A inicios de septiembre pasado, una noticia hizo vibrar al futbol mexicano. En el Ascenso MX, con Dorados, Diego Armando Maradona tomaría las riendas del cuadro culichi. Sinaloa, tierra de complejidades extra cancha, de violencia, pero también de trabajo y gente humilde, esperaba sin preámbulo el arribo del astro argentino, que de paso, estaba a punto de firmar con un cuadro ruso como directivo honorario, pero se atravesó la posibilidad de dirigir en el país.
“Cuando me llamaron de Dorados, cancelé todo, no quise saber más de ningún otro equipo u ofrecimiento”, dijo en su presentación 'El Pelusa'. “Vine aquí, porque siempre me interesó el futbol mexicano, pero, muchachos, si estoy trabajando en Culiacán es porque antes no me llamó el América”, ironizó en la tertulia con los reporteros. Se le veía confiado, calmo, eso sí, con un importante séquito de seguridad a su alrededor, que prácticamente cuidaba cada detalle de Diego.
La empresa no era cosa fácil. Dorados, más allá de la euforia de tener a un referente mundial en su banquillo, navegaba en el penúltimo puesto de la clasificación general del Ascenso, cuando Maradona asumió el cargo; obligado a rendir casi de inmediato, Diego convocó a Luis Islas, ex compañero de selección y cuerpo técnico anterior, para que fungiera como su más cercano escudero; la directiva, por su cuenta, blindó al ídolo con Mario García como segundo auxiliar.
En su primer libro póstumo: ‘Cerrado por fútbol’, Eduardo Galeano dedica un breve capítulo a la descripción de Maradona. “La fama que lo salvó de la pobreza, lo hizo prisionera más tarde; Diego es el bebé de cada bautizo, el alma de cada fiesta, el muerto de cada velorio”… Y sí, con todo y su protagonismo desmedido y hasta declaraciones excesivas, el estratega argentino tiene hoy a Dorados a 180 minutos de una final. Con todo y cuestionamientos, ha sido un éxito.
LO QUE HA LOGRADO
Cuando Maradona llegó a Culiacán, Dorados se ubicaba penúltimo en la clasificación general y con ocho juegos por delante para que culminara la fase regular. Para Diego y compañía, la Liguilla ni siquiera era un objetivo cercano; lucía imposible. Con más garra que un estilo realmente definido en la cancha, sus dirigidos dijeron lo contrario. El argentino y los suyos sumaron 15 puntos de 24 posibles y accedieron a la fase final como el séptimo invitado en cuanto a unidades.
El hecho por sí mismo de ingresar a la fase definitiva por el título, le brindaba suficientes réditos a Maradona, pero seguir avanzando en la lucha por el campeonato, ya no parecía muy lógico. Mineros, en 180 minutos, era el rival a vencer, para instalarse en unas semifinales que a inicios de septiembre, aún con Diego anunciado, habría sido una broma. Con un marcador global de 0-1, triunfo en la vuelta, en Zacatecas, Dorados sigue soñando, ilusionándose con su '10' del banquillo.
LAS ESPECULACIONES
Aún no ha terminado el Apertura 2018 y ya se habla sobre el adiós de Maradona en Culiacán. Dorados pertenece a Grupo Caliente, que a su vez tiene en su nómina a Xolos de Tijuana y tras la salida de Diego Coca del banquillo fronterizo, los rumores comenzaron a cobrar fuerza sobre la vinculación del argentino; de hecho, en la publicidad estática del estadio de los caninos, se alcanzó apreciar un mensaje confuso que advertía: “Bienvenido, Diego”, a los pocos días de quedarse sin timonel.