El turismo cinegético o de cacería en México es una práctica más común de lo que se cree y, si bien no es barato ni se puede realizar en cualquier sitio, atrae a miles de aficionados cada año.
Esta actividad consiste en la caza de fauna silvestre de interés cinegético en su entorno natural. Para ello, los cazadores utilizan servicios logísticos y turísticos, pero siempre en un marco de conservación de los animales, de acuerdo con la Secretaría de Turismo.
En México, el turismo cinegético solo puede realizarse legalmente en las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), que son espacios ubicados en zonas rurales y ejidales de todo el país. Además, hay un calendario específico para cazar a las más de 100 especies de interés en el territorio nacional, mismo que se actualiza cada año.
“Cada una de estas especies tiene temporadas determinadas que atienden a su ciclo reproductivo, de celo, de movimiento y migración, para que se les pueda dar caza dentro de un marco ético y jurídico”, dice Humberto Enoc Cavazos, miembro de la Federación Mexicana de Caza.
Una experiencia de este tipo puede costar hasta 90 mil dólares (cerca de 1.6 millones de pesos) en el caso del borrego cimarrón, uno de los ejemplares más emblemáticos y codiciados de México, si se le da caza en la Isla Tiburón, en Sonora.
Los defensores de este deporte dicen que ayuda a preservar la fauna y tiene beneficios económicos y ambientales, pues genera empleos e impulsa la conservación de los ecosistemas, además de que es una vía para combatir la caza ilegal o furtiva. En contraparte, sus detractores dicen que atenta contra la vida de los animales, por lo que no debería permitirse.
Aquí algunos datos para conocer más sobre esta actividad.
jegb