Tras poco más de un mes de competencia, en donde fuimos testigos cómo 32 selecciones se liaron para labrar un camino rumbo a la Final del Estadio Luzhníki, Francia y Croacia han sido los únicos dos sobrevivientes, mismos tendrán en privilegio de jugar por el título del Mundial de Rusia 2018.
Ambos cuadros han tenido que librar una auténtica guerra para poderse alzar en este sitio. Les Bleus, aún con el sinsabor de haber caído hace dos, en el Stade de France, en la Final de su Eurocopa, han logrado patentar su etiqueta como uno de los equipos favoritos para llevarse la Copa del Mundo. Por su parte, los balcánicos han sabido perfectamente jugar con el mote de ‘Caballo Negro’.
Sin embargo, una característica que el desempeño de estos ha compartido, es la labor neurálgica que han llevado a cabo sus respectivas medios centros y zonas de creación. Es en esta zona del campo, la que ha financiado el éxito tanto de galos como de vatrenis para llegar al máximo partido que puede ofrecer el futbol.
FRANCIA
Desde hace casi 40 años, la selección de Francia se ha caracterizado por tener, casi siempre, un medio campo repleto de talento, táctica y técnica, caracterizado por un futbol delicado, de buen trato de pelota, en ocasiones elegante, espectacular y muy efectivo.
Los cimientos puestos por aquel cuadro mágico de los años 70’ y 80’, que dieron paso a la generación que ganó el Mundial de 1998 y la Eurocopa del 2000, mismo que, en buena medida, conformó al equipo del subcampeonato en Alemania 2006. Hoy, con esa base, Les Bleus han regresado a una Final de Copa del Mundo.
En Rusia 2018, le mediocampo francés ha mantenido un forma. Un mediocentro que se finca en la figura de N’golo Kanté; a partir de él, desde su gran labor en la recuperación, comienza a cocinarse todo el futbol que práctica la selección de Francia.
A su lado, completando el tribote en el medio terreno, lo acompañan Paul Pogba y Blaise Matuidi, además de contar con dos efectivísimos recambios, uno para guardar el sitio, como lo es Steven N’zonzi, y otro, como Corentin Tolisso, para romper líneas y agregar más hombres al ataque, ayudando a la verticalidad del equipo. Todo esta labor, para servir a Kylian M’bappe, a Antonie Griezmann y –en general- a todo ese arsenal ofensivo con el que esta escuadra dispone.
CROACIA
Una selección que es más vieja de lo que muchos creen. Para ir a su origen, tenemos que regresarnos casi 80 años en el tiempo, hasta las épocas de la Segunda Guerra Mundial; fue ahí cuando el ejército Nazi ocupó el antiguo Reino de Yugoslavia. Tras muchos años y un sinfín de acontecimientos, fue hasta principios de los 90’ cuando Croacia entró en acción; para ser más exactos, en la Eurocopa de Inglaterra 1996.
Con un equipo muy competitivo, producto del surgimiento de una de las mejores camadas de futbolistas en la historia de los países de la península balcánica, los Vetreni llegaron lejos en Francia 98’, en donde se quedaron con el tercer puesto de la competición. Tras ello, en las Copas del Mundo de 2002, 2006 y 2014, los croatas fracasaron, pero –tal y como sucedió hace más de 20 años- una gran generación ha dado lugar.
Un equipo que ha aprendido de sus tropiezos, mismos que les han ayudado para tomar experiencia y madurez, la cual se ha visto patentada con este ya gran logro en Rusia 2018. Una selección solidaria, en donde todos entienden a la perfección su respectivo rol. Así como los galos, Croacia ha basado su funcionamiento, principalmente, en su mediocampo, zona que posee un muy porcentaje del talento con el que dicha escuadra cuenta.
Todo parte desde la labor que cumplen en el círculo central Luka Modric e Ivan Raktic, los líderes, quienes dan abasto a hombres como Brozovic, Kovacic o Badelj. Con ello, la tarea se cumple con la incursión de Perisic, Kramaric, Kalinic, Mandzukic o, incluso, Pjaca. Si fuera poco, los balcánicos han encontrado otra severa arma en la figura de Ante Rebic.