La Copa Libertadores siempre se ha caracterizado por ser uno de los torneos más pasionales en el mundo y más tratándose de los enfrentamientos de eliminación o de los que se dan entre equipos de un mismo país, por ello también corren el riesgo de no poder jugarse o cambiar su sede.
No es necesario remontarse muchos años atrás, solamente hay que pensar en la Final jugada entre Boca Juniors y River Plate en 2018 que tuvo que trasladarse hasta otro continente.
La ida del Superclásico, que terminó con un empate 2-2, se llevó a cabo con normalidad en el Estadio La Bombonera, sin embargo el partido definitivo que se jugaría en El Monumental se vio manchado por la violencia de los aficionados del equipo Millonario que agredieron a los futbolistas rivales lanzándoles piedras mientras hacian su arribo al inmueble.
El hecho trastocó todo lo que se tenía planeado para la Final histórica y tras muchas reuniones se decidió que esta se jugaría en el Estadio Santiago Bernabeú de Madrid, el campeón fue River Plate.
Ahora se repitió la situación pero con un problema diferente.
El formato de la Libertadores se modificó para la presente edición estipulando que ahora la Final se jugaría a partido único en una sede neutral seleccionada antes de conocer a los finalistas, fue así que se escogió Estadio Nacional de Chile.
Los problemas políticos se desataron en el país sudamericano el pasado 18 de octubre por el alza de precios al transporte público y los chilenos decidieron salir a protestar con actos violentos condenando lo hecho por Sebastián Piñera y lo obligaron a declarar estado de emergencia.
A pesar de que en varias ocasiones los directivos de la Conmebol decidieron ratificar al Estadio Nacional como la sede del duelo definitorio, estos conflictos los pusieron en predicamentos hasta llevarlos a modificar el lugar en donde este se llevaría a cabo.
Finalmente la resolución fue que el duelo entre River Plate y Flamengo se jugará en el Estadio Monumental de Lima el próximo 23 de noviembre.
SFRM