Cuando oficia misa es el padre Sergio Gutiérrez Benítez, cuando sube al cuadrilátero es Fray Tormenta. Así es la vida de uno de los gladiadores más famosos y controvertidos en la lucha libre mexicana.
Desde pequeño, Fray Tormenta encontró en la iglesia el refugio que lo salvó de las calles y las adicciones, por lo que, después de muchos años como fraile, comenzó a ayudar a niños en su misma situación.
Antes de pensar en ser luchador, Gutiérrez Benítez empezó a dar asilo a niños de la calle en la iglesia, a los cuales apodó cariñosamente “cachorros”, sin embargo, una triste anécdota con uno de ellos lo convenció de convertirse en padre y no ser únicamente fraile o hermano.
“Pasa el tiempo y cuando se me muere a mí uno de ellos, casi en diciembre. Me dijo ‘me quiero confesar contigo’ y le dije ‘no puedo, hijo, no soy sacerdote’. Entonces el muere en mis brazos y ahí me sentí un poco mal”, dijo el luchador hace unos años a TV Azteca.
Ese suceso lo marcó de tal forma que decidió pedirle a sus superiores que lo ordenaran sacerdote, pero quería hacerlo entre el grupo de niños y jóvenes que ayudó, no en un ambiente eclesiástico.
“Inmediatamente al otro día voy con mis superiores para que me ordenaran sacerdote. Fue así que un 26 de mayo de 1973 me ordenó sacerdote el obispo José Guadalupe Padilla entre drogadictos, prostitutas y delincuentes. Nunca quise ordenarme en la catedral”, recordó.
¿CÓMO SE CONVIRTIÓ EN LUCHADOR?
Inspirado en las películas mexicanas El Señor Tormenta y Tormenta en el Ring, el ya sacerdote decidió incursionar en el mundo de la lucha libre con el fin de obtener recursos para dar casa y comida a los niños de su casa hogar, donde muchos de ellos, además del estudio, eligieron seguir su pasos y recibieron su entrenamiento para después convertirse en profesionales.