Servando Salazar era un trabajador ejemplar. Todos los días llegaba religiosamente a las 8:00 horas a la maquila donde trabajaba para empezar su turno. ¿La fábrica? Prime Wheel, una empresa de capital chino dedicada a la fabricación de rines que, desde 2010, se asentó a unos cuantos kilómetros de la frontera que divide a Tijuana de San Diego, California.
La historia de Servando puede ser la de cualquiera en este país. Nació en Poza Rica, Veracruz, pero desde muy pequeño, cuando tenía tres años, emigró junto a su familia a Tijuana en busca de una mejor calidad de vida. Cuando terminó la preparatoria, decidió estudiar una ingeniería. Su hermana Clarissa dice que “quería meterse a trabajar a la maquila, pero como ingeniero”. Era su sueño.
No era de extrañar, la principal actividad económica del estado de Baja California es la industria maquiladora –que genera 36.2 por ciento del PIB, según la Secretaría de Economía– y Tijuana es una ciudad que apenas en 2020 concentraba el mayor número de maquilas en la entidad, con 65 por ciento ocupando 260 mil 128.52 metros cuadrados de toda la ciudad.
Así que, como muchos, la maquila era la opción para Servando Salazar, quien a sus 35 años mantenía una familia de tres hijas y esperaba un bebé en camino. Algunos días, cuenta su esposa, Wendy Bravo, pasaba más de 12 horas en Prime Wheel. Su labor era la de supervisor de área, por lo que de él dependía el control de una buena parte de la producción de los 20 mil rines diarios que maquila la fábrica, y que tiene como principales compradores a empresas como Daimler, Fiat Chrysler Automóviles, Ford, BMW, Tesla, General Motors y Nissan.
“Algunas veces hasta trabajaba los domingos”, dice su esposa. “Él era una pieza fundamental en la empresa. Lo llamaban y él iba. Siempre lo estaban buscando fuera de su horario de trabajo para que fuera a resolver cosas. Él siempre iba”.
El viernes 23 de agosto de 2024 llegó a trabajar a Prime Wheel. Checó entrada entre las 8:15 y 8:20 horas. Ese día, a diferencia de otros, recibiría una capacitación, como le dijo a Wendy en un mensaje. Cerca de las 13:00 horas, le envió otro mensaje. Le dijo que su capacitación había terminado y que iba a salir a comer. Pero él no volvió a salir de la fábrica. Su rastro se perdió al interior de la Planta 1, justo a las 13:15 horas, cuando la cámara de seguridad lo captó por última vez saliendo del área de hornos, donde empezó a trabajar hace dos semanas.
La fábrica continuó la producción, como si la ausencia de Servando Salazar, esa “pieza fundamental en la empresa”, no importara. Su desaparición todavía es un misterio. ¿Por qué desapareció Servando? ¿Qué descubrió? ¿Quién se lo llevó? Las respuestas recabadas en esta historia apuntan a una red criminal que opera al interior y que puede involucrar a altos funcionarios de Prime Wheel. La hipótesis parece ser verdad.
Un obrero ingresó a la maquila y desapareció
No existe un caso como el de Servando Salazar, un obrero que ingrese a una maquila y desaparezca; mucho menos en Tijuana, el segundo municipio más grande y de los más violentos del país. El más parecido ocurrió en Reynosa en 2011. La diferencia es que unos hombres entraron por el trabajador y se lo llevaron de la fábrica. ¿Por qué la desaparición de este obrero es tan peculiar? Servando desapareció dentro de su centro de trabajo, cumpliendo su jornada laboral. Nadie entró por él y, según las cámaras de videovigilancia, nunca salió por su propio pie.
El último rastro que se tiene de él es un mensaje que le envió a su esposa Wendy, escrito después del mediodía del 23 de agosto. Servando avisaba que había terminado una capacitación, dos semanas antes lo habían transferido como supervisor al área de hornos. Al terminar su turno a las 18:00 horas, y tras percatarse de que su esposo no llegaba a casa, Wendy comenzó a buscarlo. Primero, le llamó a su teléfono, pero nadie respondió. Después, lo fue a buscar a la fábrica y ahí vio que su camioneta seguía en el estacionamiento.
Wendy Bravo recapitula aquel día: “Para nosotros fue algo bien sorprendente que la empresa no lo buscara cuando todos los días, fuera de su trabajo, siempre lo estaban molestando para que fuera. Entonces, ¿por qué cuando él desapareció no se movilizaron a buscarlo? Yo tuve que irlo a buscar, porque me di cuenta de que algo no estaba bien. Nadie en la fábrica fue para decirme ‘Servando no aparece, no lo encontramos’. No me dijeron nada. Es como si ellos ya supieran que no iba a aparecer”.
Por sus propios medios, Wendy, de 33 años, localizó el teléfono de su esposo a través del GPS. El teléfono lo tenía una mujer, quien dijo que lo encontró cerca de la plaza comercial de Santa Anita, tan sólo a tres kilómetros de Prime Wheel. Esto fue alrededor de las 21 horas. “Algo no estaba bien. Ahí empecé a insistir a la fábrica que nos mostraran los videos para saber si Servando había salido. Dijeron que estaban muy dispuestos, pero tuvimos que hacer presión”, dice.
Un mitin afuera de la maquila Prime Wheel
El 25 de agosto, dos días después, levantó la denuncia por desaparición ante la Fiscalía Estatal. Nadie, sin embargo, lo estaba buscando en la fábrica. Al día siguiente, 26 de agosto, Wendy tomó una decisión drástica: convocar a un mitin afuera de la maquila.
Clarissa Salazar recuerda ese episodio: “La postura de la fábrica siempre fue decirnos que aquí estaban las puertas abiertas, pero hasta ahí. Ellos no van a buscar a las personas culpables porque no les interesa. Sólo su imagen y seguir produciendo. Cuando hicimos el plantón nos decían ‘ya retírense, necesitamos que salga la producción’. Eso es lo que les importa: producir, generar ingresos. Los empleados no son más que un número. Pero Servando, para nosotros, era una pieza fundamental, no sólo como trabajador, sino también como hermano y como hijo. Somos una familia pequeña y él era indispensable. Esta situación ha sido difícil”.
Los obreros que escucharon a Wendy y a Clarissa, acompañadas de organizaciones sindicales como la Casa Obrera de Baja California, casi en automático, comenzaron a vaciar sus experiencias frente a ese micrófono que habían puesto frente a la maquila. Todos tenían algo que contar, algún accidente, alguna lesión, alguna arbitrariedad. Por ejemplo, un trabajador dijo que las condiciones de seguridad e higiene eran deplorables. Otro, la falta de atención de los supervisores. Unos más, se quejaron del ruido y del calor.
“La mayoría de los accidentes que ocurren son derrames de metal fundido. Es algo peligroso, en las áreas de casting y melting, donde se encuentran los hornos”.
“Hay vapores de aluminio en el aire, y muchos aseguran que también hay plomo en polvo. A veces, incluso parece que lo cubre todo”.
“Se suma un ruido fuerte cerca de los hornos, tan alto que los tapones de oído apenas sirven para contenerlo. Nunca nos han proporcionado protección auditiva adecuada”.
“El calor que emanan las máquinas es insoportable, especialmente durante los días calurosos. Hay ocasiones en que la temperatura llega a los 60 grados. Se ha hablado de que la exposición podría llegar a ser tan severa que podría afectar nuestra fertilidad”.
“Las áreas de lijado y retrabajo también son problemáticas. Ahí, los compañeros terminan cubiertos de polvo y metal de aluminio proveniente de los rines que lijan”.
“Los supervisores de estas áreas suelen imponer metas estrictas, como si estuviéramos trabajando a destajo”.
“Lo peor de todo es que las condiciones en la planta no parecen mejorar. La exposición al calor, el ruido, los gases y el polvo es algo que ya forma parte del día a día […]. Nos hemos acostumbrado”.
Sin embargo, ninguno de estos trabajadores sabía dónde estaba Servando Salazar. “La fábrica no paró la producción para buscarlo hasta que los trabajadores la pararon [durante el mitin]. Hasta ese momento nos voltearon a ver y la Fiscalía empezó a investigar”, relata Wendy, refiriéndose al mitin convocado por ella y organizaciones obreras de Baja California.
El 28 de agosto, la Fiscalía de Baja California al fin inspeccionó la fábrica y formalmente abrió una línea de investigación que apuntaba que Servando podía estar ahí.
Inició una investigación por desaparición forzada
Aunque la fiscalía dijo desde un inicio que probablemente lo habían matado, que lo arrojaron a los hornos que funden el aluminio para fabricar los rines, a Servando se le buscaba con vida, porque la carpeta de investigación era por el delito de desaparición forzada cometida por particulares. La denuncia que interpuso Bravo fue por desaparición y así se investigó el crimen. Como marcan distintos convenios internacionales, si una persona está desaparecida no se le puede dar por muerta hasta que se encuentre evidencia de ello.
La fiscal María Elena Andrade adelantó que el motivo de su desaparición se debió a que Servando Salazar descubrió una red de robo de material dentro de la planta. En este caso, las evidencias se resumían a que había un móvil, y una supuesta escena del crimen, pero no había cuerpo, ni videos o imágenes que corroboraran el asesinato.
La teoría de la presunta red criminal que opera el robo de materiales en la maquila no es sorprendente. La misma empresa tiene una investigación interna en su planta de Tijuana, teniendo como sospechosos a 13 empleados, como publicó MILENIO el 25 de septiembre.
Aunque no hay cifras oficiales que den cuenta de la magnitud de estas actividades ilícitas en este rubro, por su cercanía con la frontera y el tipo de materia prima que manejan, así como la alta demanda en el mercado negro para insumos (como el aluminio o semiconductores) han hecho que las rutas del trasiego de droga se aprovechen, también, para traficar materiales robados en la frontera, apuntan fuentes consultadas. Este mercado, que no se registra en los libros oficiales, también posibilita el lavado de dinero.
Esto fue lo que descubrió Servando, aseguran sus familiares, en sus primeras dos semanas como supervisor del área de hornos entregó un reporte de material faltante.
“La hipótesis central es que todo fue por eso –recapitula Clarissa–, por un reporte de material faltante en la línea de producción. Si hubiera sabido que esas personas eran las que lo llamaron a la zona de hornos, no hubiera ido. Si hubiera sabido, habría hecho otra cosa, porque ya sabía quiénes eran. Si él hubiera tenido la oportunidad de cuidar a su familia, no pondría en riesgo su trabajo por ellos”.
Los primeros sospechosos de la desaparición de Servando
El 5 de septiembre, la fiscalía estatal detuvo a Moisés “N” y José Alfredo “N”, supervisor de la Planta 1 de Prime Wheel y gerente de la sección de hornos, respectivamente. Los acusaron de desaparición forzada cometida por particulares. La evidencia para detenerlos fue un video en el que los sospechosos abandonaron la planta a bordo de un vehículo propiedad de José Alfredo el 23 de agosto a las 13:38 horas. Minutos después, el vehículo llegó a la plaza Santa Anita, donde se encontró el teléfono de Servando.
El 25 de septiembre, las autoridades detuvieron a una persona más vinculada al caso, Magdiel “N”, un trabajador del área de hornos. Todos fueron consignados en la carpeta de investigación 68/36/24. Sin embargo, los tres detenidos omitieron dar su declaración en ese momento y no reconocieron haber asesinado a Servando.
La hipótesis de Wendy asegura que era más conveniente una pena por desaparición y no por homicidio. Pero también sospecha que estaban encubriendo a alguien más. Esta persona, según fuentes anónimas consultadas por DOMINGA, podría tener un alto rango en Prime Wheel, y quien, presuntamente estaría al mando de la red de robo de material. Las autoridades, de acuerdo con las mismas fuentes, ya giraron una orden de aprehensión en su contra, pero aún no lo detienen. Temen que se dé a la fuga.
“Las investigaciones, como nos han dicho, apuntan a que lo que hicieron fue ocultar su cuerpo, deshacerse de cualquier evidencia. Las autoridades han hecho muchas diligencias, pero por eso no se encuentran pruebas: algo se mueve, algo se contamina, y es que la fábrica no ha parado la producción. En mi opinión, las cosas deberían haberse hecho de otra manera”, reclama Wendy.
A esta falta de información, se suman irregularidades por parte de la fiscalía. La principal, que generó desconfianza, fue que las autoridades dijeron que los restos de sangre que encontraron en los baños de la planta no corresponden a Servando, aunque existe un video de la planta, justo en el pasillo que conduce a los baños, en el que se ve a Servando caminando por la zona. Tampoco, acusa la familia, la fiscalía practicó el análisis de la ceniza que sale de los hornos y no revisó el registro de llamadas de su celular.
“También pedimos que se realizara un análisis más profundo de las llamadas que hizo”, reclama Clarissa, quien enfatiza que la familia ha pedido conocer cómo se dictaminaron estas pruebas “pero hasta ahora no nos han dado respuestas”.
La desaparición desencadenó una lluvia de denuncias en la maquila
El 11 de noviembre, el secretario del Trabajo de Baja California, Alejandro Arregui Ibarra, declaró en un foro público que la desaparición de Servando Salazar ahora se investiga como homicidio, es decir: lo dieron por muerto, sin encontrar su cuerpo. Lo confirmó la fiscal Andrade horas después, y se basa en una supuesta confesión de los tres detenidos.
Ese mismo día, en entrevista con DOMINGA, Wendy Bravo dijo: “Yo no sabía de eso, me enteré por los medios. Aunque sí, adelantaban eso en las últimas reuniones que tuvimos. Al parecer todo es porque uno de los detenidos al fin confesó”.
Este avance en la investigación, de acuerdo con la lectura de organizaciones locales, como la Casa Obrera de Baja California, que acompaña jurídica y políticamente casos de violencia laboral, fue para “calmar las aguas”, pues el 21 de octubre, en la Planta 2 de Prime Wheel, el trabajador Eduardo Ortiz Franco murió aplastado por una prensa hidráulica mientras realizaba su trabajo.
Jaime Cota, dirigente de esta organización, apunta: “Prime Wheel es una de las empresas que mayor capital genera en Baja California. Tienen buena relación con el gobierno local, y también con los cuerpos de seguridad como la Guardia Nacional o el Ejército. No les convenía todos los reflectores que se estaban poniendo sobre la empresa, pues a partir de la desaparición, y la muerte de Eduardo Ortiz, salieron un montón de testimonios que denunciaron irregularidades. Querían darle carpetazo al asunto”.
Sus afirmaciones no son al aire, tan solo en 2017 el gobierno de Baja California reconoció que Prime Wheel producía cinco millones de rines anuales, aportando más de 300 millones de pesos en impuestos a nivel federal, estatal y municipal. Además, la empresa también presta sus patios para que el Ejército y la Guardia Nacional estacionen sus vehículos, aprovechando la cercanía con la frontera. Esto en un estado donde, según datos del Inegi en 2023, dados a conocer por la gobernadora Marina del Pilar, Baja California es el cuarto con mayores exportaciones en la República.
Las dudas de Jaime Cota parecen tener sentido al ver las denuncias que desencadenó el caso: trabajadores con malas condiciones laborales, de seguridad e higiene, aumento en las líneas de producción, y también, presuntos delitos que se cometen al interior de Prime Wheel.
Los datos le dan la razón, tan solo en el último año, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, a través del registro de avisos de accidentes, informó que en Baja California hubo 8 mil 811 accidentes laborales (más de la mitad en Tijuana), convirtiéndolo en el estado con más accidentes laborales encima del Estado y la Ciudad de México, así como otros polos industriales como Nuevo León, Querétaro y Jalisco.
Esto es lo que ha respondido Prime Wheel
El 24 de octubre, la empresa, tras la muerte del trabajador Ortiz, declaró ante los medios, a través de su contralor, Jaime Carreón, que pondrían más cámaras de seguridad para prevenir accidentes:
“De hecho viene una inversión más fuerte para este tema, cámaras, hasta reconocimiento facial, cuando nos dé luz verde Fiscalía, porque ahorita hay unas cosas que debemos tener sin movimiento, cuando las autoridades nos digan que la empresa puede operar, inmediatamente se tiene el pedido de cámaras adicionales”.
Sobre el caso de Servando Salazar, Prime Wheel sólo emitió un comunicado el 23 de septiembre, un mes después de la desaparición del trabajador. Pidió la intervención de las autoridades para no alterar su línea de producción. A DOMINGA, la empresa no respondió la solicitud de entrevista hecha a través de correo electrónico.
Wendy Bravo concluye: “Seguimos creyendo que le quieren dar carpetazo, porque no nos han mostrado todas las evidencias. Seguimos creyendo que detrás de la desaparición de Servando hay alguien. Tiene que haber alguien de más alto rango involucrado en la desaparición, estoy segura”. Sin embargo, hasta el día de hoy, nadie sabe dónde está Servando. Mientras tanto, afuera de Prime Wheel, un cartel con su rostro le recuerda a los obreros que dentro de la fábrica hay un hombre, como ellos, que nunca volvió a salir.
GSC/AMP