El final del 2020 fue turbulento para el equipo Mercedes. Mientras en la pista dominaban ayudando a Lewis Hamilton a conseguir su séptimo campeonato del mundo de pilotos y ellos también obteniendo ese número en la copa de constructores, detrás del escenario se vivían dramas.
Dos personajes clave en los éxitos del equipo, el director Toto Wolff y Hamilton, pasaron gran parte del año negociando su continuidad con la marca alemana. El directivo austriaco prolongó su extensión por tres años pero también ampliando su paquete accionario al 33 por ciento dentro de la escuadra. En el caso del piloto británico firmó una extensión por solo un año a inicios de 2021, justo a unas semanas de la presentación del nuevo monoplaza, el W12.
Con un contrato de solo un año, Hamilton y Mercedes ya advirtieron que iniciarán las negociaciones pronto y no como era costumbre cuando los campeonatos ya estuvieran definidos. El múltiple campeón no es nuevo en este juego, pero ahora tendrá la presión de pelear por el título mientras está en el juego político para alargar su estadía.
El inglés quiere un acuerdo que le permita ir más allá de solo ser piloto, quiere ser parte del proyecto de la compañía en temas ambientales y de lucha social, pero también busca un cheque importante para los que serán sus últimos años en la máxima categoría.
Pero ese no será el único frente abierto para el equipo alemán. Valtteri Bottas, el que ha sido el eterno escudero del inglés en los últimos cuatro años, también tiene un contrato que finaliza este año. En sus declaraciones ha dicho que está preparado para pelear por el campeonato después de haberse sometido a un entrenamiento especial no solo para ser fuerte físicamente, sino también en el lado psicológico.
Pero a pesar de este panorama, Hamilton parte como el predilecto para ganar su octavo campeonato del mundo, ampliar su récord de victorias, de posiciones de privilegio, y con todo eso convertirse en el piloto más exitoso de la Fórmula 1, superando el legado de Michael Schumacher.