"Antes de pintar las cavernas ya estábamos tratando de hacernos reír": Badía, de 'Leyendas Legendarias'

Narrador del exitoso podcast 'Leyendas Legendarias', comediante que gusta de contar historias y fiel entusiasta del 'séptimo arte'. Eso y mucho más es Badía, quien desde Ciudad Juárez no deja de expandir su creatividad.

José Antonio Badía, de 'Leyendas Legendarias'. (MILENIO-Óscar Ávila)
Ciudad de México /

En junio de 2019, durante una visita a una exposición de asesinos seriales en la Ciudad de México, José Antonio Badía cobró consciencia que Leyendas Legendarias, el podcast que en ese entonces sólo hacía junto a Eduardo Espinosa Lolo – tiempo después sumaría a Mario Capistrán Borre – en Ciudad Juárez, era un fenómeno en crecimiento; en esa ocasión, aunque ya sabía que sus relatos tenían fans en la capital del país, no pensaba que fueran más de 5.

Esperábamos que fueran 5 o 6 personas, pero fueron como 30 que traían arte fan made, camisas que se habían hecho ellos. También traían preguntas súper específicas. Ahí fue el momento en que dije: 'Esto está llegando más lejos de views, a convertirse en algo cultural, una comunidad', recuerda el también admirador de Neil Gaiman.

Porque desde su primera emisión el 6 de marzo de 2019, con un programa dedicado a las Poquianchis, Leyendas no ha dejado de cosechar logros legendarios: fue el primer podcast en español en firmar con la prestigiosa plataforma estadunidense All Things Comedy; obtuvo el premio al Mejor Podcast en español en los iHeartRadio Podcast Awards 2021; ha contado con la participación de varios comediantes destacados (Alex Fernández, Ricardo O’Farrill y Pepe & Teo) y algunos de sus episodios han tenido un impacto inusitado, por ejemplo el dedicado a Paco Stanley que tuvieron que bajar por razones desconocidas (su propia leyenda legendaria).

Pero aunque todos estos aspectos alegran al también standupero, él afirma que “si no hubiera pegado (Leyendas Legendarias), lo seguiría haciendo”, porque sus aspiraciones creativas no parten de la búsqueda del enriquecimiento o la fama, sino que se enfocan en desarrollar y adquirir más conocimientos, además de compartir experiencias con sus amigos, cosa que hace desde niño.

Un camino creativo

Cuando tenía 11 años, José Antonio veía y grababa en VHS programas como Monty Python y Saturday Nigh Live para luego juntarse con sus amigos y entre todos imitar los skits (parodias). “Eso duró hasta la prepa”, recuerda.

“Desde ese tiempo todo lo creativo a me encantaba y mi papá me ayudaba mucho. Todavía me acuerdo que a los 8 o 10 años hacía obras de teatro o casas de espantos con mis primos, que luego forzaba a mis tíos a ir a ver. Y siempre mis padres ayudándome: uno, dejándome libre, y dos, con una cámara o algo que yo necesitara para eso”.

Otro momento de su infancia que lo marcó fue cuando vio Parque Jurásico, porque después de eso el cine se volvió un elemento clave en su vida: “Cuando estaba en prepa y teníamos que escoger carrera, decía 'Voy a estudiar cine'. Siempre hacía películas, trataba de hacer series, escribía guiones”.

Uno de sus primeros trabajos cinematográficos fue un guion que escribió dentro de una casa de campaña que colocó en el techo de su casa: Taste the rainbow (Saborea el arcoíris), comedia criminal tipo Guy Ritchie “de unos amigos que descubren en internet cómo hacer LSD y lo empiezan a vender en pizza. Pero luego llegaban otros a quererlos robar y era de enredos. Ahí lo tengo todavía; lo empezamos a grabar, pero todo está en cassett”.

Nowhere in Juárez era una comedia también producida por nosotros, pero nos quedamos sin lana y sin tiempo. Eso siempre ha sido lo fuerte mío”, cuenta sobre uno de sus primeros trabajos cinematográficos que sí está disponible en línea.

Pero a la par de hacer cortometrajes, guiones y sketches, Badía conoció otro camino creativo del que tampoco se ha separado: el stand up. “Era 2015 o 2016 y vino Alexis de Anda a Juárez a hacer stand up. Entonces Luis Cortés, de Tolidos, conoce a Alexis y me dice: 'Ya te conseguí que le abras'. Y yo le dije: 'No hago stand up'. Me dice :'Ya sé que no haces, pero eres gracioso, escribes comedia'. Y ahí me subí y no paré”.

La comedia como arte

Esa primera vez contando una rutina cómica resultó bien para Badía: “La gente se río y todo. Mi stand up se basa mucho en costar una historia larga, entonces era eso, pero sin pulir. Subirme no me costó nada, desde chiquito tengo eso de hablar en público, hacer el ridículo no me da vergüenza. Entonces, no me fue mal, pero lo bueno fue que no me la creí porque seguí aprendiendo”.

Y revela que no ha dejado de subirse al escenario porque encontró en el stand up otro espacio para ser creativo y externar sus ideas. “Si tú me das un espacio para hablar, pintar, esculpir, poder hacer comedia, yo lo tomo. Y así fue lo que me pasó”.

Ante el cuestionamiento de si la comedia es arte, Badía, quien estudió y dio clases de artes visuales, señala que sí, “mas no todos los que hacen stand up son artistas. Es arte y es de los más difíciles”.

“Siempre que me preguntan qué es el arte, mi respuesta es que te tiene que hacer sentir algo; hacerte pensar, reír, llorar, lo que sea. Primero te tiene que hacerte pensar eso y lo que está adentro es el relleno. Estoy en contra del arte donde tienes que leer un libro de Duchamp y uno de Lacan para entender la pieza. Bajo esta premisa, la comedia es de los artes más antiguos; creo que antes de pintar las cavernas ya estábamos tratando de hacernos reír”.

Además, advierte que esta actividad cómica en México aún tiene varios aspectos que mejorar con relación al panorama en Estados Unidos: “Acá muchas veces tiene que ver a quién conoces, quién te abre la puerta. He visto a muchos comediantes en opens que digo 'Están bien cabrones', pero nunca los veo fuera de los opens; necesitan que alguien les abra el paso y les den la oportunidad, y eso tiene que ver más con lubricantes sociales”.

Contar historias con los amigos

“De todo lo que hice en toda mi vida, todo terminó conjugándose en Leyendas Legendarias: me gusta enseñar, investigar, escribir, los casos, hacer comedía. Ahí está todo y sin querer, pero con 25 años de trabajo, todo cayó justo en el punto donde tenía que caer para que yo esté integro espiritual y profesionalmente”, reconoce.

Sobre el éxito del podcast, que actualmente tiene 491 mil suscriptores en YouTube y es uno de los más escuchados en Spotify, Badía señala que se debe a que estuvieron "en el momento que la gente quería escuchar eso", a que presentan los casos con una buena investigación detrás "porque en Latinoamérica estamos acostumbrados a que todo este tipo de temas siempre se toman con amarillismo o el afán de espantar para jalar rating", pero sobre todo a la amistad que hay entre Lolo, Borre y él, pues "ya no es sólo oír temas, sino cómo los cuentan estos tres".

"Mis amigos de toda la vida son con les que empecé a hacer este tipo de tonterías. Me encantan porque me la cagan como me la cagarían siempre; están ahí para decirme: 'Felicidades por esto', pero siempre me van a tratar como el Badía que conocen rarito de toda la vida y eso me encanta. No ha cambiado en nada ese aspecto de la amistad y creo que es algo que ves en Lolo y Borre".

Lo que sí ha cambiado para Badía ante el éxito del programa es su creciente reconocimiento mediático, pero para no perder el piso se sirve de "la esotérica, el ocultismo, de la magia. Es como si alguien lleva toda su vida siendo budista y a la hora que llega la fama tiene toda esta crianza y mentalidad budista. La magia... lo principal es bajar el ego, deshacerte de quien eres y reconstruirte constantemente. Tengo más tiempo haciendo eso que siendo famoso".

Por último, el juarense reconoce entre sus planes a futuro están publicar un libro y volver a la creación cinematográfica. Y que le gustaría, de tener la magia para hacerlo, poner a Sherlock Holmes, Keanu Reeves, Margaret Tatcher y Edgar Allan Poe a escuchar y debatir un capitulo de Leyendas dedicado a Francisco I. Madero.

Perspectivas

Violencia en México

De los problemas más grandes de este país. Pienso que mientras ser político sea carrera, pero ser un oficial de la ley no te suba el sueldo o puesto, nunca va a cambiar la situación, porque tienes policías que no están preparados y ganan muy poco, y políticos que tienen demasiado dinero y poder, y no les importa lo que está pasando acá abajo.

Religión

Es una forma de control. Creo que hay una separación entre religión y ser alguien espiritual; estoy en pro de que, si eres espiritual, chido, pero de tu casa para adentro. Saliendo de esa puerta, deja que todo el mundo haga con su vida lo que quiera mientras no lastime a los demás. La religión es una de las cosas que más nos ha separado, especialmente como país. Controlan tu cuerpo, controlan tus emociones y todo eso causa traumas; cuántas familias no se han destruido porque la hija se embarazo a los 15 o porque el hijo dice que es gay, y eso va en contra de toda la naturaleza materna, pero así de cabrón es el control religioso, al grado que pueda hacer que unos padres no quieran a los hijos. 

Cultura de la cancelación

Es un arma de dos filos: por un lado está increíble que la gente se pueda juntar y cancelen cosas que tienen que cambiar, personas que han hecho mucho mal, como Weinstein, alguien intocable... esos movimientos son impresionantes. Pero cuando llegan todos contra alguien porque dijo una tontería, ahí es donde empiezas a jugar en una cuerda muy floja. Creo que cancelar sin buscar que la gente aprenda y cambie no está logrando absolutamente nada; si tienes un grupo de gente racista y la cancelas, se van a ir a otro medio, pero si haces que entiendan tu punto de vista, que cambien su forma de pensar, eso es lo que va a cambiar el mundo. No es de 'Ya no lo estoy viendo, entonces está bien', hay que educar, no sólo taparlo.

​yhc

  • Yair Hernández
  • juan.hernandez@milenio.com
  • Es periodista especializado en temas de cultura y entretenimiento. Actualmente trabaja como reportero para Milenio.

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