"Urgente pagar la tarjeta del supermercado y alimentar al perro", manda decir la señora Maribel a sus familiares desde la cama 57 del Hospital 27 de zona del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la Ciudad de México, donde está internada por covid-19 desde hace diez días.
El mensaje es escrito por los enfermeros y doctores que atienden a Maribel y luego colocado con cintas en las ventanas del piso 1 del hospital, para que los trabajadores de servicio social tomen fotografías y éstas sean compartidas con sus familias.
Maribel le pide a su esposo que además le diga a Cris que pague la luz y que pongan gasolina al auto "porque no hay en el otro tanque".
La señora Maribel Elizalde también les dice a sus familiares que los quiere, que lamenta no despedirse de ellos por la rapidez con lo que ocurrió todo, pero que los quiere mucho.
Notas como las de Maribel son entregadas por los enfermeros y algunos trabajadores de servicio social a las familias, que no han dejado de hacer filas afuera del hospital a la espera de tener información o con la esperanza, bajísima, de que puedan ingresar, sin importar el riesgo que ello conlleva.
"No se preocupen, le estoy echando ganas"
Jorge, el hijo del señor Francisco López lleva diez días afuera del hospital a la espera de información sobre la salud de su padre, quien llegó por "neumonía atípica". "Pero hasta ahora no nos han dicho si es covid; con los mensajitos sólo sabemos que está estable".
El señor Francisco, de 85 años, ingresó al Hospital de IMSS en Tlatelolco por "neumonía atípica". A lo largo de la semana a la familia no se le ha notificado cuál es el estado de salud de su padre, pero por el alto riesgo de que sea covid-19, el señor permanece aislado y no permiten que sus parientes ingresen.
El domingo, la familia de Francisco y otras familias en la misma situación se manifestaron a las afueras de este hospital para exigir información de los pacientes.
"Es que estamos hartos, estuvimos a punto de tirar la puerta porque no nos dicen nada", explica Jorge.
"Tenemos diez días que no lo vemos, diez días que estamos aquí afuera y no nos vamos a mover hasta que un doctor nos diga de verdad, cuál es el estado de salud de mi papá y podérmelo llevar".
"Yo sólo sé que está vivo por el mensaje que me pasó el enfermero".
En el mensaje, Francisco les dice a sus hijos:
"No se preocupen, le estoy echando ganas, espero que no tenga mucha preocupación, ya saben que he salido de peores momentos. Leonor, tú eres la indicada de guiar a mis muchachos, los amo mucho".
Francisco está en la cama 174 del hospital y la nota generó tranquilidad a los hijos y hermanos de Francisco que dedicó su vida a la repostería.
"Le contestamos el mensaje, en una notita de papel que va adentro de una bolsa de plástico, le dijimos que aquí estamos, que lo queremos y de paso le mandamos una botella de agua".
María García también se comunica con su esposo Julián por mensajes que las señoritas de Trabajo Social le entregan todos los días desde que enfermó de covid-19.
"En los papelitos le anoto que lo quiero, que me hace falta y que muy pronto se podrá ir a la casa conmigo. También le pasan sus cosas que necesita personales: jabón, toallas, sandalias, shampoo, todo lo que tendría en casa”, cuenta María, quien llega a este hospital desde la una de la tarde a la espera de que algún oficial se descuide y le permita pasar.
"Pero está prohibido; adentro nos revisan y ya hasta hay policías, es muy frustrante porque quiero ayudarlo, pero no nos dejan por riesgo a que nos enfermemos también", explica María, quien como su esposo es pensionada.
Los enfermeros que transmiten los mensajes con los que las familias de Jorge, Maribel y María han podido comunicarse, señalan que la mayoría de los pacientes envían mensajes para que sus familiares se tranquilicen, otros, cuenta Fabiola, enfermera de este hospital, "parecen despedidas, unas muy tristes".