El alcohol era mi medicina contra la bipolaridad: Ari Telch

Entrevista

El actor habla sobre su enfermedad, la cual es “difícil de entender y que ha estigmatizado de locos a quienes la padecen”, que lo llevó a vivir momentos eufóricos, de sexo desmedido, pero también de profunda tristeza.

En secundaria descubrió el teatro por ‘El violinista en el tejado’, donde lo eligieron para participar. (Araceli López)
Blanca Valadez
Ciudad de México /

Ari Telch (Ciudad de México, 1962) utilizó el alcohol como medicina antes de saber que padece de trastorno bipolar: su estado de ánimo pasaba de estar de buen humor a mentar madres; de estar eufórico y dormir un par de horas, a periodos en los que no podía levantarse de la cama, que lo sumían en la tristeza, la apatía y con ideas suicidas.

El actor también tuvo delirios, así como un periodo de hipomanía, en el que tuvo sexo sin protección hasta cuando manejaba.

“Tienes periodos de normalidad y, de pronto, te vas a la manía, a la hipersexualidad, combinada con el parloteo y conductas de riesgo. No necesitas dormir, no por insomnio, sino porque no puedes, basta un par de horas al día y el resto te la pasas echando relajo y gastando en exceso. Es una enfermedad bastante delicada”, explica el también escritor de obras de teatro, quien retrata su enfermedad mental a través del montaje D'Mente.

“Acudí por primera vez al psiquiatra cuando tenía más de 30 años. En esa época tenía mucha energía, pensaba que los días deberían durar 36 horas, pero de pronto comencé a irme para abajo, había tres o cuatro días en los que no me paraba de la cama. Me diagnosticaron depresión y así estuve como ocho años, tomando fármacos”.

Recuerda que un deliro en particular lo hizo sospechar sobre el trastorno bipolar. Esto sucedió antes de participar en la telenovela Mirada de mujer.

¿Qué delirio?

Estaba fuera de México. Llegué gritando a un consulado, porque no me atendían y después me encontré un billete, tal vez de 500 pesos. A los 15 segundos se acercó un cuate a pedirme dinero porque tenía que regresarse a su pueblo, así que le dije: "Estos 500 pesos me los mandaron para ti"; segundos después no encontraba un taxi, me dirigía a un banco y había mucho tráfico y ninguno se detenía. Me topé con una calle, pronuncié su nombre y apareció el taxi... Fui a buscar un psiquiatra porque sabía que todo era producto de mi imaginación, afortunadamente lo encontré, me medicó y al día siguiente ya había salido del delirio mixto; regresando a México, le hablé al psiquiatra y fui diagnosticado oficialmente como bipolar.

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En secundaria, Telch descubrió el teatro por el montaje de El violinista en el tejado, donde lo eligieron para participar. Su interés estaba en ese entonces en el futbol y después en graduarse como odontólogo, carrera que se pagó, a pesar de saber que jamás la ejercería.

Luego tomó clases profesionales de actuación con Abraham Oceransky y Julio Castillo; obtuvo el papel de un niño en el montaje El violinista en el tejado, de Manolo Fábregas, participó en Yankee, de Sabina Berman, y posteriormente entró a Televisa, donde participó en telenovelas como Muchachitas y posteriormente, ya en Tv Azteca, en melodramas como Mirada de mujer.

Telch estaba en su mejor momento pero sabía que “nada estaba bien”, porque la ansiedad, eje central de toda enfermedad mental, estaba presente.

¿Recurriste al alcohol?

Me medicaba con alcohol, 50 por ciento de los pacientes psiquiátricos padecen adicciones. No me estoy justificando, pero cuando no entiendes ni tienes los medicamentos a la mano, te medicas con lo que te encuentras y lo más fácil es el alcohol.

¿Consumías otras drogas ilegales?

El alcohol era mi favorito, hasta ahí la dejo.

¿Cómo impactó eso en tu vida personal, laboral y emocional?

En apariencia era funcional, pero estaba lleno de tristeza y enojo, ingredientes principales de la depresión. Había momentos en los que no aceptaba ni que se me acercaran. Si me decían que me estaban esperando en el set y no había nadie, gritaba ¡carajo!

Nunca deje de cumplir con mi trabajo ni dejé nada a medias. Llegaba puntual, pocas ocasiones con minutos de retraso, pero dejé ir proyectos porque prefería estar aislado. Todavía rechazo algunos con jornadas de trabajo de 12 o 14 horas para no meter a nadie en aprietos.

¿Qué te da miedo de la enfermedad?

Ya nada. Puedo identificar perfectamente si estoy cayendo en depresión, en la manía, en la hipomanía. Empiezo a percibir síntomas, llamo al doctor, cambio el medicamento hasta que le atino y puedo funcionar de manera normal. Mi vida ahora es bastante tranquila. Hago ejercicio, cuido a mis animales, sigo con mis proyectos personales.

¿Te sentiste estigmatizado?

Siempre. Son enfermedades difíciles de entender, sigues siendo para la gente esa persona que fuiste en un periodo corto de tu vida: un loco.

¿Tuviste ideas suicidas?

Muchas. Recuerdo que tuve tres o cuatro episodios mayores. Dejé de disfrutar las cosas que normalmente hacía, me tiraba en la cama y bebía dos o tres veces a la semana, pero fuerte. Un día dije basta y me interné ocho días, me quité el alcohol de encima. Eso fue hace 10 años.

Hace siete años tuve una hipomanía, me duró como cinco o seis meses, me la pasé muy bien afortunadamente, no tenía mucho dinero porque gastaba mucho. No es adicción al sexo. Se eleva tu sexualidad. Aumenta tu deseo y hasta tu capacidad sexual. Esto es muy fuerte, puede llegar a la psicosis, pero eso no sucedió.

¿Cómo es tu vida ahora?

Estoy bien. Tengo días de ansiedad elevada, pero soy funcional, estoy contento, haciendo ejercicio todos los días. Disfrutando de mis libros, estoy muy clavado con los reportajes de periodistas que escribieron del periodo neoliberal en los últimos dos sexenios y destaparon toda la corrupción que ahora tenemos.

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