La vida da tantas vueltas, cambios repentinos y giros constantes, que en tan poco tiempo se pueden atravesar etapas de contraste como le ha sucedido a Bibiana Candelas, la entrenadora de voleibol del ITESM Campus Monterrey, que pasó de representar a México en los Juegos Olímpicos de Beijing a pelear una aguerrida batalla contra el cáncer. Hoy día, luego de superar la enfermedad, tiene la dicha de esperar el nacimiento de su bebé, el regalo más anhelado y una bendición que le permite ver el mundo con otros ojos.
Si algo distingue a Bibiana es su espíritu de lucha y perseverancia, el deseo de superarse a sí misma y no conformarse. Eso la llevó a convertirse en voleibolista élite, representando a México en ligas profesionales y, el máximo logró, su participación en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 en voleibol de playa, donde la lagunera tocó techo como profesional, pero fue tan sólo una etapa de su vida deportiva.
Luego de jugar en la Liga de Puerto Rico en 2017, regresó a México y fue cuando comenzó a trabajar en el Tec de Monterrey. Dejó de jugar, y a los procos mese de su retorno fue que le diagnosticaron el cáncer. Detuvo toda actividad física. Fue un cambio drástico, pero necesario, al no poder hacer lo que más le gustaba.
El golpe fue duro y le hizo sentir miedo, pero estaba dispuesta a enfrentarlo como lo hacía en la cancha, con determinación y sin bajar los brazos. Fueron meses de dolor y sufrimiento en esa batalla, con la quimioterapia, luego la recaída. Todo salió bien con el trasplante de médula, pero con el tratamiento tan fuerte al que fue sometida, el riesgo de no ser mamá era latente.
Luego de dejar atrás la enfermedad, Bibiana se siente fortalecida. Asegura estar muy contenta porque su bebé está por nacer, está a unos días y naturalmente siente el nerviosismo y emoción, pues la vida le sonríe, además de estar trabajando como entrenadora del equipo representativo de voleibol femenil del ITESM.
Comenta que han sido cambios radicales por todo lo que vivió en 2019, 2020 y 2021, tres años diferentes, porque en 2019 fue cuando tuvo la recaída y empezó con el tratamiento de quimioterapia.
“Fue un periodo difícil, porque ese año perdí a mi padre, fue un momento muy duro. En 2020 fue cuando tuve el trasplante de médula ósea y dentro de ese año a los 3 o 4 meses fue cuando me dio la noticia de estar en remisión y a partir de ahí tuve mayor claridad en mi vida, de lo que quería y se dio la oportunidad de dirigir al representativo de voleibol femenil del Tec, que es un reto que me encanta, me toca estar del otro lado de la cancha y puedo trasmitirle a mis jugadores un poco de lo que viví y lo que me gustaría que crecieran como jugadoras”.
Todo esto no lo ve como una segunda oportunidad, sino como una tercera, pues su primer diagnostico de cáncer fue en 2017, En 2018 tuvo su primera remisión y recaída en 2019, así que hubo muchos cambios, no sólo en lo físico, también en la parte laboral, ahora en esta faceta de ser mamá.
“Es un cambio de 360 grados en mi vida, cada día valoro más lo que tengo, vivo una etapa feliz, estoy contenta, plena, y ahora con nuevos proyectos y metas, tanto personales como profesionales. Me siento muy feliz”.
Todos estos cambios los ha vivido en pandemia y eso ha sido un tanto complicado, sobre todo que visitó bastante el hospital en medio de la contingencia sanitaria. Pero también en el sentido de que parte del trabajo de un entrenador es tener a sus jugadores de manera presencial en cancha, algo que no ha tenido oportunidad de hacer.
“Hemos entrenado vía Zoom y por este medio es que he comenzado a conocer a mis jugadoras, tanto en la parte personal como deportiva. Ahora que se ve una mejoría en cuanto a regresar, estoy emocionada de poder estar físicamente y conocer a mi equipo personalmente, trabajar de una mejor manera. En ese tema creo que todos vivimos ese proceso, un poco de frustración, sin saber si iba a haber competencias, entrenar, luego fue el proceso de enfocarnos más a lo que podíamos hacer para mejorar las condiciones en que estamos”.
Bibiana ha cambiado su rutina completamente, pues al estar incapacitada por maternidad, básicamente lo que hace es esperar a que nazca su bebé y eso la hace sentir emocionada, nerviosa y contenta a la vez, porque afirma que ser mamá es algo que había querido desde hace muchos años.
“Estaba dentro de mis planes de vida, no lo había hecho porque estaba jugando, daba prioridad a mi vida profesional; pero ahora llegó en el mejor momento de mi vida. Además, uno de los efectos secundarios del trasplante era tener problemas quizá para tener hijos, por eso, al saber que estaba embarazada, esa fue la mejor noticia, lo que me ha cambiado la vida”.
Afirma que está en un momento especial y único, algo que no puede describir, “simplemente me imagino que al tenerlo conmigo, en mis brazos, será un sentimiento único y a la vez siento esa responsabilidad, pero estoy contenta de todo lo que me pasa. Vamos a ver si le gusta el voli y apoyarlo con lo que decida ser. Se llamará Luca Antonio, Luca por su papá Luis Carlos, se hizo mezcla de sus dos nombres, y Antonio en honor a mi papá”.
Quiere dirigir la selección nacional
Desde luego que está en los planes de Bibiana Candelas dirigir en un futuro la selección nacional de voleibol; pero por ahora su enfoque está en el equipo del ITESM, crecer como entrenadora, a prender y después, si se puede y hay oportunidad, buscar la selección mexicana.
Por otro lado, afirma que extraña a su ciudad natal, pues “cada vez que voy a Torreón, donde está mi hermana y dos sobrinos, mi cuñado, es un gusto, aprovecho para ir por mi agua célis, los elotes a la Alameda, esos lugres que solía visitar cuando era chica”.
Afirma que si pudiera regresar el tiempo no cambiaría nada de su vida absolutamente, porque tanto las cosas buenas como las no tan buenas la han hecho la persona que es ahora, por eso recuerda cada momento de su vida con agrado, como su participación en Juegos Olímpicos.
“Me da mucha alegría pensar en ello, más en estos tiempos. Me da nostalgia de recordar cuando uno los vivió. Recuerdo el momento en que decidí cambiarme al voleibol de playa, ir detrás de ese sueño, la meta, lo que vivimos entonces, lo que pasamos para esa clasificación, la culminación, estar en la inauguración en Beijing, eso fue increíble, sobre todo al tocar la arena de la cancha, eso fue una emoción que no se puede describir, es donde te cae el veinte de que cumpliste el sueño, una meta y es la hora de dar lo mejor, el máximo esfuerzo”.
Por todo lo aprendido, da gracias a sus maestros, primero Gildardo López e Irma Rangel, quienes fueron los que le enamoraron del voleibol, le enseñaron las bases, y a medida que fue creciendo y desarrollándose en otras ciudades, como en la universidad, también tuvo apoyo de maestros, pero sin duda quien la preparó en playa fue Salvador González.
“Ellos me tocaron, me hicieron crecer y en casa siempre serán mis padres, pues siempre me acompañaron, siempre me estuvieron aconsejando en todo momento”.
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