El futbol americano colegial de Estados Unidos está lleno de grandes historias. Una de ellas es la de Jake Olson, un jugador invidente y que en su último partido con USC –que enfrentó a Notre Dame-, tuvo una despedida muy especial.
El long snapper salió a la cancha del Memorial Coliseum de Los Ángeles acompañado de su padre y Quebec, su perro guía. El momento se volvió uno de los más especiales de la noche.
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Olson nació con retinoblastoma, un cáncer en la retina que le quitó la vista de niño: un ojo a los 10 años y el otro a los 12. El ojo derecho le fue extirpado en 2009, pero eso no le impidió jugar futbol americano.