Más de 10 años han pasado desde la llegada de Ignacio González al Club León, tiempo en el que ha vivido un sinnúmero de experiencias, de éxito, de tristeza, de superación, de coraje, de garra, de llanto, de alegría, y de un sinfín de emociones que sería imposible detallar.
El lejano torneo Bicentenario 2010 marcó el inicio de una relación afectiva y entrañable que aún sigue viva y que, a pesar de que está a punto de expirar como una sinergia entre club y jugador, está cerca de evolucionar para dejar el terreno de juego, para así inmortalizarse en los anales de la historia.
Un sábado 9 de enero del 2010 se dio el primer partido en el que Nacho salió al terreno de juego con su inmortal número 35 en la espalda. Ese número poco común evidenciaba su novatez en ese momento, pero después se convirtió en su armadura. El partido ante Correcaminos sería el primero de los 300 partidos oficiales en los que ha defendido la camiseta esmeralda.
Pocos imaginaron que ese chico de 26 años, que había pasado por equipos como Coyotes de Sonora, Atlas, Querétaro, Celaya y Tecos UAG, se convertiría en el ídolo que es hoy.
Y esa etiqueta se la adueñó con base a sus actuaciones como en la final de Ascenso del 2012, cuando un gol suyo le dio vida a León en el partido de ida ante Correcaminos, que después finiquitaría en casa.
Ya en el máximo circuito, sus dos goles en las finales ante América y Pachuca que significaron el bicampeonato, le regalaron un sitio en la memoria de los aficionados esmeraldas para siempre.
Su presente ya no es tan promisorio. El pasado Clausura 2020 estaba marcado como el torneo en el que diría adiós, pero la cancelación del torneo por la pandemia del corovirus obligó a esperar. Aún tenía ganas de más.
Para el Guard1anes 2020 su deseo era pelear por la titularidad pero dio positivo a covid al iniciar el torneo y Stiven Barreiro y William Tesillo se han adueñado de la central. Ni siquiera Andrés Mosquera, que volvió de una lesión, pudo hacerse de un lugar.
Nacho es la siguiente opción en la zaga, e Ignacio Ambriz decidió apostar por él en los instantes finales ante Querétaro para evitar una sorpresa. Sin embargo, su partido 300 no tuvo el escenario ideal, en el estadio que lo inmortalizó, en la grama del estadio León.