asuntos de seguridad de jugadores, entrenadores y ejecutivos. También dirige la seguridad en el complejo de entrenamiento del equipo, es responsable de las medidas de seguridad relacionadas con los viajes y la logística del equipo y brinda educación sobre la política de conducta personal de la NFL”, se lee en su perfil en el portal del equipo.
De acuerdo con la información del Philadelphia Inquirer, comenzó en 1997 en calidad de cazatalentos de nivel inicial para el Big East, pero su contratación por los Eagles se dio de forma oficial hasta 1999. Desde entonces, se ha convertido en uno de los empleados mejor valorados de la organización, al punto de que reporta de forma directa con Jeff Lurie, dueño de los Philadelphia Eagles.
El Philadelphia Inquirer señala que “puede que no haya un empleado a quien el propietario Jeffrey Lurie le confíe más los delicados asuntos de su franquicia que el jefe de seguridad”.
De acuerdo con NBC’s Pro Football Talk, la NFL evalúa el caso de Big Dom para implementar una sanción significativa, ya que los funcionarios de seguridad no pueden ser “gorilas en el juego”, por lo que esto destaca la posibilidad de un riesgo para que los que no son jugadores e intervienen en situaciones de futbol americano pierdan el acceso al área de juego.