El coronavirus da un respiro almedio ambiente

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México busca preservar 138 millones de hectáreas de bosques y selva para combatir el cambio climático.

En Noh Bec, Quintana Roo, los ejidatarios conservan más de 24,000 hectáreas de selva.
Guillermina Ayala
Ciudad de México /

Pese al difícil momento que atravesamos, la aparición de animales salvajes como el jaguar en Quintana Roo o el avistamiento de una ballena en la costa de Acapulco son algunos motivos que nos da la naturaleza para sonreír durante la cuarentena por el coronavirus (Covid-19).

La frenética actividad humana ha disminuido notablemente en el primer trimestre del año debido a la pandemia. En este momento, más de un tercio del planeta —por recomendación de las autoridades sanitarias— está confinado en sus casas, lo que ha causado una disminución de casi 50% de la contaminación atmosférica en las principales ciudades afectadas por el virus durante las últimas semanas, según datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Sin embargo, este confinamiento tendrá un impacto reducido en el cambio climático, señala el organismo dependiente de las Naciones Unidas, ya que la disminución de emisiones de dióxido de carbono (CO2) es un efecto temporal.

“La huella de carbono representa la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que producimos al elaborar un producto o llevar a cabo nuestras actividades cotidianas; se manifiesta en toneladas de CO2 emitidas”, dice Lars Peter Riishojgaard, director de la Sección del Sistema Tierra del Departamento de Infraestructura de la OMM.

Ante la mejora en la calidad del aire que se ha registrado en diferentes partes del mundo, el especialista dice que no es prueba suficiente, pues la situación no mejorará en su totalidad. “Cuando la pandemia finalice y las actividades vuelvan a la normalidad, estas emisiones aumentarán”, afirma Riishojgaard.

A una semana de la celebración del Día Internacional de la Tierra, especialistas consultados por Milenio debaten el impacto real de esta situación: cuánto tiempo durará y si los bosques son la forma más rentable de combatir el cambio climático en México.

El Dato.

50%

ha disminuido la contaminación atmosférica en las principales ciudades afectadas por el coronavirus

Actualmente, México tiene una superficie forestal de 138.04 millones de hectáreas, equivalente a 70% del territorio nacional. De esa extensión, 64.8 millones corresponden a terrenos arbolados. El resto son áreas áridas y semiáridas con otro tipo de vegetación, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

Nuestro país es pionero en lo que hoy ya se conoce como manejo forestal comunitario, un modelo que se basa en la organización de las comunidades para aprovechar, en forma sustentable, los bosques o selvas que se encuentran dentro de su territorio.

De la mano con el Consejo de Administración Forestal (FSC, por su siglas en inglés) se han certificado cerca de 1,294 hectáreas del bosque, convirtiendo a México en el tercer país con más superficie de bosques con este distintivo. Ayudando así a combatir la tala ilegal en el país y el cambio climático.

FSC trabaja con los propietarios o administradores de los bosques maderables, vigilando que cuenten con un plan sustentable para los mismos. Este plan puede ir, en promedio, de los 15 a los 30 años, periodo en el cual se reforestan las áreas aprovechables y se cuidan los nuevos árboles.

Materiales responsables

Es por ello que empresas como Del Fuerte y Tetra Pak están comprometidas para unir esfuerzos en toda su cadena de valor para realizar acciones por la conservación del medio ambiente, la educación, la comunidad o cualquier otro objetivo por un bien común, no solo durante la pandemia, sino permanentemente.

En este sentido, ambas empresas trabajan en acciones para preservar los bosques y las selvas mexicanas al utilizar empaques hechos con materiales obtenidos de forma responsable, es decir, que provengan de madera certificada por el FSC.

El sello FSC implica más que solo un manejo responsable de los bosques, ya que para obtener y conservar la certificación, también es indispensable administrar de forma consciente el trabajo humano, ayudar a las comunidades que viven o trabajan en los bosques, asegurar las condiciones de seguridad e integridad y cumplir con todos los requisitos de la ley en condiciones laborales de los trabajadores de la madera.

Uno de los casos de éxito es el ejido Noh Bec en Quintana Roo. Fundado en 1936 por un grupo de chicleros provenientes de Veracruz, tiene una extensión de más de 24,000 hectáreas de selva, de las cuales 716 hectáreas son destinadas a la protección y conservación de flora y fauna, además de ser uno de los pulmones de México.

En Noh Bec, los ejidatarios han logrado la conservación y a la vez exploración de áreas boscosas por medio de un programa de manejo en el cual los campesinos cuidan los árboles semilleros de caoba, talan aquellos que están maduros solo cuando tienen más de 50 centímetros de diámetro, y reforestan permanentemente la selva a su cargo.

“Para garantizar un aprovechamiento constante sin afectar el ecosistema, las zonas boscosas se dividen en áreas, que se utilizan de una en una para dar tiempo a la naturaleza de seguir regenerando sin afectaciones a la flora y a la fauna”, dice Abraham González, presidente del comisariado ejidal de Noh Bec.

Por su parte, David Bray, especialista en conservación forestal, destaca la innovadora organización que hay en este ejido. “Hay inversión en capital social, lo que hace posible tener una mejor explotación del bosque”.

En ese sentido, México es un modelo a seguir para el mundo, debido a la gran cantidad de zonas forestales manejadas por comunidades y empresas comunitarias.

Manos a la obra

Si bien es cierto que el coronavirus llegó a finales de febrero a nuestro país, hoy cientos de empresas, escuelas y organismos públicos han decidido continuar sus labores desde casa.

Las consecuencias del cambio climático y de la creciente cantidad de desastres de naturaleza meteorológica no cesan, lo que representa un desafío adicional a la pandemia de Covid-19.

Hasta ahora, el Sistema de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México (Simat) reporta que la calidad del aire es aceptable en la capital del país y en el área metropolitana, al registrar 73 puntos de ozono.

“En México, se tendrá que monitorear la evolución de las emisiones de contaminantes en el periodo de contingencia en las ciudades con elevados índices de contaminación y compararlos con el año 2019”, dice María del Carmen Hernández, profesora de biología y desarrollo sustentable del Tec de Monterrey.

Sobre los inesperados beneficios de la epidemia de Covid-19 para el medio ambiente en el país, la especialista del Tec de Monterrey indica un aire más limpio y la reducción en las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático.

“Durante la contingencia la calidad del aire podría mejorar en ciudades que muchas veces rebasan los niveles permitidos por las normas oficiales mexicanas”, dice.

Sin embargo, la profesora coincide con el especialista de la OMM, al afirmar que la disminución de la contaminación puede ser temporal y revertirse un vez que la economía se reactive cuando se levante la cuarentena. “Es un hecho que la epidemia no es un evento que frene el calentamiento global y por tanto el cambio climático”, asegura Hernández. No obstante, el uso de combustibles fósiles continúa siendo la fuente energética que mueve a México.

“Si la economía se paraliza por completo podría disminuir el consumo de energía fósil”, dice la especialista del Tec de Monterrey. Asimismo, agrega que esto conduciría a una disminución de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera, especialmente CO2.

Por su parte, la OMM reiteró que este paro de la actividad industrial no exime a los países de continuar el combate contra el cambio climático. “Aunque se reduzcan temporalmente las emisiones de gases de efecto invernadero, el CO2 ha existido en la atmósfera y los océanos durante siglos”, dice Riishojgaard.

Cuando las cosas vuelvan a la normalidad, es probable que el escenario sea incluso peor que antes, porque las industrias contaminarán más porque trabajarán horas extras para recuperar el trabajo perdido.

La suspensión de actividades en México para frenar el contagio el virus, nos han mostrado que es necesario darle un respiro a nuestro planeta, así como impulsar cambios a mediano y largo plazo para proteger nuestro ecosistema con la ayuda de las empresas y ONG’s.




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