El fútbol mexicano ha tenido a lo largo de su historia a grandes jugadores extranjeros en diversas etapas, algunos con una época trascendental y otros con un paso fugaz, aunque en su momento llegaron con un amplio palmarés. Un caso se dio con el delantero argentino Leopoldo Jacinto Luque, campeón del mundo en 1978.
Luego de tener una notable actuación en la escuadra sudamericana ese año, al alcanzar el primer de sus tres trofeos de la FIFA, junto a compañeros como Mario Alberto Kempes y Daniel Pasarella, dirigidos por César Luis Menotti, ese referente llegó a militar en la Jaiba Brava del Tampico, su primer y única experiencia en el país.
La directiva a cargo de Paulino Lomas Delgado como presidente, logró llegar a un acuerdo con el proveniente del Unión de Santa Fe, ya con recorrido en escuadras de la Primera División de su país como Rosario Central y River Plate, se enfundó para el arranque de la temporada 1981-82 y fue uno de los atractivos de la grada.
Su trascendencia en un plantel donde ya empezaba a figurar un joven mediocampista mexicano, Benjamín Galindo, resultó en una cosecha de 10 goles y puso al equipo en buena posición. Cuando llegó la mitad del torneo y en el regreso tras las festividades de Navidad y Año Nuevo, algo raro comenzó a pasar.
Si bien su juego tuvo un beneficio para el conjunto, decisiones personales impidieron el retorno de Leopoldo Jacinto. Las versiones fueron dirigidas a la influencia de su esposa para quedarse en Argentina, en esos momentos en una crisis política. Así se cerró el breve capítulo del atacante con el cuadro celeste.
El contacto del jugador, posteriormente retirado, fue con parte de la directiva y algunos aficionados, aunque jamás volvió a pisar tierras tamaulipecas. En febrero del 2021 y a causa de complicaciones por el covid-19, falleció a los 71 años de edad.