Cada vez que Fernando Guerrero (Ciudad de México, 1989) escuchaba cantar o chiflar a su papá alguna melodía, a él se le quedaba bien grabada. Con esas canciones que tanto escuchó en su infancia, el hoy árbitro de Primera División del futbol mexicano dio sus primeras notas en el mundo de la música.
Hoy en el balompié azteca es conocido como El Cantante, afición que nunca tuvo reparo en reconocer, en platicar y en ejecutar cuando había una ocasión especial con sus colegas, quienes desde que lo vieron con un micrófono le pedían que hiciera una de sus interpretaciones.
Fernando recuerda bien que aunque en Tercera y Segunda divisiones ya lo conocían con ese sobrenombre, fue Miguel Layún el primer futbolista en llamarlo así y de ahí se extendió a todo el gremio.
“Cuando estaba en Segunda División, desde luego ya me decían El Cantante. Siempre soñé que cuando debutara en Primera División me gustaría que me reconocieran con algún apodo, y qué mejor que me llamaran así, porque es algo que también me apasiona y que es parte de mí, por eso me agrada.”
Tras un breve respiro, Fernando relató cómo fue aquel día en el que los futbolistas empezaron a nombrarlo como El Cantante. El primero de ellos fue Miguel Layún, ahora jugador del Monterrey y quien de manera muy amable le pidió permiso para hacerlo.
En un partido de Puebla contra América, Layún me empezó a gritar: “¡Cantante, cantante!”, volteó y le digo, ¿es a mí? Terminó el primer tiempo y me comentó: “Me dijeron que cantas y que te dicen El Cantante, ¿puedo decirte así?”. La respuesta está de más… Después ya fueron varios jugadores quienes lo emularon.
Claro que, entre los silbantes tampoco podía faltar que le pusieran un apodo, y como nunca se sintió cohibido al subir al escenario en algún evento del gremio a echarse un palomazo, de inmediato fue reconocido con su ya popular sobrenombre.
Guerrero debutó como árbitro profesional el domingo 26 de agosto de 2007, en un duelo entre Petroleros de Salamanca y Tapatío; a partir de ahí trabajó fuerte para llegar a Primera División, para portar un gafete FIFA y ser constante en el futbol. A la par, el canto lo acompaña en los momentos de menor tensión.
Entre tus colegas árbitros, ¿quién comenzó a decirte “El Cantante”?
En ese tiempo fue Felipe Ramos el que me empezó a decir así, además de Ulises Rangel, que en paz descanse, con quien llevaba una buena amistad. Recuerdo que canté en una cena navideña de los árbitros cuando estaba empezando mi carrera en Tercera División.
Además de tu papá, ¿quién te motivaba a cantar?
Siempre fui parte de una estudiantina, y ya cuando pasé a secundaria estaba en una escuela de religiosas; ahí la directora del colegio me dijo que si quería cantar, pero como solista. Me regaló un traje de charro y una pista para poder utilizarla en mi primera presentación. Recuerdo que canté un 10 de mayo ya estando en primero de secundaria e interpreté “Señora, señora”.
¿Te ponías nervioso cuando estabas en el escenario?
Las primeras veces que estás frente a muchas personas te dan muchos nervios; yo me acuerdo que las primeras veces que canté en la secundaria no levantaba la cara, procuraba no voltear a ver a nadie, pero poco a poco te vas desenvolviendo de una manera normal y se te quita el pánico escénico. Ya luego te vas adaptando a eso de estar frente al público.
Si tanto te gustaba cantar, ¿por qué te dedicaste al futbol?
Arbitrar es mi otra pasión, sí hacía presentaciones formales en el estado de Hidalgo; era algo que me gustaba mucho, pero siempre anhelaba más estar en un estadio de futbol y dirigir un partido. Cantar no era una opción de vida.
¿Cantas constantemente?
¡Claro! Es algo que me gusta mucho y que no dejo. En casa siempre lo hago. De hecho, el año pasado le llevé serenata a mi esposa el 10 de mayo, me pongo a cantar en los eventos de familia, a echar unas estrofas. Así soy.
Libro favorito:
¿Quién se ha llevado mi queso?, de Spencer Johnson.