El abandono hospitalario en la Montaña de Guerrero comienza en la localidad Nazabi en Barranca de la Palma, en el municipio de Cochoapa el Grande, con una pequeña casa de salud que hoy sirve de bodega, y termina en Tlapa de Comonfort, con una sala de espera en la banqueta y servicios costosos.
Todos los días, y a todas horas, pobladores de una veintena de municipios emprenden un peregrinar entre caminos de lodo y tierra para encontrar atención médica en hospitales, centros o casas de salud en la Región de la Montaña, recibiendo en cada lugar un diagnóstico adverso: La infraestructura es inexistente o deficiente; donde no hay medicamentos no hay doctores, y donde hay doctores no hay medicamentos, o bien, ninguna de las dos; y los médicos especialistas son una promesa recurrente.
Cuando enfermó Delia, Rufina Anduezar se vio obligada a recorrer 10 kilómetros dese Barranca de la Palma hasta Cochoapa el Grande, en una travesía de tierra que representa dos horas a pie y 30 minutos en vehículo. En total pagó 200 pesos de un taxi y 300 pesos por un Tempra en una farmacia.
Paradójicamente, a escasos 200 metros de su casa de madera y lámina, se encuentra una de las dos casas de Salud abandonada con las que cuenta el municipio; no tiene agua, ni médicos, solo plagas, grietas e instrumentos obsoletos. En algún momento se surtieron medicamentos, y están ahí, olvidados, pero no hay quien pueda prescribir una receta.
“Si viene a veces, pero ahorita no está. Cuando enferman los niños no hay médico, por eso nosotros fuimos a Cochoapa y compramos medicina”, relata a MILENIO.
La ruta del desabasto continúa en la cabecera municipal de Cochoapa el Grande. Ahí, el centro de salud existe, pero no todos pueden acceder a él. Silvia Pacheco llevó a su padre Juan, pero no hubo quien les pudiera atender.
“Nos dijeron ‘no está el doctor dentista’, sí están los otros doctores y a lo mejor ellos no tienen derecho de atendernos o no sé, pero acudimos porque mi papá está enfermo, pues, está hinchado su boca, tiene dolor de muela, como ya está grande, a veces de repente se enferma así, ya está grande también”, denuncia.
Este centro cuenta con cinco médicos generales y un pasante, ningún especialista; una partera profesional; dos pasantes de enfermería, y seis más cuentan con contrato temporal. Se atienden infecciones respiratorias, diarreicas, a hipertensos, diabéticos, y mujeres en labor de parto, quienes deben llevar jabón y cloro para las cirugías.
No hay estudios de laboratorio, ni ultrasonidos, ni gasolina para las ambulancias, inclusive el Internet es pagado por el mismo personal que atiende la clínica porque la antena se descompuso hace dos años. Falta Alfametildopa, Hidralazina, solución de Hartmann y catéteres Punzocat, y el ginecólogo más cercano está… en Tlapa.
“Y si sale otra enfermedad más grave nos mandan a Metlatonoc o Tlapa, y yo digo que sí es muy necesario lo que queremos aquí son doctores especiales”, añade Silvia.
La travesía continúa durante nueve kilómetros hasta el municipio vecino de Metlatonoc, en un centro de salud donde los seis médicos que quedan no hablan mixteco. La temporada de lluvias ya comenzó dentro de la misma clínica, y cuando cae con fuerza se quedan sin agua y sin luz hasta por 15 días. Las cubetas son parte del mobiliario y los techos prácticamente no existen.
Faltan ginecólogos, anestesiólogos, pediatras, traductores y el desabasto está en la Glibenclamida, Glucómetros, reactivos químicos, material cesáreo y material básico para cirugías.
La última parada la ruta está en Tlapa, a 77 kilómetros, dos horas y media en vehículo, y hasta dos mil 500 pesos por el traslado, donde son los médicos especialistas los hospitales de la Mujer y Niño Indígena, y el General, quienes tienen la responsabilidad de resolver la crisis sanitaria de La Montaña, sin instrumentos, ni medicinas.
Antonio tuvo que trasladarse por de noche desde la localidad de Xochapa, en Alcozauca y pagar un taxi de 700 pesos para llegar hasta el hospital en Tlapa, y relata.
“A mi señora se le hizo, se le complicó el embarazo y nos tuvimos que venir de emergencia llegar más adelante nos venimos a la hora de la noche nos venimos porque se le complicó”. Recibió atención médica y fue atendido, el problema fue la distancia.
Macario Cano durmió en la banqueta, afuera del hospital, pues durante la madrugada su hijo menor, de pronto dejó de hablar, y según el parte médico, se trató de una intoxicación por sustancias, consulta que no fue gratuita: pagó mil 20 pesos por el servicio y un taxi de mil 200 pesos.
“Se empezó a ahogar, empezó a vomitar, y vomitar, y sí aguanto, sí se recuperó pues, ahorita pues más o menos ya funciona su corazón, ya todos me dijeron ahorita, me dieron razón”, cuenta a MILENIO, mientras cuenta los pesos para pagar la cuenta y comprar un suero.
La promesa gubernamental para la Montaña está en reestructurar el sistema de salud a través del IMSS-Bienestar, y enviar médicos especialistas cubanos, que deberán enfrentarse al reto histórico de proporcionar salud a una de las regiones más olvidadas del país.
“Si aquí va a ver los médicos, ahí les vamos a pedir inyecciones pues… para el niño”, pide Rufina
dr