La misteriosa muerte de 'El Solitario', una leyenda de la lucha libre que pudo superar al Santo

A la edad de 39 años, el enmascarado se consagró como uno de los luchadores más famosos de México, incluso se equiparó con El Santo o Blue Demon

El Solitario (Especial)
Ciudad de México /

La carrera del Solitario fue corta a comparación de muchos luchadores, pero también es una de las más envidiables del ámbito. Con múltiples máscaras y cabelleras en su historial, el enmascarado escaló rápidamente en la escena estelar de todo México; sin embargo, un misterioso accidente le ocasionó una muerte prematura.

Roberto González Cruz nació el 22 de mayo de 1946 en Jalisco. El menor de siete hermanos siempre se caracterizó por ser un joven con mucha ambición, por lo que buscó sobresalir a cualquier costo. Con 12 años comenzó a entrenar lucha libre con su hermano, quien era conocido como Othon Banzica en las arenas locales, pero un accidente arriba del ring terminó con su vida.

Aunque la muerte de su hermano afectó a Roberto y su familia, él no se rindió y dos años más tarde inició su entrenamiento profesional con Joe el Hermoso. Debido a su edad, los promotores locales aprovecharon para enmascararlo como El Hijo del Santo o Hijo de Blue Demon, pero algo en él le hizo entrar en razón y dejó estas prácticas.

Pronto buscó otro nombre para comenzar su camino en el ámbito. Primero utilizó el personaje de Zika II, en honor a su hermano, empero esto no fue suficiente y nuevamente inició un proceso creativo para encontrar la máscara ideal. Tras dejar Teocaltiche para mudarse por su cuenta a Tijuana, inventó el nombre de Solitario, inspirado en los cómics y la serie del Llanero Solitario.

No tardó mucho en acaparar la atención en la escena independiente. Su talento lo llevaron a probar suerte en la Ciudad de México, específicamente en la Arena Coliseo en 1966. Gracias a ello, la EMLL lo firmó casi inmediatamente en su llegada a la capital.

Ya situado en las carteleras de la Empresa Mexicana, Solitario tuvo en prematuro ascenso y comenzó a ganar algunas luchas de apuesta. La primera fue ante Ray Mendoza en 1968, después consiguió la cabellera de René Guajardo. Sin embargo, su verdadero reto llegó con la nueva Ola Blanca.

EL LUCHADOR DE LA DÉCADA

Con el Campeonato Peso Medio de la NWA, Solitario llamó la atención de Dr Wagner y Ángel Blanco, quienes conformaban a la Ola Blanca. Luego de pláticas y acuerdos, Solitario se integró al equipo para formar a una de las tercias más dominantes de aquella época.

Paulatinamente Solitario comenzó a gustar más a los aficionados debido a su estilo técnico a ras de lona, pese a ser del bando rudo. Esto hizo que los espectadores desearan ver al enmascarado del lado técnico, por consiguiente, al observar la reacción de todos, Ángel Blanco y Dr Wagner lo traicionaron, iniciando con su rivalidad en 1972.

Ese mismo año Roberto González sorprendió al público luego de despojar de su máscara a Ángel Blanco, uno de sus más grandes amigos, pero también rivales en el ring. Esto sirvió como la consolidación del Solitario en la lucha libre.

Después de aquella hazaña, continuó luchando junto con Hijo del Santo, Rayo de Jalisco y Mil Máscaras, para hacerse frente ante los rudos del deporte. En 1975 abandonó la EMLL y se dirigió al Toreo de Cuatro Caminos con la UWA, lugar donde consiguió el título semicompleto, así como la cabellera del Perro Aguayo, la máscara de Bestia Roja, y peleas en Japón y México frente a Tatsumi Fujinami. Por consiguiente, fue nombrado el mejor luchador de la década de los años setenta.

Los logros en la carrera del Solitario no terminaron. Se convirtió en Campeón Semicompleto de la UWA y lo defendió ante algunos gladiadores. Entró en una tercia con Aníbal y Villano III, aunque la alianza con el primer luchador no duró mucho, puesto que él deseaba su título.

Aunque formó parte del equipo de El Santo en su lucha del retiro, los retos para Solitario tardaron en llegar. No fue hasta 1985 Dr Wagner regresó para cobrar venganza por su amigo y aquella noche del 1 de diciembre ambos se vieron las caras en la Plaza de Toros en Monterrey. En un descuido, el Galeno del Mal perdió su tapa, no sin antes dejar en claro que fue cuestión de suerte. “Me ganaste por velocidad, pero hombre a hombre no me ganas”, dijo.

UN FINAL ANTICLIMÁTICO

Con 39 años, casi 40, Solitario gozaba de una carrera exitosa. Títulos y varias apuestas ganadas lo respaldaban; sin embargo problemas de salud comenzaron a dañar su cuerpo de forma paulatina. El 6 de abril de aquel año, Roberto Gonzáles falleció debido a una falla en sus pulmones.

Sobre su muerte existen distintas versiones. Una de ellas dice que en una lucha contra Fishman sufrió un duro golpe que le ocasionó una hemorragia en su estómago, incluso un grupo de personas culparon al luchador por dicho acontecimiento. Otro rumor puntualiza que murió sobre una mesa de quirófano debido a una lesión. Y finalmente se cree que todo fue inventado para incrementar su leyenda.

Pese a todas las hordas de especulaciones, ninguna posee las suficientes bases para ser tomada en cuenta. Lo cierto es que la muerte del Solitario dejó un vació que, hasta el momento, ningún luchador ha podido llenar.

RGS

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