Su madre lavaba ropa ajena y su padre era maquinista. José María Napoleón (Aguascalientes, 1950), el Poeta de la canción, recuerda que de niño buscaba en los vagones del tren lo que dejaban los pasajeros y ahí encontró dos libros que le cambiaron la vida: Robinson Crusoe (1719), de Daniel Defoe, y Poesías (1890), de Manuel Acuña.
Amante de la pintura y del dibujo, de adulto descubrió la arquitectura que, además de la música, se convirtió en una de sus principales pasiones: no solo ha creado melodías como “Vive”, “Eres” y “Hombre”, esta última con la que ganó el primer lugar en el Festival OTI en 1977, sino que también edifica casas.
Napoleón cuenta que, debido a una lesión, ya no puede correr, actividad que durante la mayor parte de su vida lo impulsó a competir en más de 14 maratones, como el de Atlanta en 1987; ahora disfruta de ver el tenis y la Fórmula 1; además hace muy buenos guisos.
¿Se considera un grillo de la canción?
La música es un lenguaje que solo unos cuantos hablan, pero que todo el mundo entiende, así que sí.
¿Para qué la usa?
En ella encuentro muchos escapes, todo se va por ese cause: la tristeza, la alegría; me produce la sonrisa de Sofía o las medias palabras de Nicolás, mis nietos. Por eso no escribo por encargo.
¿Le han pedido?
Sí, Juan Osorio para su película Mi verdad, pero nunca la registré, porque no la viví, no como Sin tu amor, que se la hice a mi madre luego de su muerte, o Canto a papá, para mi padre.
¿Qué lo apasiona?
Correr, lo hacía desde los 11 años. Me aventé completo el Maratón de Atlanta en 1987. En mi tierra, cada sábado, corría medio maratón, competí 14 veces en el guadalupano, pero hace tres meses me enteré que nunca más lo podré hacer.
¿Qué le pasó?
Cuando corría y veía basura me detenía para recogerla. Un día me caí y me fracturé un menisco y la rótula se me desplazó. Llevo tres cirugías y ya me dijeron que no podré correr más. Ahora solo caminaré, dibujaré y pintaré al óleo.
¿Le gustan las artes plásticas?
Soy un imitador y dicen que no lo hago mal. Me gustan todas las expresiones del arte, pero acaricio la pintura, el dibujo a lápiz y soy un ferviente admirador de los tenores.
¿Ha explorado el campo del bel canto?
Hice el disco Blanco y negro con sinfónica. Hablé con Josh Groban y Plácido Domingo me hizo favor de grabarme. He aprendido a cantar con ellos, con José José más que con nadie, me ha grabado cinco temas, es mi hermano, lo quiero con todo mi corazón y con él tuve mi primer llanto.
¿Por qué?
Él estaba grabando en Londres y me llamó para ver si tenía una canción que me sobrara, pero en ese entonces nunca me atreví a darle una. Él tenía compositores maravillosos como Rafael Pérez Botija y Manuel Alejandro; sin embargo, gracias a él, “Lo que un día no fue, no será” fue un éxito, y hoy tiene 43 versiones.
¿Conoció a Pérez Botija?
Sí, en Madrid, España. Llegó muy sucio a una junta y nos dijo que estaba construyendo su casa con sus propias manos. Cuando regresé México, le dije a mi esposa que yo quería hacer lo mismo, así que aprendí a formar muros de tabique y poco a poco me fue apasionando la arquitectura. Antes de terminarla, me la compraron, llevo 23 edificaciones.
¿Qué lee?
De chico me gustaba subirme a los vagones de los trenes que conducía mi padre para ver qué dejaban los pasajeros y me encontré los libros de Robinson Crusoe y el de Poesías, de Manuel Acuña, quería ser como él. También he leído la obra de Miguel Hernández, de Mario Benedetti y Antonio Machado, y las sigo releyendo.
¿Qué deporte ve?
Que me despierte a las dos de la mañana, el tenis. Admiro a Roger Federer, Juan Martín del Potro y Alexander Zverev; en la Fórmula 1 me gusta el trabajo de Lewis Hamilton, Fernando Alonso y de nuestro Sergio Pérez.
¿Cocina?
¡Uff!, es otra de mis pasiones, hago paella, espagueti a la boloñesa y salmones en diferentes estilos.
¿Qué representa para usted la canción “Vive”?
Necesidad en todos los aspectos. Cuando llegué a Ciudad de México mi sueño era que mi madre ya no lavara ropa ajena, de oficiales del Ejército, a quienes mi papá les rentaba dos cuartitos. Yo me ganaba 20 centavos por limpiarles todas las insignias y les voleaba sus zapatos, pero veía caer los inviernos en las manos de mi madre y me daba mucha tristeza, así que por necesidad nació “Vive”, que se convirtió en el sustento de mis padres.
¿Y “Hombre”?
La canción nació porque un señor en Aguascalientes me pidió, a través de una carta, que lo ayudara a comprar su casa, pero yo no tenía dinero, apenas iba empezando. En el camión, de regreso a la ciudad, atrás de la carta escribí el tema y la guardé hasta 1977, cuando participé en el Festival OTI. Hasta ahora no he interrumpido mi jornada, eso sí, unos ladrones se metieron a mi casa y se llevaron el reloj de oro que me obsequiaron, pero no la satisfacción de ganar.