Como cada domingo desde 1977 a las puertas del número 19 de la calle Jardín, en San Bartolo, los aficionados esperan a sus luchadores favoritos para pedirles una foto o un autógrafo. Todos llevan puesta una máscara para cuidar su identidad y los aficionados una mascarilla protectora para luchar contra el covid-19.
Los niños son los más entusiastas y presumen las máscaras de sus ídolos, que consiguieron en el puesto que se pone frente a la Arena de Lucha Libre de Naucalpan. Con un poco de gel antibacterial los reciben para ingresar a las instalaciones, que cuentan con autorización para un aforo de 60 por ciento, de las 2 mil personas que pueden albergar.
Desde su oficina, Marco Antonio Moreno Madrid, presidente de International Wrestling Revolution Group (IWRG) y gerente de la Arena Naucalpan, termina de afinar los detalles de la función que anuncia como principales a “Abismo Negro” y el “Hijo del Alebrije”.
“Mi padre, el mayor Adolfo Moreno Rocha, 'El Pirata Moreno', empezó a luchar a fines de 1959, a hacer lucha libre en Tlalnepantla. En 1961 pasó al Lienzo Charro de Naucalpan y ahí comenzó a hacer funciones hasta que le llegó la oportunidad de adquirir la plaza de gallos que estaba en la esquina, frente a la Unidad Cuauhtémoc, a un lado de la Unidad Naucalpan", señala Marco Antonio Moreno Madrid.
Ahí, dijo, comenzó a hacer funciones de lucha en 1962 e inauguró la Arena K.O. Al Gusto. “En aquella inauguración, con el anuncio que se hizo se llenó, eran casi 800 personas. No había techo, tenía asientos y gradas de madera, pero a gracias a Dios se llenó. Todos los albañiles que estaban trabajando en la construcción del Seguro Social asistieron porque estaban levantando la Unidad Cuauhtémoc del IMSS”, recordó Moreno Madrid.
Y agregó: “los terrenos de la actual Arena se compraron en 1972, en aquel entonces el espacio se encontraba ocupado por vecindades, pero tras adquirirlo, 'El Pirata Moreno' inauguró el recinto en diciembre de 1977 y hoy suma más de 6 mil funciones ofrecidas a los aficionados y más de 2 mil 500 giras como empresa luchística".
De bombero a luchador
La Arena Naucalpan, ícono deportivo y cultural de San Bartolo, también resguarda una historia que tiene una estrecha relación con el cuerpo de Bomberos y la Policía Municipal.
“El Pirata Moreno” fue miembro fundador del Cuerpo de Bomberos, aquel que según su génesis en 1960 se formó con entusiastas taxistas que se apostaban frente a la actual estatua de Morelos, quienes ayudaban a combatir los siniestros con herramientas que ellos mismos habilitaban.
Por algún tiempo, entre 1965 y 1967, como mayor del Cuerpo de Bomberos de Naucalpan, Moreno combinó su gusto por el deporte y su labor social, que mezcló al facilitar las instalaciones de la Arena Naucalpan para dar acondicionamiento físico tanto a bomberos como a los policías del municipio.
Hoy su legado continúa y un domingo cualquiera se convierte en un día para sacar el estrés de un pueblo que lucha a diario con las penas para conservar un trabajo y ahora hacerle frente al covid-19.
Sobre el ring las “Tortugas Negras” luchan contra sus rivales y también contra los gritos de una aficionada que les espeta: "cuáles Tortugas, ‘rotoplas’", y las risas no se hacen esperar. Otro aficionado le contesta: "Ya cállese señora… ", y la respuesta no se hace esperar: "Cállate tu hijo de… ", así las risas se extienden.
“Hoy gracias a la afición esta es la tercera empresa fuerte a nivel nacional, están Triple A (AAA), el Consejo Mundial de Lucha Libre y nosotros la IWRG. Buscamos la manera de continuar y salir adelante con las medidas, como el uso del cubrebocas y los muchachos desinfectan todos los espacios dos horas antes”, destacó.
Lucha libre rompe fronteras
“Naucalpan se ha escuchado hasta Japón porque hemos mandado luchadores. Aquí la gente viene a quitarse el estrés y llega a su casa muy tranquila porque ya gritó, insultó, ya hizo mil cosas, pero siempre hay respeto al mismo público”, señaló Marco Moreno .
El hijo de “El Pirata” recordó que llegó a San Bartolo con tan solo 6 años, cuando los caballos caminaban por las calles sin pavimento, también cuando el mercado municipal se encontraba en lo que hoy es el Parque Revolución y la Cruz Roja frente a la estatua de Morelos, junto con la presidencia municipal.
Hace una pausa en sus recuerdos y dice que hoy contempla un Naucalpan centro más libre para caminar. “Creo que esto se contaminó con tanto comercio que ni dejaban pasar, tenías que caminar por la calle, la circulación de autobuses y microbuses era muy difícil por la zona y con ambulantes más todavía, con el riesgo de que nos pudieran atropellar.
En las gradas la porra conocida como la Universal Arena Naucalpan, o “Porra Traumada”, mantiene su apoyo a los luchadores de su agrado. Tanto Luis Gabriel Gamboa Pérez, como su padre Gabriel Gamboa Chávez, solo caminan un par de cuadras para asistir a las funciones de los jueves y domingos desde hace 14 años. Coordinados y con sudaderas que muestran pequeñas figuras de diversos luchadores, dicen que lo que más les gusta del recinto de la calle Jardín es el ambiente que se crea en cada función.
En tanto en la puerta principal aparece el “Hijo del Alebrije”, uno de los más llamativos por su estilo y atuendo que, según los aficionados, es de los más elegantes. Se reporta listo para comenzar a luchar en un recinto que, dice, es el lugar que forja a las siguientes estrellas de la lucha, y al que se le conoce como el “semillero de los campeones”.
Por este ring han pasado figuras legendarias como el Santo, Huracán Ramírez, El Cavernario Galindo, Mil Máscaras, Dos Caras y André el Gigante, entre otras leyendas mexicanas.
KVS