Alan Vela y Daniel Alcántara se convirtieron en la primera pareja homoparental en poder adoptar a un pequeño en León, Guanajuato, uno de los estados más conservadores del país y en donde más resistencias ha opuesto la clase política local al avance de una agenda igualitaria.
Pero hoy, ya son padres: se trata de Emiliano, un pequeño que tardó tres de sus cuatro años en poder llegar a los brazos de sus nuevos padres, a causa de un proceso entorpecido por los prejuicios contra la comunidad LGBT+ que prevalecen en la región.
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Su caso es la excepción que demuestra la regla: pese a que en 14 estados existe este derecho, la adopción a parejas homosexules permanece en casi letra muerta. Solo 5 parejas han podido adoptar en los últimos cinco años, una cifra mínima que muestra la dificultad para el avance de los derechos incluyentes.
Esto, pese a que la adopción se permite en entidades como Ciudad de México, Coahuila, Campeche, Colima, Morelos, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Aguascalientes, Querétaro, Guerrero, Baja California y San Luis Potosí, entidades en donde la ley les permite este derecho.
Esto significa que en la última media década las parejas homosexuales tuvieron acceso a este derecho únicamente en 0.2 por ciento de todas las adopciones registradas en el país, siendo una en Baja California de una pareja lesboparental (mujer-mujer), una más en Campeche, y tres en Ciudad de México, estas últimas por parejas homoparentales (hombre-hombre).
Lo anterior contrasta con los matrimonios tradicionales (hombre-mujer), a los que les ha permitido la adopción con 2 mil 371 casos en el mismo lapso de tiempo, lo que representa el 82.4 por ciento a nivel nacional.
La estadística la completan mujeres solteras que tuvieron la oportunidad de adoptar con un 9.7 por ciento y el 3.9 hombres solteros.
En el caso de Alan y Daniel, pelearon contra prejuicios y obstáculos para obtener la adopción de Emiliano.
“Un día antes de conocer a nuestro hijo, llegamos al DIF de León, al momento de entrar en papeleo las autoridades de ahí nos comentan que no podríamos seguir con el proceso, que por que como éramos una pareja homosexual, que íbamos a hacerle daño psicológicamente al niño y que las familias del estado se podrían enterar y nos atacarían”, detallaron.
Cuando este matrimonio conoció a Emiliano, hubo una conexión inmediata. “En lo poco que pudimos convivir con él, antes de ser adoptado, hicimos un vínculo, nos miraba, nos sonreía, parecía que él ya sabía que nosotros íbamos a ser sus nuevos padres”, comentó Alan.
Fue en diciembre del año pasado, tras actos discriminatorios por parte de autoridades estatales y trabas por el orfanato que tenía a Emiliano, que lograron terminar el proceso de adopción. En abril de este año, el niño llegó a su casa, con su nueva familia.
“Emiliano ha sido una luz para nuestras vidas, sus abuelas no cabían de la emoción; aunque al principio no sabía cómo llamarnos, porque llegó muy tímido, nos decía, “oye, tú” o, “señor”, hasta que un día en casa, se levantó desayunó con nosotros y nos dio el mayor regalo de la vida, nos llamó papás”, finalizaron.