María Teresa Ramírez, una medalla de bronce forjada con valentía

La ex nadadora recuerda cómo luchó hasta en los últimos instantes para obtener el tercer lugar en México 1968 y así convertirse en la segunda mujer mexicana en subir al podio olímpico

María Teresa Ramírez, bronce en los Juegos Olímpicos de México 1968 (Santiago Chaparro)
Ciudad de México /

El 24 de octubre de 1968 se cumplirán 50 años de la obtención de la medalla de bronce de María Teresa Ramírez, un metal que lo disfruta y recuerda como si hubiera sido el oro, ya que se entregó en cuerpo y alma en esa final de los 800 metros libres, para así arrebatarle a la australiana Karen Moras el tercer lugar, y de paso convertirse en la segunda mujer de nuestro país en conseguir una medalla olímpica, después de que la María del Pilar Roldán fuera la primera. 

En la Alberca Olímpica Francisco Márquez, Ramírez consiguió el bronce tras culminar la prueba con un tiempo de 9:38.5 minutos, a solo una décima de segundo arriba de la australiana Moras (9.38.6). El primer sitio fue para la estadunidense Debbie Meyer con 9:24.0 y el segundo para la también americana Pamela Kruse con 9:35.7.

Ramírez comenzó a tener clases de piano a los cinco años de edad y dos años después, su maestra de piano le veía un gran futuro como concertista. Sin embargo, la vida de María Teresa dio un giro de 360 grados luego de tomar clases de natación y agarrarle pasión a cada brazada, además que el entrenador descubrió que sus tiempos hechos en diferentes pruebas eran óptimos para salir ganadora.

Así, a los doce años de edad, en los Centroamericanos y del Caribe de 1966, en San Juan, Puerto Rico, la mexicana comenzó trascender de manera internacional luego de ganar la medalla de bronce en los 100 metros estilo mariposa, plata en el relevo 4 por 100 combinados, además del tercer lugar en los relevos 4 por 100 metros libres.

Posteriormente, compitió en los Panamericanos de Winnipeg de 1967, donde obtuvo un quinto lugar en las pruebas de estilo libre. Después de ello, decidió dejar sus estudios para concentrarse totalmente en la natación, para clasificar y llegar en óptimas condiciones a los Juegos Olímpicos de México 1968. Y ese sacrificio de dejar la escuela valió la pena, ya que a sus solamente 14 años de edad, obtuvo la medalla de bronce en esa justa olímpica.

¿Qué recuerdo te trae la Alberca Olímpica?

Cada que vez que vengo a esta instalación me viene el recuerdo de aquel día que competí en los Juegos Olímpicos, caminar por los pasillos, ver la alberca, ver el carril, la gente gritando México, además que es un escenario precioso, y nunca me imaginé competir en una instalación así, y ahora verla con esta remodelación, la verdad es maravilloso, es como volver a sentir que es la época de los Juegos Olímpicos
¿Te imaginaste alguna vez que esta medalla cambiaría tanto tu vida?

“No, porque yo era una niña y a esa edad me emocionaba ser olímpica, y cuando supe de los Juegos Olímpicos dije yo quiero estar ahí y quiero ganar una medalla, pero la verdad nunca imaginé que esa oportunidad se me fuera a dar tan rápido porque los próximos Juegos iban a ser en México. Entonces empezó a surgir esa euforia y todo ese ambiente olímpico, y yo ya era campeona nacional, por lo tanto, era muy posible que yo formara parte de esa selección, y poco a poco se fueron dando las condiciones para que yo tuviera la mejor preparación, con un entrenador norteamericano, con Ronald Jhonson, y ya tenía todas las condiciones para mi desarrollo, y la verdad es que sí era un sueño, y además iba a eventos internacionales, lo cual ya me daba mucha confianza de que podría estar en una final”.

¿Te sentías como favorita para subir al podio en esa justa olímpica?

“Yo era una promesa, y estaba Guillermo Echevarría como el candidato fuerte, mientras que Felipe y yo éramos buenos pero no se hablaba de una medalla, pero ya muy cerca de la competencia empezaban a decir que los tres éramos prospecto para medalla. La emoción de estar en unos Juegos Olímpicos y estar en casa con mi público, con mis amigos y con mi familia, todo hizo que me motivara mucho a dar mi máximo esfuerzo, y conforme pasaba el tiempo me fui dando cuenta del cambio, de que lo que representaba ya ser medallista olímpica y formar parte de la historia del deporte mexicano a nivel olímpico”.


¿Qué pasó por tu mente durante toda la competencia?

El 24 de octubre llegué con mucho tiempo de anticipación, y estaba concentrada en un cuarto donde tienen a las ocho finalistas. Cuando salimos empecé a escuchar el grito de México, y me quedé ubicada en el carril tres. Debbie y Karen se empezaron a adelantar y la estrategia era que no lo hicieran mucho y que siguiera viendo la patada, lo cual pasó durante los primeros 400 metros. En la segunda parte comencé a recuperar distancia para acercarme a Karen y desde ahí comencé a escuchar los gritos más fuertes y ahí pensé voy bien, y ya en los últimos 200 metros ya iba a la par con la australiana. En esa fase final recuerdo que me dolía mucho el estómago y al dar la vuelta no me empujaba como debía por ese dolor, y eso provocó que me sacara un poco de ventaja, pero después yo la alcanzaba, y en los últimos 20 fue una locura, donde decido hacer mi mejor esfuerzo y aventarme a la orilla. Después apareció mi nombre en la pantalla y ya fue cuando vino la alegría y la emoción por el momento de decir lo logré. De las cosas más satisfactorias que siempre comento es que ese momento se dio en México, porque realmente fue una fiesta olímpica y competir con los mejores del mundo”.

¿Qué significa para ti tener una medalla olímpica?

“Es un logro muy importante, todo deportista sueña con ser olímpico y ganar una medalla. El hecho de subir al podio y de ver tu bandera izarse y recibir esa medalla, es un momento maravilloso y especial, porque es el resultado de mucho tiempo de esfuerzos y de estar entrenando, ya que para llegar a ese momento tuve que dejar un año el estudio, y los entrenadores veían mucha posibilidad en mi y que me siguiera enfocando. Afortunadamente mis papás siempre estuvieron muy abiertos y me dieron a elegir, así me enfoqué a la natación, y todo valió la pena”.

¿Qué representa para ti ser la única mujer mexicana con medalla olímpica en la natación?

“Por un lado es muy satisfactorio porque es un deporte de primer mundo y había que estar a la par de las competidoras, y a nosotros nos dieron esa preparación para ese momento, fogueo, instalaciones y el apoyo de las instituciones, además del apoyo de mi familia. Es el equipo más fuerte que ha tenido para México en natación en su historia olímpica, y se conjunto el trabajo de mucha gente, y servimos de ejemplo para las nuevas generaciones, y para que las mujeres vieran que si se puede. Y después de 34 años llegó el oro de Soraya Jiménez, y después vino el taekwondo, clavados y tiro con arco”.

Cuándo escuchas la palabra México 68, ¿qué es lo primero que viene a tu mente?

“El año del olimpismo donde México celebró unos Juegos maravillosos, y toda la gente que lo vivimos como atletas o espectadores, lo recuerdan con mucho cariño, unos juegos de la paz porque convivimos en armonía, fue una fiesta del deporte, yo recuerdo que en la clausura las delegaciones se desintegraban y nos abrazábamos, era una fiesta que México podía dar al son de mariachi, y todo mundo lo disfrutó”.

  • Carlos Cruz
  • carlos.cruz@milenio.com
  • Reportero en La Afición desde marzo del 2006. Egresado de la Licenciatura de Comunicación Social en la Universidad Autónoma Metropolitana. Ha cubierto tres Juegos Olímpicos (Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020).

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