Personajes de talla mundial como lo es el argentino Lionel Messi, pueden cambiarle la vida a una persona de un momento a otro sin hacer ninguna otra cosa más que con su simple presencia. Leo, una de las personas más influyentes del mundo, es capaz de generar un sinfín de emociones tal y como sucedió con un repartidor de churros en su natal Argentina.
Así comenzó la historia de Juan Pablo, un repartidor de La Churrería, ubicada relativamente cerca del barrio Kentucky, de donde llegó un pedido bastante nutrido que, sin saberlo, cambiaría su vida y la del propio negocio para siempre.
¿Cómo conoció el repartidor de churros a Messi?
A través de redes sociales circula un audio de voz donde Juanpi, como le dicen al repartidor, manda un mensaje a su madre aún con la emoción del momento que acababa de presenciar.
“Hola, ma, ¿todo bien? Recién llevé un pedido a Kentucky y mira la casa de quién fue… La casa de Messi (llora). Me atendió Antonela, estoy emocionado, pero no me pude sacar la foto porque no me permitían sacarme el celular, hay un montón de policías. Yo no pensé que fuera la casa de Messi, pero cuando llegué estaban todos los policías y los de seguridad. Lo vi a Messi así a lo lejos y lo saludé así y me levantó la mano y yo ahí me largué a llorar de emoción”, dice la nota de voz.
Churrería responde con emoción al gesto de Messi
Sofía, dueña del local de donde Messi decidió darse un gusto ‘culposo’ gastronómico, tampoco pudo contener la emoción después de que el repartidor volvió y contó su experiencia, mandando un par de mensajes al número de donde salió el pedido que consistía en "24 de dulce de leche, 12 de crema pastelera y 6 de Nutella".
"No puedo parar de llorar de la emoción de saber que están disfrutando nuestro producto, muchas gracias por confiar en nosotros. Cuando quieran disfrutar de nuestros productos estarán siempre disponibles y esperando por ustedes. Muchas gracias y disculpen las molestias", les dijo.
La novela feliz tenía para más, puesto que a los pocos días, el suegro de Messi asistió al local en compañía del pequeño Mateo, a quien Sofía no tardó en reconocer, volviendo a entrar en estado de shock por la emoción.
Ahí, el padre de Antonela confesó que son clientes frecuentes del lugar, por lo que la dueña no dudó en ofrecerles churros gratis de por vida.