La vida de los luchadores profesionales es tan exitosa y llena de gloria como triste en muchos casos, pues el tener una carrera impecable no significa que debajo del cuadrilátero tengan la misma fortuna. Así fue como sucedió con la leyenda de los encordados en la década de los 60, Apolo Curiel, quien murió a manos de un furioso agente de tránsito, terminando de golpe con una trayectoria que, para ese entonces, pintaba para mucho más.
David Curiel Meléndez nació en diciembre de 1937 en Tantoyuca, Veracruz, donde vivió su infancia para posteriormente mudarse a Jalapa para ingresar en la escuela normal de dicha ciudad y cumplir su sueño de convertirse en maestro, fue ahí donde desarrolló interés por el deporte y formar una figura atlética, inscribiéndose en un gimnasio en el cual conoció al entonces gladiador Oso Blanco, quien quedó impactado por su físico y con madera para el pancracio.
ESTRELLA EN ASCENSO
Es así como David conoció a Heraclio Fernaly, quien lo guía y entrena hasta su debut como luchador en 1958. Su carrera inició con el pie derecho, conquistando títulos regionales en Morelos hasta su debut en la Arena Coliseo de la Ciudad de México, donde sufre su primer revés tras perder la cabellera contra Vick Amescua.
Después de medirse contra los mejores y superar las derrotas, Apolo Curiel llega al clímax de su carrera, aspirando al título mundial de peso medio, el cual tristemente pierde en una épica lucha contra Rene Guajardo; sin embargo nunca desistió y siguió cosechando grandes batallas.
SU ASESINATO
Después de pelear al lado de la leyenda Huracán Ramírez, el 12 de julio de 1968, ese fin de semana decide viajar a Guadalajara, donde pelea haciendo pareja con el español Manolo Pollman, sin imaginar que aquella noche sería su última presentación.
Después de la función, Pollman y Apolo decidieron celebrar en un centro nocturno, donde estuvieron hasta muy entrada la madrugada, a dicho lugar acudieron unos oficiales de tránsito, donde uno de ellos intentó golpear a Curiel, quedando exhibido por el luchador, quien le venció fácilmente; sin embargo, no imaginaba que al salir del lugar, el uniformado lo esperaba con sed de venganza, y sin pensarlo dos veces le disparó ocasionándole la muerte a la edad de 30 años.