A solo 19 días de la jornada electoral, los candidatos presidenciales Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Jaime Rodríguez delinearon en su tercer y último debate 59 propuestas en diversas materias, pero también cruzaron 36 ataques, principalmente por supuestos actos de corrupción.
Anoche, en el Gran Museo del Mundo Maya, en la ciudad de Mérida, los abanderados a la Presidencia de la República contrastaron por más de dos horas sus planteamientos sobre crecimiento económico, combate a la pobreza, salud y educación, e intercambiaron una vez más descalificaciones y adjetivos.
Anaya, de la coalición Por México al Frente, acusó a López Obrador, de la alianza Morena-PT-PES, de adjudicar sin concurso ni licitación contratos por 170 millones de pesos a su amigo José María Riobóo durante su gestión como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, e incluso lo retó a renunciar a la candidatura si le mostraba las pruebas de dichos señalamientos.
—Te has convertido, Andrés Manuel, en lo que tanto criticabas, y como los del PRI, ya tienes también tus contratistas favoritos; contesta sin chistes, sin payasadas, sí o no: ¿cuando fuiste jefe de Gobierno, a Riobóo le otorgaron contratos por asignación directa, sin licitación ni concurso, por 170 millones de pesos?, contesta sí o no— cuestionó Anaya.
—No, no. No tiene sentido lo que planteas, te digo que no, yo no soy corrupto —respondió López Obrador.
—¿Entonces no es cierto? ¿Y si te lo demuestro renuncias a la candidatura?— desafió el panista.
—No, no, no. No soy corrupto como tú —atajó el tabasqueño justo cuando terminaba el tiempo de ese segmento.
Anaya arremetió también contra Meade, candidato del bloque PRI-PVEM-Panal, y lo amagó con llevarlo ante la justicia, junto al presidente Enrique Peña Nieto, por los casos Iguala, Casa Blanca y Odebrecht, entre otros.
“Tú, José Antonio, y tu jefe Enrique Peña Nieto van a enfrentar la justicia cuando yo sea Presidente de México, porque eso es lo correcto; entiendo que se pusieron de acuerdo con López Obrador, que ya los perdonó, pero la justicia se tiene que hacer en nuestro país”, remarcó.
El candidato de la coalición Juntos Haremos Historia negó en su turno el supuesto “pacto de impunidad” con Peña Nieto y subrayó que es Anaya quien se reunió seis veces en menos de un año con el Presidente de la República, pero ahora se peleó con él y hasta quiere meterlo a la cárcel.
—¿Sabes qué? No es mi fuerte la venganza; justicia, no venganza, ¡ni a ti te voy a meter a la cárcel! —reviró AMLO al queretano.
Meade lanzó también una serie de ofensivas a sus oponentes en la contienda presidencial y sostuvo: “aquí el único indiciado por delito es Ricardo”, en referencia a la admisión de la denuncia presentada antier por el senador Ernesto Cordero contra Anaya por presunto lavado de dinero.
El ex secretario de Hacienda cuestionó también a López Obrador.
“En el tema de Odebrecht la pregunta no debería ser para mí, Ricardo, sino para Andrés Manuel, porque el socio de Odebrecht en México es la familia de (Javier) Jiménez Espriú, a quien Andrés Manuel ha propuesto como su secretario de Comunicaciones y Transportes, y que por cierto no va a llegar, porque va a perder”, puntualizó.
Al comienzo del debate, Ricardo Anaya se dijo víctima de una campaña en su contra por su intención de investigar los probables actos de corrupción del actual sexenio, en caso de ganar la Presidencia.
“He sido blanco de una campaña brutal de ataques, mentiras e infamias porque me atreví a decir que cuando sea Presidente de México habrá una fiscalía autónoma que investigue a Enrique Peña Nieto y su participación en los escándalos del sexenio”, acusó.
López Obrador reprochó una vez más la andanada de sus adversarios, según él, por ser puntero de la competencia: “Yo qué culpa tengo de que estén ustedes empatados, empatados hasta abajo y piensan que aquí en el debate van a remontar 30 puntos que les llevo; o sea, yo entiendo que estén desesperados, pero serénense”.
En ese contexto, el independiente Jaime Rodríguez descalificó a los candidatos postulados por los partidos políticos y aseguró que “los tres están denunciados y los tres pueden ir a la cárcel”, aunque evitó precisar sus dichos.
Y si en el segundo debate pidió a López Obrador darle un abrazo a sus adversarios, anoche lo emplazó a darle un beso a Anaya.
“Me divierto con ustedes, ahora dale un beso, cabrón; dale pues, dale un beso, México necesita de la unidad de todos, no de pleitos”, dijo el neoleonés.
REFORMA EDUCATIVA
Andrés Manuel López Obrador reafirmó su intención de cancelar la reforma educativa, mientras Ricardo Anaya ofreció revisarla y José Antonio Meade se manifestó por darle continuidad.
Durante el debate, moderado por los periodistas Gabriela Warkentin, Carlos Puig y Leonardo Curzio, los contendientes evidenciaron sus discrepancias en esa materia como en ninguna otra.
“Voy a cancelar la esencia de la reforma, porque considero que no es una reforma educativa lo que se aprobó, sino tiene más que ver con una reforma laboral; es un mecanismo, una represión, una coerción a maestros. Está dedicada a afectar a los maestros y tiene una orientación neoliberal, privatizadora”, sostuvo AMLO.
En ese tema, el tabasqueño anunció que, de llegar a la Presidencia, designará a María Elena Álvarez-Buylla, especialista en biotecnología de la UNAM y Premio Nacional de Ciencia 2017, como titular del Conacyt.
Anaya indicó a su vez que cancelar la reforma educativa y permitir que se vendan y hereden plazas sería “absolutamente criminal”.
No obstante, se declaró en desacuerdo con la forma en que se ha implementado la reforma para castigar y hostigar a maestras y maestros: “Yo les voy a dar el trato que se merecen como verdaderas aliadas y aliados del gobierno y de los padres de familia para lograr la transformación”.
Meade defendió en su oportunidad la reforma en todos sus términos y señaló que cancelarla implicará cancelar también el futuro de los niños y echar por la borda la posibilidad de que aprendan inglés.
Manifestó su disposición a perfeccionar la reforma y dialogar con los maestros, así como mejorar sus remuneraciones, pero no con los de la disidencia magisterial, “no con los violentos, con los que avientan piedras, palos, con los que impiden que se dé el tránsito y se abran los negocios, con los que no hacen del diálogo el instrumento de negociación”.
TRAJES Y GUAYABERAS
Horas antes del arranque del debate, simpatizantes de los candidatos presidenciales arribaron a las inmediaciones del Gran Museo del Mundo Maya para respaldar con mantas, pancartas y arengas a sus respectivos abanderados.
El independiente Jaime Rodríguez fue el primero en llegar a la sede, acompañado por su esposa y sus hijos, y detrás de él aparecieron Meade y Anaya, también junto a sus respectivas consortes.
López Obrador y su esposa arribaron al final, pero casi pisándole los talones a Anaya.
En contraste con los trajes oscuros de sus tres adversarios, el tabasqueño arribó vestido con una guayabera blanca y pantalón negro, aunque adentro del recinto se cambió y, tal como lo establecía el “código de vestimenta”, entró al set también de saco y corbata.
“Me mayoritearon”, dijo López Obrador a los representantes de los medios de comunicación.
El Instituto Nacional Electoral consultó dos días antes del debate a los representantes de los candidatos sobre la posibilidad de utilizar guayaberas.
Sin embargo, la mayoría prefirió la formalidad del traje y la corbata, mientras el único que votó por la guayabera fue el candidato de Juntos Haremos Historia.
Por ello, la Comisión de Debate del organismo electoral suscribió el código de vestimenta con los representantes de los partidos y acordó que el uso de traje y corbata sería una simple sugerencia, extensiva también a los moderadores.
Al finalizar el debate y salir del recinto, Ricardo Anaya enfrentó arengas y abucheos de algunos seguidores de López Obrador y El Bronco, que aún permanecían tras las vallas instaladas por el Estado Mayo Presidencial para evitar cualquier irrupción y salvaguardar la integridad de los candidatos.