Viernes 4 de octubre. Día de San Francisco. En el templo más antiguo de Ciudad de México, la iglesia ha compartido al mediodía el pan y los peces. Arroz, romeritos y agua de limón. Es el primer viernes después de la muerte de José José, uno de los capitalinos más universales del siglo XX. La Alameda Central le tiene preparado un banquete público. Habrá karaoke dedicado a su enorme, enormísimo repertorio. Lloverá, asegura el informe del sistema meteorológico; otra manera de llamarle al amor, ese día nublado.
Han pasado por aquí, frente al quiosco, unos cinco mil espectadores. El reloj de la Torre Latinoamericana anuncia las 18:08 horas. Nubarrones en el cielo. Los organizadores de esta cantata popular hicieron dos filas de intérpretes. Quedan 23 lugares en cada una. Llega a su final el homenaje al almanaque de la vida de millones de mexicanos.
“Este es el día de El Príncipe”, gritan desde el escenario. Porras. Ahora, quizá, 500 espectadores.
En las dos filas solo esperan tres mujeres. Una de ellas es Martha Medina, quien lleva media hora en la Alameda. Formada diez minutos. Le gustaría que esta pluma recordara que: “muchas mujeres fuimos enamoradas con las canciones de El Príncipe, en serenatas, en tríos, en discos”. Listo, queda escrito. ¿Qué cantará Martha? Responde: A esa.
Tony Méndez no se perdona el desatino. Cuando pide un lugar para cantar le dicen que es tarde. Imposible, le insisten. Durante los años 80, Tony era llamado en el norte del país como la voz gemela de José José. Es ingeniero por el Politécnico. Vivió –emocional y económicamente - de su voz copiosa. Conoció a la voz original en Tijuana. Encuentro efímero del que recuerda palabras de ánimo. Para dejar en claro que no miente abre su cuenta de WhatsApp. Muestra, en efecto, una fotografía amarillenta de un diario que lo califica como dijo.
Tony (Antonio Rodríguez, 57 años) se casó con una mujer que escuchaba una de sus presentaciones. Esa tarde contó en la discoteca. Un mes después se casó con ella. Y fue ella quien le dijo de este agasajo. Ahora vive, como antes de su aventura en el canto, de la ingeniería. Llegó tarde. Lo suficiente para que, absurdamente, ni siquiera pueda ser la voz más parecida a la del fallecido.
“Lástima, hubiera cantado “Polvo enamorado”. Hubiera renacido Tony Méndez”, dice afligido. Lo cierto es que hubiera sido una historia de éxito ajena al relato josejoseniano.
Un policía que ha pasado toda la mañana en este festejo dicta la editorial: “Esta muerte le pegó más a los hombres”. ¿Cuál fue la canción más repetida? “El Triste”, el título lo dice todo.
Era ya tarde cuando el tridente de la fuente de Poseidón esperaba la llegada del Cordonazo de San Francisco. A esta muerte por entregas solo le falta la despedida. No hay a quién decirle adiós.
LAS CLAVES
FANS
Admiradores de todas las edades asistieron a La Alameda para cantar los temas de El Príncipe.
IMITADORES
Varios fans del intérprete emularon su canto ante los cientos de invitados espontáneos a la cita.