Andrea Martínez y Tenoch Huerta exploran un nuevo cine durante la pandemia

La directora de cine y el actor rodarán ‘Tare’ durante la pandemia y la cual financiarán con una campaña pública para recaudar 425 mil pesos antes del 22 de octubre.

Tenoch Huerta en los premios Fénix. (Edgar Negrete)
Wilbert Torre
Ciudad de México /

La voz suave de Téllez recibe a la directora de cine Andrea Martínez y al actor Tenoch Huerta en su taller de la colonia Anzures. Es una diseñadora de vestuario y en estos días los tres intentan resolver un enigma: ¿Cómo se filma una película en medio de una pandemia que persiste, enigmática y resistente?

Téllez, una mujer etérea y de cabello largo, lleva un vestido azul celeste hasta los muslos y escotado en la espalda, zapatos de plataforma y tobilleras con caras de gatos.

“Ella es Téllez, viene vestida de Sailor Moon y así se ven sus vestidos”, dice Tenoch y la enfoca con la cámara de su teléfono. Téllez reparte vasos de agua con clorofila y se dirige al fondo, donde toma medidas y trabaja en el diseño del vestuario de Tare, una película independiente que Martínez y Huerta rodarán durante la crisis del coronavirus y financiarán con una campaña pública para recaudar 425 mil pesos antes del 22 de octubre.

La película nació de una pérdida, el amor de la vida de Andrea, un chef nacido en Arizona llamado Jerry. Tras la muerte de su esposa, se mudó a México con su hija de cinco años. Una década después conoció a la cineasta en Tinder y se enamoraron.

Rápido formaron un tándem que fundió el carácter alegre de él y la dificultad de socializar de ella, convencida de tener Alzheimer, como su madre. Jerry soñaba con tener su propio restaurante. Abrió un sitio diminuto en la colonia Roma y en octubre de 2018, tras remozar un local en ruinas, inauguró Gallo Güero en Mixcoac, el espacio que anhelaba: los mejores roles de canela de la ciudad, una espectacular salsa macha con arándanos y la decoración y la música que siempre deseó.

Hacían una buena dupla. Al rodar Observar las Aves, en la que Andrea recreó el desvanecimiento de la memoria de su madre, Jerry se resistió, pero lo convenció de actuar en el papel de un marido de carácter ligero y paciente. Ella le ayudaba con las compras y la nómina. Once días después de inaugurar el restaurante, Jerry murió en la cama, a las siete de la mañana, al lado de ella.

Tare será una road movie de nueve horas en la Ciudad de México, un encuentro de dos personas heridas y solitarias. Tare es el botón que regresa a cero la balanza, sin borrar los ingredientes que pasaron antes por ella. “Es empezar otra vez, sin olvidar lo que hemos vivido”, resume Andrea.

Téllez va y viene desde la parte de atrás del taller. Tenoch hurga con sus manos macizas en una mochila azul en busca de un medicamento que le calme la acidez estomacal y Andrea vuelve a la sala con el vestido que usará en la película, que comenzará a rodarse la segunda semana de octubre.

Es un vestido vaporoso con un escote en la espalda y amplio de abajo, de modo que la directora pueda tomar dos extremos y atarlos para andar en patines en el carril del metrobús, como la conoció Jerry una noche de octubre.

Andrea invitó a Tenoch a participar en el proyecto en marzo de 2019. “La historia tocará el corazón de los espectadores porque trata de las conexiones humanas y la aceptación de la vida”, menciona el actor.

Filmar una película en época de covid-19

¿Cómo se filma una película en medio de la pandemia? ¿Los artistas pueden convivir y besarse sin temor? ¿Cuánto dinero cuesta que un miembro del equipo se enferme?

Andrea y Tenoch han empezado a encontrar respuestas. Si un integrante del equipo se enfermara, el costo se triplicaría y la filmación se suspendería tres semanas, lo cual hace indispensable la prueba de detección del virus por la que pasarán la directora, el actor, un fotógrafo y los 16 miembros del equipo.

“La pandemia no afecta la filmación, pero sí la encarece”, explica Andrea. Una vez que el equipo se haya hecho la prueba, todos deberán seguir cuidados extremos para evitar riesgos. “Si tenemos extras como actores y no se han hecho la prueba, evitaremos el contacto y sólo se acercarán con tapabocas y máscara”. Andrea se vio obligada a adelantar la filmación una semana para no perder al fotógrafo Carlos Arango por motivos de agenda.

Tenoch bebe un trago de su agua verdosa y dice:

“Voy y vengo de Salamanca el mismo día para estar a tiempo en la prueba del virus, pero trabajamos sábado y domingo”, le advierte Andrea.

El aislamiento les ha servido para reflexionar sobre sus carreras y reinventarse. En Tare trascenderán sus roles de directora y actor. “Nos echaremos un clavado fuera de nuestra zona de confort. Los dos escribimos el guión y vamos a dirigir, actuar y producir juntos”, dice.

“La aportación colectiva es una nueva forma de hacer películas de la mano del público”, señala Tenoch. El actor tiene 40 años y ve distinto el cine del futuro. Se asume como un creador y no como un actor que lee líneas: “Hacer películas financiadas por la gente puede ayudar a que el cine sea más horizontal”.

Dice que es posible una revolución profunda en el cine mexicano y en la forma de contar historias, si, por ejemplo, en vez de hacer películas sobre indígenas, se le entrega el presupuesto y la cámara a las comunidades para que hagan su propio cine.

Tenoch y Andrea intentan con Tare una exploración a un nuevo cine. Llama la atención que pese a que se trata de una historia dramática y de una muerte, los dos se la pasan risa y risa todo el tiempo.

“Como al mes de que murió Jerry, hubo un huracán Jerry y dijimos: ¡está de vuelta!”, dice Andrea y se carcajea.

“¡Ay diosito, por qué me lo sigues recordando!”, Tenoch alza las manos hacia el cielo, entre risas.

El tic tac del reloj sigue su marcha y el dúo formado por Andrea Martínez y Tenoch Huerta trabaja a toda intensidad para recaudar los fondos para financiar Tare, antes del 22 de octubre.

El lunes 12 bailaron una coreografía y continuaron la promoción de la película.

“Vamos muy bien, pero aún no llegamos a la meta”, advirtió Andrea bajo un sol luminoso recortado por el rascacielos Manacar.

“Aún nos faltan unos varitos. ¡Pónganse la del Puebla!”, dijo Tenoch.


DMZ​

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