Lionel Messi, el niño que era mal perdedor

En 2010, su hermano Matías Messi relató los enojos de un Leo de siete años cuando no podía ganar en las cascaritas

Leo Messi en su etapa con el Newell's Old Boys (Twitter @messismo10)
Ciudad de México /

Todos conocen a Lionel Messi, un jugador que marcó época en el futbol mundial y que hoy festeja su cumpleaños número 35, con la mira puesta en noviembre y diciembre, cuando se celebre la Copa del Mundo en Qatar. 

Considerado como uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, cualquier información sobre su vida dentro y fuera de la cancha resulta atractiva para su fan acérrimo, además que ayuda al seguidor casual a entender más sobre su figura.

Y es que desde niño siempre mostró hambre por ganar, pero más que hambre, también exhibió su casi nula tolerancia a la derrota, al punto de que forzaba a sus hermanos a seguir jugando hasta que él resultara ganador. No solamente no le gustaba perder, sino que era un mal perdedor.

En un reportaje publicado en junio de 2010 por la revista El Gráfico, la familia de Leo Messi relata cómo era el actual futbolista del París Saint-Germain, cuando jugaba cascaritas con sus hermanos en la calle Lavalleja, en el barrio La Bajada, al sureste de Rosario.

Aquellos partidos dominicales en la calle y afuera de la casa de su abuela, “eran a muerte”. Messi, de siete años, jugaba junto a su primo Emanuel Biancucchi, los dos más chicos, mientras que Maxi, su otro primo (ex jugador de Cruz Azul) y Matías, hermano de Leo, eran el otro equipo. Improvisaban sus porterías y jugaban a seis goles.

“Nosotros comíamos a las apuradas para salir a la calle y jugar sin parar hasta las 6 de la tarde”, relató Matías Messi a El Gráfico, hace más de una década. “Pero como a Leo no le gusta perder, armaba quilombo (un alboroto) y empezaba a llorar. Había que seguir hasta que él ganara”.

Y como niños, incluso llegaba ese momento inevitable en el que se aventaban a los golpes, en parte porque Leo Messi se las arreglaba para sacarse de encima a sus hermanos aprovechándose de su tamaño.

“Nos matábamos, terminábamos pelados por el asfalto. Leo era una pulga y no se la podíamos sacar y encima Emanuel atajaba bien, así que cuando ganábamos los volvíamos locos y nos quería pegar”, continuó Matías.

Así recuerda Leo Messi sus enojos

“Terminábamos mal, siempre peleados. Aunque ganáramos nosotros, mi hermano me jodía igual porque sabía que me calentaba. Siempre terminábamos mal, yo llorando y recaliente”, fueron las declaraciones que la revista rescató del astro argentino.

Fue contra otros niños que Messi se curtió en serio y demostró sus dotes con el balón. En primera instancia no querían jugar con él, pero luego se dieron cuenta de su talento excepcional y lo felicitaban. Mucho de ese talento le abrió la puerta al Barcelona, en donde estuvo casi toda su carrera, hasta su partida a París.

“Por ahí algún domingo nos íbamos a la placita y le hacíamos partido a cualquiera. Nunca perdíamos. Al principio no nos querían jugar porque Leo era muy chiquito y Emanuel también, pero terminaban felicitándolo. Leo tenía 9 años y jugaba contra pibes de 18 o 19 y no lo podían parar”.

OMCS

  • Michel Cruz
  • oswaldo.cruz@milenio.com
  • Reportero en La Afición desde 2016. Egresado de la Licenciatura en Comunicación y Periodismo en la FES Aragón, UNAM.

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