Ernesto Canto, quien llevó a la marca mexicana a lo más alto de la gloria deportiva en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, falleció este viernes a la edad de 61 años, tras pasar sus últimos días luchando contra el cáncer de páncreas e hígado.
En su cuenta de Twitter, el Comité Olímpico Mexicano dio a conocer el fallecimiento de quien llegó a ser considerado el mejor andarín del mundo por la Federación Internacional de Atletismo.
“La Familia Olímpica mexicana lamenta el deceso de Ernesto Canto, miembro del Comité Ejecutivo del COM y un ícono de la marcha mundial; ganó todo y se consagró con el oro obtenido en los 20 km de los JO Los Ángeles 84. Le deseamos a sus seres queridos pronta resignación. QEPD”, posteó el COM.
Carlos Padilla, presidente del Comité Olímpico Mexicano, también trasladó sus condolencias a la familia de Canto en su cuenta de la misma red social. “Lamento profundamente la pérdida de nuestro campeón olímpico Ernesto Canto, quien puso a México en lo alto del podio en Los Ángeles 84 y deja un gran legado en la Familia Olímpica. Acompaño en su dolor a sus hijos, familiares y amigos. QEPD”, escribió el directivo.
Una carrera prolífica
Desde muy temprana edad, Canto Gudiño incursionó en la marcha, deporte del que haría su modo de vida. Los campeonatos infantiles no tardaron en llegar y con el paso de los años fue perfeccionando la técnica, para empezar a trascender en el plano internacional.
En 1981 fue ganador del Premio Nacional de Deportes, gracias a sus destacadas participaciones en torneos juveniles. Sin embargo, en 1982 ganó su primera medalla de peso. Fue en los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en La Habana, cuando ganó el oro en los 20 kilómetros de la marcha.
Su carrera iba en ascenso y un año después conquistó la misma presea en los Juegos Panamericanos de Caracas y el Campeonato Mundial en Helsinki, por lo que fue llamado “El mejor andarín del mundo”.
La gloria eterna
Los pasos de Canto eran firmes, se trataba de un elegido, pero a su trayectoria le hacía falta la joya de la corona, y ésta llegó en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Fue el 3 de agosto de ese año cuando Canto conquistó el Memorial Coliseum.
Fue una jornada en la que dio muestra de su capacidad atlética y mental, dio cátedra con el dominio del escenario. Se despegó pronto del grupo de 38 andarines, y cuando el italiano Maurizio Damilano le dio alcance y le arrebató la punta, no se estresó, mantuvo la cordura, conocía sus fortalezas y apretó en el cierre, recuperó el primer puesto y cuando entró al estadio comandaba la prueba.
A los 24 años y con un tiempo de 1:23:13 horas, Ernesto Canto, con su número 632, cruzó la meta, había dejado atrás a su compatriota Raúl González, además de imponer una nueva marca en dicha prueba, corroboraba que era el mejor atleta mexicano de esos días.
FOTO: Fototeca Milenio
Con el paso de los años, vino la etapa final de su carrera, todavía alcanzó a participar en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, pero ya no logró trascender. Anunció su retiro un par de ocasiones, pero fue convencido de continuar, logró algunos títulos más, pero la época gloriosa había terminado.
Tras su retiro, se dedicó a dar conferencias y a otros negocios personales. Su nombre ya había quedado grabado en las páginas de historia del atletismo, por esos éxitos que consiguió en un tiempo en el que no hubo nadie parecido a él. Ernesto Canto Gudiño trascendió como pocos, su legado es eterno.
FCM