Del miedo de morir por covid-19 a recuperar el ánimo: mujer narra su experiencia

Para Gabriela, la pérdida del olfato fue la primera señal de alerta de que tenía coronavirus y cuando llegó la confirmación temió por su vida, pero recuperó el ánimo al pensar que no era población en riesgo y los síntomas son leves.

Gabriela tiene dos hijos; el mayor y su esposo están catalogados de sospechosos por coronavirus. (Gabriela Vázquez)
Gabriela Vázquez
Torreón, Coahuila /

Gabriela es una de las personas que ha sido diagnosticada como paciente de covid-19 en medio de un preocupante pico de contagios en Torreón, Coahuila. Con 47 años de edad, permanece en aislamiento domiciliario junto con el resto de su familia que está también confinada bajo sospecha, y sabe que su vida entró en un antes y un después del coronavirus.

Intempestivamente empezó a sentirse decaída, pensó en un resfriado, quizás en depresión por el encierro en casa, pero el foco de alerta encendió cuando su marido se quejó del intenso olor de un plumón cuando ambos estaban en el comedor y ella ni siquiera lo notó. "No huele a nada", exclamó; luego de mirar los ojos desorbitados de su esposo sospechó lo que sucedía y de inmediato se aisló en una habitación.

Mamá de una niña de 7 años y de un joven que recién cumplió los 18 años, se alarmó por la posibilidad de iniciar un contagio en casa. ¿Qué hago? ¿Debo ir a hacerme la prueba, pero cómo se hace, será que debo llamar antes? ¿Me cubro por completo y me subo al auto? ¿Cuánto me va a costar?, fueron algunas de las preguntas que la taladraban con la misma intensidad que los dolores de cabeza.

En Torreón se instaló un “auto-Servicio” para aplicación de pruebas covid-19. (Martín Piña)

Esa pérdida de olfato sucedió un lunes. Al día siguiente, a las 10:30 horas que tenía cita en la Facultad de Medicina de Torreón, se enteró entonces que había que llenar un formulario e ir en auto, no podía ser la conductora sino la pasajera, debía ir acompañada sólo por una persona, no era posible llevar encendido el aire acondicionado del auto, ni las ventanillas abajo, y no descendería del vehículo ya que, en el momento necesario bajaría la ventanilla y se realizaría la toma de muestra.

El resultado se conoció la noche de ese martes, había sido un martes estresante y con mucho dolor. Un folio le dio acceso a un portal electrónico y se enteró que era positiva a SARS-CoV-2. Arrancó una tormenta de llanto que provenía del miedo de perder la vida, del terror de dejar a sus hijos sin madre, de la angustia de pensar en haber contagiado a sus hijos o a su esposo, del dolor mismo de sentir físicamente que su cabeza era taladrada.

“En esto el estado anímico tiene mucho que ver, cuanto más aterrada estaba peor físicamente me sentía, fueron unos dolores de cabeza espantosos”.

Gabriela poco a poco fue regresando a la calma, reflexionó que no tenía un solo síntoma respiratorio, no era hipertensa, ni diabética, el pronóstico era favorable; de lo mejor ante lo peor sacó la fuerza para tomar las cosas con mejor ánimo.

Las videollamadas con sus hijos y su esposo, las charlas con las y los amigos han podido atenuar los momentos de tristeza. El encierro le pesa, ya han pasado 10 días desde que inició los primeros síntomas y su estado va poco a poco mejorando, menos dolores de cabeza, algo constipada, ciertos accesos de tos, pero todo en un nivel tolerable, nota que tiene hambre pero, apenas come la mitad de sus porciones.

Unidad móvil para detectar pacientes con coronavirus (Martín Piña)

¿Qué sigue para Gabriela?

En ese cuarto de taller, que ahora es su habitación, hay que desinfectar todo. El baño que usa es exclusivo para ella y cada vez que sale debe higienizar todo lo que toca, así como el piso por donde camina. Hay un protocolo que le indica cómo tratar todo lo que entra y sale de su habitación, además de todo lo que entra y sale de su casa.

Sus hijos y esposo se registran como sospechosos, aislados en habitaciones separadas, su pequeña está más en contacto con su papá, pero a la distancia. La distancia es la que más impacta en Gabriela, pero es también la más necesaria para su protección. El buen estado de salud en su familia, le calma.

En su casa se cuidaron, lavaban sus manos, guardaron distancia, la mayor parte del trabajo fue remoto, pese a ello el virus llegó sin saber con exactitud su origen. ¿Qué sigue? Aguardar que los días pasen rápido, seguir alertando a cuidarse y salir lo menos posible, sigue saber cómo será la Gabriela después del covid-19. “Seguramente nunca volveré a ser la misma”.

dmr

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