Amanece en la cima del Monte Tláloc, Estado de México, rodeado por un mar de nubes blancas desde donde se asoman las cumbres que forman parte de la Sierra Nevada: al Sur la colosal pareja formada por el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl deslumbran a quienes han logrado conquistar está elevación de 4 mil 150 metros sobre el nivel del mar.
Al Este, la Malinche y el Pico de Orizaba aparentan estar más juntos de lo que en realidad se encuentran, pero luego el sol sale y los abraza, dando la impresión de que se trata de una sola gran montaña.
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Cada año, entre el 7 y el 12 de febrero, al amanecer el sol se alinea entre el Pico de Orizaba, la Malinche y el Monte Tláloc, formando una enorme sombra que del otro lado del monte, cubre la región del ex Lago de Texcoco en el Valle de México, fenómeno conocido como Montaña fantasma, -que apenas dura unos 15 minutos- lo que marcaba el inicio del año nuevo mexica.
El Monte Tláloc se localiza en Texcoco, Estado de México, pero forma parte de la zona norte del Parque Nacional Iztaccíhuatl Popocatépetl, que administra la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
En su cima se localiza el centro ceremonial más grande construido a mayor altura en Mesoamérica, y es dedicado a Tláloc, la deidad de la lluvia a quién le ofrecían fastuosas ofrendas. El sitio arqueólogo permanece cerrado al público, ya que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) continúa realizando investigaciones.
Sin embargo, los expertos del INAH indican que la importancia del sitio en la antigüedad está documentada en textos del siglo XVI que registran que el mismo Moctezuma II subía con fines rituales al templo que en ese entonces se denominaba tetzacualco.
Mientras que investigaciones publicadas en 1997 propusieron que el tetzacualco servía también para registrar la salida del Sol durante los denominados días nemotemi a partir del 7 de febrero, estos eran los días con los que concluía el año mexica, posteriormente, el 12 de febrero daba inicio el año.
Llegar a este sitio constituye un reto personal, ya que se deben recorrer caminando cerca de 20 kilómetros cuesta arriba, bajo condiciones extremas, que ponen a prueba la condición física, resistencia y perseverancia de los aventureros.