El boxeo, tanto a nivel amateur como profesional, es una de las disciplinas en las cuales México destaca a nivel mundial. No obstante, también, este deporte se ha visto envuelto en diversas polémicas; principalmente en la categoría aficionado.
Un ejemplo de dichas controversias es la historia de Francisco Javier Ortega, un ex pugilista —categoría semicompleto— de la selección nacional de la especialidad que fue víctima de marginación gracias a su fanatismo por los tatuajes.
Marginado del boxeo mexicano por sus tatuajes
Javier Ortega inició en el deporte de los puños a los 20 años de edad, en Cuernavaca, Morelos, únicamente con el fin de tener un ‘hobby’ donde pudiera mantenerse en forma. Su inmersión en el box olímpico se dio súbitamente, ya que tuvo que representar al citado estado en el Nacional de la disciplina tras lastimar en un sparring al chico previamente elegido para ir a la competencia. Ahí consiguió su pase para el COM.
Durante su estancia en el Comité Olímpico Mexicano, Francisco logró cuatro oros en el Nacional de pugilismo y un bronce en los Centroamericanos Mayagüez 2010; además vivió las eliminatorias para los Olímpicos Londres 2012. Sin embargo, esa trayectoria se vio afectada por constantes discriminaciones hacia su persona, debido a que los directivos de la Federación Mexicana de Boxeo (FMB) afirmaban que un individuo con tatuajes dañaría la imagen institucional.
“Llegué a tener problemas, ¿en qué aspecto? Para cualquier eliminación o para cualquier torneo me tenía que eliminar con dos o tres personas, mientras que las mismas personas que les gané una o dos veces me las volvían a poner o agarraban al que pasaba, ¿por qué? A lo mejor a esa persona no se le hacía adecuada la imagen que yo daba para una selección nacional”, declaró Francisco a La Afición.
Ser excluido de las fotos oficiales, apartarlo de las entrevistas, insultos despectivos, negarle apoyos económicos y mantenerlo en constate actividad en busca de alguien que ocupara su lugar dentro del COM, son algunos de los agravios sufridos por Ortega, quien cuenta con grabados de tinta en la mayor parte de su cuerpo.
“En algunas fotos me pedían que me pusiera la playera, en la mayoría, o simplemente no salía en las entrevistas por lo mismo de los tatuajes”, expresó.
A pesar de los mencionados actos discriminatorios, Javier nunca desistió en su carrera amateur, en la cual defendió los colores mexicanos en múltiples certámenes internacionales. Empero, su deseo de tener un ingreso monetario propio lo orilló, en 2013, a comenzar precipitadamente en el pugilismo de paga; etapa complicada donde registró seis combates en tres años, con un récord 3-2-1, 3KOs.
Impulsado por su pasión hacia la tinta, Javier Ortega se alejó un año del boxeo para instalar un estudio de tatuajes junto a su esposa, con el objetivo de tener un sustento pecuniario en su carrera pugilística.
Recientemente retomó sus entrenamientos bajo la tutela del legendario entrenador mexicano Ignacio Beristáin, con quien intentará dejar marca en el deporte azteca.