Cada cierto tiempo, Cruz Azul se da la licencia para soñar que es posible. Así han pasado 23 años y seis ocasiones en las que no pudo romper esta larga sequía, pero ahora, de nueva cuenta, tendrá una oportunidad más. Sí, La Máquina está en otra Final, una nueva ilusión de que estas dos décadas se borren de tajo y ya queden sepultadas en el olvido.
Pero esta noche, al menos, Cruz Azul se dará tiempo de soñar que es posible y tiene razones para hacerlo. Ante los ojos de sus millones de aficionados se ha conformado un equipo sólido y práctico, con ese oficio que no se le vía; así despachó a Pachuca, con un solo gol en los 90 minutos. Esta Máquina no es espectacular ni apabullante; es más, especula y se encierra si es necesario, pero también corre y se mata. Quizá, ésta la versión que tanto le hacía falta.
Con el destino en las manos
Contrario a lo que sucedió el jueves pasado, Juan Reynoso mandó al ataque a su equipo, descartando por completo el aferrarse al 0-0 que le daba el boleto por mejor posición en la tabla. La Máquina trató de explotar las bandas de Alvarado y Orbelín Pineda, también se le dio rienda suelta a Luis Romo y Guillermo Fernández para sumarse al ataque; al frente Jonathan Rodríguez y Santiago Giménez, quien entró de última hora por una lesión de Bryan Angulo, eran los responsables de concretar las llegadas.
Con este guion La Máquina dejó pasar los primeros minutos para luego hacerse del control del partido. Vino un disparo de Jonathan sin tanto peligro, luego un centro de Rivero que pasó peligrosamente por la portería, pero Orbelín llegó un tiempo tarde para empujarla.
Después vinieron las opciones de Romo, libre para pisar el área; en el primer pase recibido controló mal y en el segundo su disparo fue muy débil a las manos de Ustari. Sí, el mediocampista dejó constancia que no está en su mejor nivel, hoy luce impreciso y un tiempo retrasado.
De Pachuca no hubo nada que contar, amarrado de media cancha para adelante, en una labor más de contención que de propuesta, a sabiendas que era el que necesitaba la anotación para avanzar.
Justo en el último instante del primer tiempo vino la más peligrosa: Cabecita recibió por sector izquierdo, recortó hacia adentro –como suele hacerlo– y sacó un derechazo que fue a impactarse en la base del poste. Cruz Azul estuvo cerca, pero no entró.
El segundo tiempo comenzó con mayor ritmo y nerviosismo; Pezzolano mandó a Víctor Guzmán por el inadvertido Felipe Pardo, y por poco le sale con el cobro de un tiro libre que Corona le tapó al Pocho.
El gol de la Final
A la jugada siguiente Santiago Giménez se escapó en una descolgada, pero llegó ya forzado en su mano a mano con Ustari; sin embargo, ese fue el primer aviso del canterano, quien en el próximo arribo ya no perdonó. Vino el centro al área de Romo y Giménez se tendió de palomita para colocarla en el poste derecho del portero tuzo…metal y adentro, el Azteca explotó en júbilo.
Cruz Azul ya ganaba el partido, pero el gol en nada alteraba el plan de Pachuca. El cuadro hidalguense aún tenía el boleto a la Final a un gol de distancia, por el criterio de los tantos de visitante, así que el trámite prometía mucha tensión. Y así pasó. Vino un tiro esquina y el centro al área que Murillo remató a quemarropa, pero ahí aguantó Jesús Corona para hacer una sensacional tapada, de esas que valen una eliminatoria.
El juego entró en un vaivén de emociones, porque instantes después La Máquina parecía encontrar el segundo a través de Juan Escobar, pero se anuló por fuera de lugar.
Era momento de poner paños fríos y por eso Reynoso mandó a Aldrete por Orbelín Pineda; luego sacó a Santiago por Roberto Alvarado y Romo por Yoshimar Yotún.
El partido decayó en emociones, pero no en nerviosismo; Pachuca tuvo un último arreón en los instantes finales, mientras que La Máquina parecía matar en cualquier contragolpe. Ya no hubo más, los Tuzos entraron en desesperación y armaron hasta una pequeña gresca de la que salió expulsado Gustavo Cabral. Un gol fue suficiente, el conjunto celeste es finalista.
Sí, cada determinado tiempo Cruz Azul se da permiso de volver a soñar. Quizá la versión práctica y serie de Juan Reynoso –el último capitán que levantó el campeonato– es la que logre matar todos los fantasmas, esos que poco a poco han ido cayendo en este semestre. El próximo domingo, en el Estadio Azteca se pondrá un punto a la historia, quizá suspensivos, o lo que todo celeste añora: el punto final.